En el Pacífico
Chile es un país largo y estrecho como una cinta métrica. Subiendo hacia el norte por la ruta 5, en busca del mejor cielo de la tierra, a la izquierda queda el océano Pacífico y a la derecha los Andes.
Después de algunas horas conduciendo junto a un mar absolutamente virgen, la tentación de parar a verlo era demasiado grande. A pesar de tener una cita concertada con un observatorio astronómico, muchos kilómetros más al norte, decidí salir de la autopista buscando una playa solitaria. Yo no se si mi interés por la soledad va a ser comprendido por quienes me lean por ejemplo desde Chile. Tengan ustedes presente que yo nací cerca del Mediterráneo, pero el Mediterráneo en realidad ya no existe. Aquí donde yo vivo, prácticamente todo el litoral está construido. Una ciudad termina donde empieza la siguiente, y es casi imposible imaginar como había sido el paisaje. Esto me hace sentir asco y claustrofobia, hasta el punto de que hace años que apenas voy a la playa.
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Pero aquí todo es muy distinto. El paisaje parece casi totalmente inalterado durante kilómetros y kilómetros. En Chile, el océano Pacífico todavía existe, y como para demostrarlo ruge con fuerza. Al norte de Los Vilos, los grandes cactus todavía llegan casi hasta el mar, hasta el punto de que tienen los largos pinchos cubiertos de unos extraños líquenes rojos por la parte expuesta a la humedad.
Lo más interesante de las playas solitarias es que el oleaje revela pequeños tesoros que el mar tenía ocultos. Entre las piedras de la playa encontré esta concha, que perteneció a una especie de lapa gigante. Si no recuerdo mal, este animal, que es comestible, se llama ostión.
Pero incluso aquí, en este lugar desolado y agreste, sin ninguna construcción a la vista, absolutamente virgen, se puede ver basura: un paquete de crema de espárragos Maggi, restos de juguetes, media botella de plástico, etc. Estos restos no proceden de aquí, han sido traídos por el océano desde quien sabe donde, y su existencia en este lugar viene a demostrarme una vez más que todo el planeta está corrupto.
Según los geólogos, si uno excava en cualquier parte del mundo, va a encontrar una fina capa donde la concentración de iridio es anormalmente elevada. Este es un metal raro en la tierra, y se ha podido averiguar que data de hace 65 millones de años y procede del famoso meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios.
Yo supongo que cuando dentro de cien millones de años los futuros científicos empiecen sus excavaciones, van a encontrar entre otras muchas cosas una sutil capa de plástico translúcido por todo el planeta, como un gran preservativo. Esta capa marcará simultáneamente nuestro auge y nuestro declive. A escala geológica la duración de nuestra civilización será ínfima. Esas criaturas, que tal vez sean parecidas a las actuales cucarachas, moverán las antenas intrigadas y se preguntarán que clase de meteorito pudo generar semejante cantidad de porquería.
Pero yo solamente tenía unas horas para completar mi viaje hasta el observatorio astronómico. A las 7:20 me esperaban en Andacollo, calle Urmeneta esquina Condell, un lugar que me parecía remoto y difícil de encontrar. Di un último vistazo y regresé a la autopista.
Continua aquí.
Después de algunas horas conduciendo junto a un mar absolutamente virgen, la tentación de parar a verlo era demasiado grande. A pesar de tener una cita concertada con un observatorio astronómico, muchos kilómetros más al norte, decidí salir de la autopista buscando una playa solitaria. Yo no se si mi interés por la soledad va a ser comprendido por quienes me lean por ejemplo desde Chile. Tengan ustedes presente que yo nací cerca del Mediterráneo, pero el Mediterráneo en realidad ya no existe. Aquí donde yo vivo, prácticamente todo el litoral está construido. Una ciudad termina donde empieza la siguiente, y es casi imposible imaginar como había sido el paisaje. Esto me hace sentir asco y claustrofobia, hasta el punto de que hace años que apenas voy a la playa.
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Pero aquí todo es muy distinto. El paisaje parece casi totalmente inalterado durante kilómetros y kilómetros. En Chile, el océano Pacífico todavía existe, y como para demostrarlo ruge con fuerza. Al norte de Los Vilos, los grandes cactus todavía llegan casi hasta el mar, hasta el punto de que tienen los largos pinchos cubiertos de unos extraños líquenes rojos por la parte expuesta a la humedad.
Lo más interesante de las playas solitarias es que el oleaje revela pequeños tesoros que el mar tenía ocultos. Entre las piedras de la playa encontré esta concha, que perteneció a una especie de lapa gigante. Si no recuerdo mal, este animal, que es comestible, se llama ostión.
Pero incluso aquí, en este lugar desolado y agreste, sin ninguna construcción a la vista, absolutamente virgen, se puede ver basura: un paquete de crema de espárragos Maggi, restos de juguetes, media botella de plástico, etc. Estos restos no proceden de aquí, han sido traídos por el océano desde quien sabe donde, y su existencia en este lugar viene a demostrarme una vez más que todo el planeta está corrupto.
Según los geólogos, si uno excava en cualquier parte del mundo, va a encontrar una fina capa donde la concentración de iridio es anormalmente elevada. Este es un metal raro en la tierra, y se ha podido averiguar que data de hace 65 millones de años y procede del famoso meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios.
Yo supongo que cuando dentro de cien millones de años los futuros científicos empiecen sus excavaciones, van a encontrar entre otras muchas cosas una sutil capa de plástico translúcido por todo el planeta, como un gran preservativo. Esta capa marcará simultáneamente nuestro auge y nuestro declive. A escala geológica la duración de nuestra civilización será ínfima. Esas criaturas, que tal vez sean parecidas a las actuales cucarachas, moverán las antenas intrigadas y se preguntarán que clase de meteorito pudo generar semejante cantidad de porquería.
Pero yo solamente tenía unas horas para completar mi viaje hasta el observatorio astronómico. A las 7:20 me esperaban en Andacollo, calle Urmeneta esquina Condell, un lugar que me parecía remoto y difícil de encontrar. Di un último vistazo y regresé a la autopista.
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Comentarios
Besitos y a ver como sigue el camino....!!!!!
Más que una fina capa de plástico, lo que encontrarán los arqueólogos del futuro es una fina capa de hollín rico en metales pesados (mercurio y plomo) procedentes de nuestra enfermiza dependencia de los combustibles fósiles.
Saludos pacíficos.
"En Chile un pais TAN GRANDE... mil cosas pueden pasar..."
Buenos viajes y magníficas experiencias... VIVE DIOS.
De todo habrá allí.. la radioactividad yo creo que ya se habrá disipado, 100 millones de años dan para mucho.
Si tienes ocasión ves a Chile.
Son unos cabrones, no tiene más, han arruinado nuestro país, han dejado a todo el mundo hipotecado de por vida.. Rabia y verguenza.
Ese algarrobico estaba por preguntarte que es pero prefiero no saberlo.
Muy apresurados viajes.. pero gracias. ¿Como estamos de la mano?
Aquí en mi tierra se armó una buena a cuenta de unos terrenos que pretendieron urbanizar sin poder hacerlo. Triunfaron el sentido común y las leyes pertinentes, pero ahora a alguien se le ha olvidado dar curso a no sé qué papel en el plazo legal y corre el riesgo de quedar en agua de borrajas la protección. Estos olvidos ...
Me gustaría saber qué se siente teniendo delante ese pedazo de océano. O sentirlo, aunque sea por poderes. Díganoslo.
sin duda viene del Mediterraneo
buenas fotos
Siento haber leído lo de ese hotel, me ha venido a la memoria una especie de pirámide en una playa virgen. Horrible.
Lo de las sensaciones en el Pacífico.. normalmente estando en el Mediterraneo, en el raro caso de no estar en una zona urbanizada, uno tiene la sensación de que la naturaleza es frágil, es evidente que la vegetación litoral está acosada por los apartamentos.. pero allí es justamente al revés: es la naturaleza la que manda. La otra vez que estuve en Chile me caí al mar, de espalda, sobre una roca, y estuve con fuertes dolores tres semanas. Y por suerte estaba acompañado, si no hubiera tenido graves problemas para conducir. Ahora, estando solo, al pasar de una piedra a otra tuve mucho cuidado de no hacerme daño. Siendo más joven me hubiera bañado, o lo hubiera intentado. Esta vez el Océano me dio miedo, me sentí muy poca cosa. Esta sensación de soledad y miedo yo no creo que se pueda tener en la costa en ningún punto de la península, a no ser en un día de temporal.
No se si supe explicarme.
Me dejas sorprendido, no se como interpretarte.
Es posible, pero todo el planeta está por un estilo.
Preciosa y tan viva la primera toma con el ave delante el oleaje pegando contra las rocas.
Impresionante también la lapa enorme.
Un saludo
Estoy disfrutando como un enano.
Saludos!
Vaya, si la caracola parece un iris y ¿qué veo?, Frikosal tiene el dedo meñique pachucho,
seguramente se ha pinchado con un cactus, es que estos científicos son unos tocones curiosos.;))
Yo, de mayor, iré a Chile a hablar con los indios que Juan Carlos conoce y que tienen un nombre que no recuerdo.
Inuit
Gracias.
No tiene importancia, no se puede esconder la cabeza dentro de la arena como el avestruz (por desgracia)
Pues si, un pinchazo debió ser..
Juan Carlos quien, el Rey?