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Mostrando entradas de abril, 2009

La lengua de las abejas

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No quise ver "La lengua de las mariposas". Al saber que era de un maestro, en la República, que enseñaba a los niños a observar el comportamiento de las mariposas, supe inmediatamente que en la guerra le fusilaban o algo por el estilo. Seguro que la película es muy buena pero yo no tengo el ánimo para ver eso, intuyo que es una historia demasiado trágica y demasiado cercana a mi. Algo hay de subversivo en la observación de la naturaleza cercana. Los niños suelen saber que es el canguro, conocen los hábitos del koala y la higiene del elefante, incluso diversos tipos de dinosaurios. En esto no hay problema, pero darles instrumentos racionales y un método para que interpreten su realidad inmediata, la que ven con sus propios ojos, eso es peligroso. Podrían aplicar esta técnica a analizar otras cosas. Mal asunto, ahora y antes. En fin, el otro día pude ver la lengua de las abejas, que es de observación más complicada que la de las mariposas. Las abejas y los abejorros suelen mete

La cópula del Notonecta

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Hoy hace exactamente un año subí una foto del ángel de agua , criatura sorprendente que habita boca arriba en las charcas, con el vientre expuesto al sol y la espalda mirando al cieno. Y en esa misma entrada formulé una pregunta: ¿en que posición copula el notonecta? Su anatomía plana por delante y jorobada por detrás parece que haría más indicada la cópula en posición ventral (es decir, dándose las caras). Pero no dejan de ser insectos, tal vez una herencia de millones de años les predispone inevitablemente a la cópula dorsoventral (con el vientre del macho en contacto con la espalda de la hembra). Y también podrían copular uniéndose en posición opuesta por los extremos de los abdómenes, como la mosca asesina . Nadie ha contestado a la pregunta y me veo obligado a revelar la respuesta. Efectivamente, si amplían la foto y se fijan, verán que son dos individuos y que practican el sexo dorsoventral, que yo no se si entre personas llega a ser considerado pecado por la Santa Madre Igles

Por fin, la víbora

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Vipera lastati Solamente había visto dos veces a una víbora salvaje, hace más de cinco años, y en ninguna de las dos ocasiones pude fotografiarla, por culpa de no llevar la cámara. Pero desde entonces, siempre que salgo al monte voy con la pesada réflex, el objetivo macro y dos flashes. Y a veces, el trípode. Por si acaso, como quien carga con una cruz. Después de todas esas largas horas de maldecir el peso de la mochila, de salir muchas veces al atardecer a finales de verano o a primera hora en primavera, de buscar en vano en los lugares donde a mi me parecía que una víbora podría estar soleándose, el otro día apareció en el lugar más inesperado (aunque yo siempre esperaba secretamente poder verla). Me parece un animal muy escaso y al verla en el camino sentí una alegría proporcionada a los años de espera. Las tres veces que la he visto me ha parecido que la víbora tiene una presencia serena y poderosa, con una majestuosidad que no tiene ninguna culebra. Da la sensación -engañosa- de

Soñando

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El Bombylius es un insecto esforzado, un aviador de baja altura. Domina las acrobacias a ras de tierra y es capaz de meter esa enorme lengua que no pica en lo más profundo de cada flor (y aquí pueden verle en acción). Pero por las noches sueña que vuela altísimo, como un cosmonauta que al mismo tiempo fuera su propio cohete, alcanzando la estratosfera e incluso las estrellas. Ya de mañana, se despierta sobresaltado al recordar que es tarde y que debe volar una vez más de flor en flor para ganarse la vida con habilidad y sudor en el prado, a ras del suelo que le da el sustento (que Dios lo bendiga y más en tiempos de crisis). La termogénesis de antes de salir a trabajar. Entonces una vez más inicia la fatigosa y rutinaria termogénesis de cada día, el ganar calor para poder hacer frente a las primeras flores. Que es como el desperezarse y ducharse de las personas para poder hacer frente a las mierdas que nos caen cada mañana en la oficina, benditas sean. Y las estrellas no va a alcan

La pequeña flor que muerde, con cielo tormentoso

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Entre las hierbas a veces es posible ver a esta extraña criatura. Es la empusa , un depredador parecido a la mantis pero todavía más bonito e interesante, con su abdomen rizado y las antenas de alien. No es un animal abundante, pero tampoco especialmente escaso. Esta la encontré ayer a última hora de la tarde en el prado-basurero que suelo frecuentar. Si no la han visto nunca no deben preocuparse, yo vi la primera cuando tenía 36 o 37 años. Al ser tan sumamente críptica podemos pasar por su lado sin darnos cuenta de su presencia. Su estrategia no se basa solamente en el camuflaje pasivo y la inmovilidad absoluta: si hace viento ella tiembla como si fuera una ramita. En la mitología griega la empusa es una mujer bellísima que seduce a los hombres ingenuos para después devorarlos o beber su sangre, como las vampiresas. O más propiamente, una criatura maligna que adopta forma de mujer, pero se la puede reconocer por que (de forma algo inverosímil) una de sus piernas es de bronce. D

CCCLVIII concurso de blasfemias

Cuando el primer finalista subió al escenario se hizo un silencio sepulcral en el salón. Era un camionero prejubilado de Manresa que en su juventud había aprendido a renegar en los clubs de carretera de media España. Exclamó: Xxxxx xxx xxx xxxxxxxxx xxx xxxxxxxxxx xx xxxxxxxx xx Xxx ! Los aplausos fueron largos y sinceros. Había sido un juramento magnífico, de la escuela catalana, colorista, muy imaginativo.. pero un poco flojo de pasión, como un ejercicio de virtuosismo sin sinceridad blasfematoria. Las deliberaciones fueron difíciles. Los jueces habían recibido instrucciones estrictas del Maestro: ¡En la final, no os excedáis en las puntuaciones! Obtuvo un 9.90 en Creatividad, un 9.10 en Rigor Teológico, pero tan solo un 5.70 en Declamación. Esta última calificación provocó algún silbido de los cofrades (ya se sabe que no hay decisión arbitral sin polémica). El otro finalista era un aragonés de los Monegros que hizo el servicio militar en Marina y después se reenganchó. Aprendió el a

Ardor guerrero

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Hasta donde yo se esta es una Locusta migratoria , un gran saltamontes que vuela casi tan bien como un pájaro. Su obsesión, como la de otros muchos, es dominar el mundo. Si puede, se reúne en grandes bandadas insensibles al dolor, para volar de un país a otro devorando toda la vegetación a su paso, siempre en busca de espacio vital. A veces el destino les lleva a cruzar mares. Cuando llega la noche, exhaustos de tanto volar, algunos individuos tratan de posarse a descansar sobre las aguas, donde mueren ahogados. Sus seguidores se posan sobre ellos y también los seguidores de los seguidores, hasta que los cadáveres forman una masa compacta e impermeable donde el resto puede dormir y reanudar el viaje al amanecer, hasta la siguiente noche. Estos animales, ya lo habrán adivinado, fueron los causantes de alguna plaga bíblica. Pero este pobrecito llegó a casa de los señores Martínez-Campos una noche a finales de noviembre. Estadisticamente por esas fechas ya hubiera tenido que estar muerto

Extraños ojos de caracol

Según se dice, una mañana de febrero del 2008, un agrimensor de mediana edad y aspecto discreto (por no decir gris) estaba paseando por la floresta de Tijuca, no muy lejos de Rio de Janeiro. Su única excentricidad conocida era la afición a la fotografía de insectos, que practicaba aprovechando los desplazamientos a diferentes congresos de agrimensores. Justamente andaba detrás de la despampanante mariposa Morpheus cuando vio a un extraño caracol deslizándose sobre una hoja húmeda. A primera vista no supo que tenía de especial, y si quiso fotografiarlo fue casi por casualidad, o por el vicio de agrimensor de fotografiarlo y cartografiarlo todo. Pero al acercarse se dio cuenta: eran los ojos. No estaban en el extremo de unos apéndices telescópicos, si no directamente sobre el cuerpo del animal. Esta particularidad anatómica, así como el vigor de su mirada, le daban un aire singular, reflexivo y casi humano. Antes de perderse de vista entre el follaje, el caracol se detuvo por unos inst

Una tarde en el cielo

Un vídeo que hice hace años, cuando estuve en el cielo una tarde. Pero después era mentira. (La música es de Miles Davis)

Darwin en la selva atlántica del Brasil y el caracol antropomórfico

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1832, 29 de Febrero. El día se me ha pasado deliciosamente; pero este calificativo no expresa con bastante fuerza los sentimientos del naturalista que por vez primera discurre a su albedrío en un bosque brasileño. La elegancia de las diversas clases de hierbas, la novedad de las plantas parásitas, la belleza de las flores, el verde lustroso del follaje, y, sobre todo, la general exuberancia de la vegetación, me llenaron de admiración. Charles Darwin, Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo. Yo apenas tuve dos días para pasear por la selva atlántica del Brasil y creo que me acordaré toda la vida. Entre tantas y tantas cosas maravillosas cuyos nombres ignoro, quisiera mostrarles a este extraño caracol que tenía los ojos negros, despiertos y pegados al cuerpo (en lugar de dispuestos en apéndices telescópicos). Esta particularidad anatómica le daba un aspecto mucho más profundo que el de los caracoles convencionales. Estuve a punto de sentarme a charlar con él pero andaba j

Pasar fugazmente junto a galáxias y jardines escondidos

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Satélite Iridium fotografiado pasando a 27.000 kilómetros por hora junto a la galáxia M51 (aparentemente) . Ya lo dijo Suzanne Vega, I knew that he was drowning, and I brought him in to me ... My name is Calypso; my garden overflows Thick and wild and hidden is the sweetness there that grows My hair, it blows long as I sing into the wind I tell of nights where I could taste the salt on his skin Salt of the waves and of tears A mi me hubiera gustado ser Odiseo y ganar la guerra de Troya solamente para después poder naufragar cien veces y con la piel salada ver a Calypso esperando para recogerme en la playa. Y poder descubrir su jardín, thick and wild and hidden, antes de seguir mi camino.

La lluvia y el Mediterráneo

Ahora es miércoles y desde el viernes no para de lloviznar. No ha habido ni un solo hueco de color azul entre las nubes y casi parece que el cielo solamente sepa producir tonos grisáceos (como un camaleón enfermo, que según me han contado, anuncia su muerte con colores de luto). Esto ya casi parece la muy triste Inglaterra, con la salvedad de que allí el tiempo suele ser muy variable. Malo pero variable, es raro el día en que las nubes no se abren ni siquiera un ratito, y si llueve no suele durar todo el día. De todos modos, esta sensación inmediata de bienestar que proporciona el sol allí es poco frecuente. En nuestro clima basta con salir a la calle un día de primavera o incluso invierno, si hace sol, para sentir que el mundo es un lugar hecho para que nosotros lo disfrutemos. O al revés, que nosotros estamos hechos para el sol. Yo no daba mucha importancia a estas cosas y pensaba que podría vivir en uno de esos países civilizados donde (según dicen) la gente es próspera, limpia y fe