Buscando el mejor cielo de la Tierra
Ya he regresado a mi ciudad-dormitorio después de una semana en Chile. El sábado pasado salí del aeropuerto de Santiago de Chile en un coche alquilado. A unos 500 km al norte de Santiago, antes de llegar al desierto de Atacama, hay una zona donde el cielo es casi siempre increíblemente claro y transparente, el mejor cielo de la Tierra. No en vano allí se están instalando algunos de los mayores telescopios del mundo, que escrutan el universo tratando de resolver el enigma de nuestro origen.
Pero yo estaba en Chile por asuntos terrenales, y el lunes por la mañana debía de estar sin falta de regreso en Santiago. Disponía de una sola noche, la del sábado, para mi modesta odisea: encontrar, admirar y fotografiar el mejor cielo de la Tierra.
De modo que a las once de la mañana, recién bajado del avión, con un jet-lag horroroso, ya estaba conduciendo por la ruta cinco hacia el norte. Odiseo dispuso de diez años para llegar a Itaca, y -como nos hizo saber Cavafis- eso le permitió alcanzar la sabiduría antes de llegar. Según la Ilíada, Odiseo fue un tipo astuto y taimado durante la guerra de Troya, pero Homero y sobretodo Cavafis reinterpretaron al héroe. Además, la Odisea parece escrita para otros lectores. Y ese, el Odiseo de la Odisea, el que viaja solo para llegar a Itaca, el que abandona con pesar a Calipso, el que -desnudo- habla con Nausicaa en la playa, ese es sin duda mi héroe personal. Es el que me viene a la memoria cuando trato de entender el mapa o cuando las ruedas del coche se me hunden en la arena de una playa remota y estrictamente desierta. El otro, el guerrero de la Ilíada, para mi no es más que eso: un militar sin el menor interés.
Obviamente, mis aventuras viajeras son totalmente triviales comparadas con las de Odiseo, pero la pasión que yo pongo en este intento de encontrar el cielo puro no creo que sea mucho menor que la suya. Ahora bien, que tiempos son estos en los que 48 horas deben bastarnos para un viaje iniciático... ¡con estas prisas ya me dirán ustedes a que sabiduría puedo aspirar!
Conduzco hacia el norte pensando que no habrá Cíclopes en el camino, ni monstruos de diversas cabezas, tampoco una Calipso que me tiente con la inmortalidad para que abandone mi plan de observar las estrellas, ni tan solo me va a tentar con el amor. Y por tanto, si al llegar junto al cerro Tololo el mejor cielo de la tierra resulta estar encapotado, yo como no seré sabio, lloraré de rabia y maldeciré mi mala suerte. Por que yo nunca voy a poder regresar, y menos en una noche como la de hoy, sin luna.
(Si pinchan para ampliarla verán mi insignificante coche junto al fin de la carretera cortada.)
Pero ando un poco atareado, en cuento pueda les cuento el resto... Ya está: continua aquí.
Con todo el cariño para mi amigo el dentista sabio, el que disfruta cenando con locos y fotografiando setas al otro lado del océano, más allá de las montañas, donde se quedó un trocito de mi vida.
Pero yo estaba en Chile por asuntos terrenales, y el lunes por la mañana debía de estar sin falta de regreso en Santiago. Disponía de una sola noche, la del sábado, para mi modesta odisea: encontrar, admirar y fotografiar el mejor cielo de la Tierra.
De modo que a las once de la mañana, recién bajado del avión, con un jet-lag horroroso, ya estaba conduciendo por la ruta cinco hacia el norte. Odiseo dispuso de diez años para llegar a Itaca, y -como nos hizo saber Cavafis- eso le permitió alcanzar la sabiduría antes de llegar. Según la Ilíada, Odiseo fue un tipo astuto y taimado durante la guerra de Troya, pero Homero y sobretodo Cavafis reinterpretaron al héroe. Además, la Odisea parece escrita para otros lectores. Y ese, el Odiseo de la Odisea, el que viaja solo para llegar a Itaca, el que abandona con pesar a Calipso, el que -desnudo- habla con Nausicaa en la playa, ese es sin duda mi héroe personal. Es el que me viene a la memoria cuando trato de entender el mapa o cuando las ruedas del coche se me hunden en la arena de una playa remota y estrictamente desierta. El otro, el guerrero de la Ilíada, para mi no es más que eso: un militar sin el menor interés.
Obviamente, mis aventuras viajeras son totalmente triviales comparadas con las de Odiseo, pero la pasión que yo pongo en este intento de encontrar el cielo puro no creo que sea mucho menor que la suya. Ahora bien, que tiempos son estos en los que 48 horas deben bastarnos para un viaje iniciático... ¡con estas prisas ya me dirán ustedes a que sabiduría puedo aspirar!
Conduzco hacia el norte pensando que no habrá Cíclopes en el camino, ni monstruos de diversas cabezas, tampoco una Calipso que me tiente con la inmortalidad para que abandone mi plan de observar las estrellas, ni tan solo me va a tentar con el amor. Y por tanto, si al llegar junto al cerro Tololo el mejor cielo de la tierra resulta estar encapotado, yo como no seré sabio, lloraré de rabia y maldeciré mi mala suerte. Por que yo nunca voy a poder regresar, y menos en una noche como la de hoy, sin luna.
(Si pinchan para ampliarla verán mi insignificante coche junto al fin de la carretera cortada.)
Pero ando un poco atareado, en cuento pueda les cuento el resto... Ya está: continua aquí.
Con todo el cariño para mi amigo el dentista sabio, el que disfruta cenando con locos y fotografiando setas al otro lado del océano, más allá de las montañas, donde se quedó un trocito de mi vida.
Comentarios
Guapisimas manos tienes!
Al final estaba mublado o no??? Ains que intriga!!!!
Besitos y buen lunes guapo!!!
No estaba tan lejos como parece, la foto está tirada con un gran angular. Fue un paseo.
¿Estaba nublado? Ah..
Desde los tiempos de Kafka los agrimensores hemos sido muy criticados, pero siempre sin fundamento.
(se acerca el invierno y saldaré mi deuda)
Como todo lo que escribes me ha causado impresión y admiración.
¡Con que facilidad vas de las estrellas a los griegos y de estos a las vastedades de este país tan lejano!
Te agradezco tu dedicatoria, sin embargo, debo ser yo el que agradezca el haber tenido la oportunidad de conocerte.
Talvez un complemento a tus dichos: "Un dentista loco, comió locos con un loco"
¡Ya veo que vas a tener que explicar lo que en este país son los "locos"...
Un abrazo fraterno.
Jorge.
Llegaré o no llegaré? Ni yo mismo lo se.. vosotros juzgareis. Con estas prisas no hay quien se centre en nada, pero seamos optimistas, juntos podremos con Disney :)
No, no hay ningún cartel, es una vieja carretera que antes debió ser la ruta 5, se llega por una salida sin señalizar. Tengo las coordenadas en el gps. Aunque cuesta encontrarlos, en España hay lugares parecidos, con la misma desolación y abandono. Se de una carretera increíble, que estuvo asfaltada y ya no lo está, de tan deteriorada. A mi me gustan esos sitios!
No vi a nadie, y bichos hay menos que aquí. Solamente esos cactus y una extraña enredadera carnívora.
Afortunada tu si puedes ir, y además con tranquilidad, lo mio fue un poco estresante.
Obrigado. Yo por desgracia no se portugués y no puedo entender casi nada del tuyo.
Mejor no contar que son los locos, hay que dejar siempre algún misterio sin resolver, mejor que la gente se anime a ir por ellos mismos a descubrirlo.
Hasta pronto!
un abrazo
voy a leerme lo de Las Pléyades.
Por Chile, qué suerte, quién estuviera.
Lástima no haber podido llegar a Atacama, me hablaron de ese cielo. No conozco al poeta que citas.
Ignis,
Observarás que la foto no está firmada, además, Odiseo se hizo atar al mástil y después se quitó los tapones para poder oír a las sirenas.