Alternativas para la vida eremitica: De San Jerónimo a St. Llibori
Desde hace unas semanas me estoy sintiendo llamado cada vez con mayor intensidad a la vida contemplativa. Pensarán algunos que, siendo yo ateo como soy por falta de fe, esta afirmación debe ser una simple ironía, pero nada más lejos de la realidad. Me atraen sinceramente el silencio, el recogimiento y la santa despreocupación de toda clase de asuntos mundanos. Sin embargo, yo no me veo con fuerzas para aceptar el voto de obediencia, puesto que nunca he aceptado fácilmente ninguna clase de autoridad (en mi descargo debo decir que tampoco me ha interesado ejercerla). Por otra parte, las instituciones monásticas, dicho sea con todo el respeto, me parece que han de ser un hervidero de chismes y envidias: un grupo de personas encerradas en un edificio necesariamente han de hacer de cualquier pequeño problema un gran conflicto.
De modo que, a la vista de todo lo anterior, estoy pensando que mi única alternativa sería la vida solitaria de los eremitas, y esto me ha llevado a leer lo vida de algunos Santos anacoretas. Entre ellos destaca el ejemplo de San Jerónimo de Estridón, doctísimo traductor al latín de la Biblia denominada Vulgata y Santo patrono de los traductores. Finalizada esta epopeya del intelecto, San Jerónimo pasó los 35 últimos años de su vida en una gruta junto a la Cueva de Belén. Teniendo en cuenta mi edad, esto me animó a empezar pronto a buscar una buena cueva, que en la actualidad andan algo escasas a causa de la crisis inmobiliaria.
Pero quise leer algunas de las obras del Santo, antes de decidirme a seguir su ejemplo. Entre estas destaca el texto "Contra Elvidio, por San Jerónimo", que aborda la importante tarea de demostrar que María fue Vírgen antes, durante y después del parto. En esta cuestión San Jerónimo debe haber sido el autor más claro y contundente, y su texto (que se puede encontrar aquí) sigue utilizándose en la apologética actual.
Pero, para mi sorpresa, San Jerónimo no me parece a mi que argumente como un Santo si no que más bien como uno de los actuales tertulianos de las emisoras de radio. Empieza así su texto: No hace mucho me pidieron algunos hermanos que contestara a un panfleto escrito por un tal Elvidio. He atrasado hacer esto, no porque sea un tema difícil en el cual defender la verdad y refutar a un campesino ignorante que tiene escaso conocimiento del primer destello de aprendizaje, sino porque me temía que mi respuesta pudiera hacerlo parecer alguien digno de ser derrotado.
(..)
El hacha del Evangelio debe, por lo tanto, aplicarse a la raíz de un árbol sin frutos, y tanto el árbol como su follaje sin fruto deben tirarse al fuego, para que Elvidio – que nunca aprendió a hablar—pueda a la larga aprender a callar su lengua.
De modo que lo siento pero no me convence San Jerónimo. Por el momento pienso que mi ejemplo debe seguir siendo St. Llibori. Ateo como yo, y verdadero ejemplo de virtudes y de abnegación ascética, me marca un claro camino a seguir. Entre paréntesis debo decir que me disgusta ver la poca devoción que tiene St. Llibori de Puigpelat, y pienso que esto solo puede ser debido a que fui yo quien escribió su biografía. De estar su trayectoria vital glosada en algún elegante volumen editado por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), sin duda tendría mucha mayor audiencia su ejemplar existencia y su luz alcanzaría a mucha más gente. Es una lástima.
De modo que, a la vista de todo lo anterior, estoy pensando que mi única alternativa sería la vida solitaria de los eremitas, y esto me ha llevado a leer lo vida de algunos Santos anacoretas. Entre ellos destaca el ejemplo de San Jerónimo de Estridón, doctísimo traductor al latín de la Biblia denominada Vulgata y Santo patrono de los traductores. Finalizada esta epopeya del intelecto, San Jerónimo pasó los 35 últimos años de su vida en una gruta junto a la Cueva de Belén. Teniendo en cuenta mi edad, esto me animó a empezar pronto a buscar una buena cueva, que en la actualidad andan algo escasas a causa de la crisis inmobiliaria.
Pero quise leer algunas de las obras del Santo, antes de decidirme a seguir su ejemplo. Entre estas destaca el texto "Contra Elvidio, por San Jerónimo", que aborda la importante tarea de demostrar que María fue Vírgen antes, durante y después del parto. En esta cuestión San Jerónimo debe haber sido el autor más claro y contundente, y su texto (que se puede encontrar aquí) sigue utilizándose en la apologética actual.
Pero, para mi sorpresa, San Jerónimo no me parece a mi que argumente como un Santo si no que más bien como uno de los actuales tertulianos de las emisoras de radio. Empieza así su texto: No hace mucho me pidieron algunos hermanos que contestara a un panfleto escrito por un tal Elvidio. He atrasado hacer esto, no porque sea un tema difícil en el cual defender la verdad y refutar a un campesino ignorante que tiene escaso conocimiento del primer destello de aprendizaje, sino porque me temía que mi respuesta pudiera hacerlo parecer alguien digno de ser derrotado.
(..)
El hacha del Evangelio debe, por lo tanto, aplicarse a la raíz de un árbol sin frutos, y tanto el árbol como su follaje sin fruto deben tirarse al fuego, para que Elvidio – que nunca aprendió a hablar—pueda a la larga aprender a callar su lengua.
De modo que lo siento pero no me convence San Jerónimo. Por el momento pienso que mi ejemplo debe seguir siendo St. Llibori. Ateo como yo, y verdadero ejemplo de virtudes y de abnegación ascética, me marca un claro camino a seguir. Entre paréntesis debo decir que me disgusta ver la poca devoción que tiene St. Llibori de Puigpelat, y pienso que esto solo puede ser debido a que fui yo quien escribió su biografía. De estar su trayectoria vital glosada en algún elegante volumen editado por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), sin duda tendría mucha mayor audiencia su ejemplar existencia y su luz alcanzaría a mucha más gente. Es una lástima.
Comentarios
...cada día estoy más convencida.
(por otra parte, sigo pensando que eres, y a pesar tuyo creo,...
...una persona muy, muy divertida,...
...ya te lo había dicho,... :)
Besos
B.D.C.M.
Mi santo favorito, Sant Llibori aparte, ha sido siempre Simeón el Estilita. Inventor del cilicio -herramienta para practicar la virtud del alma- pasó largos años subido a una columna para mantenerse alejado de las tentaciones del Diablo.
Luis Buñuel le dedicó una película memorable.
Simeón el Loco fue un monje, eremita y santo cristiano del siglo VI. Está considerado el patrón de los santos locos.
Simeón era de origen sirio. Nació en Edesa, donde vivió soltero, acompañado de su anciana madre. A los treinta años, acompañado por su amigo Juan de Edesa, Simeón hizo los votos monásticos en el monasterio del abad Gerásimo. Simeón y Juan estuvieron durante veintinueve años dedicados al ascetismo y a la meditación en las proximidades del Mar Muerto. Posteriormente Simeón sintió la inspiración de Dios, que le pidió que abandonara su vida retirada en el desierto y se trasladara a la ciudad de Homs, donde se dedicó a la caridad y a hacer obras piadosas. Allí su locura (esto es, su comportamiento nada convencional, como por ejemplo su entrada en la ciudad arrastrando un perro muerto, sus gamberradas en el templo -donde apagaba las luces e incordiaba a las mujeres-, sus obscenidades e indecencias -se paseaba completamente desnudo por la ciudad- y sus flatulencias en público) fue tomada por muchos como signo de iluminación divina, aunque otros le insultaban por sus extravagancias e incluso llegaban a castigarle físicamente.
En cierta ocasión se acercó a él un hombre enfermo de glaucoma. Cristo había curado la ceguera empleando saliva y arcilla, y Simeón trató de curarlo untándole con mostaza los ojos: el enfermo sintió una gran quemadura y su enfermedad se agravó. Simeón logró curarle finalmente cuando le explicó que lo que debía era arrepentirse de sus pecados y enmendar su vida.
Simeón murió hacia el año 570 y fue enterrado en la fosa común destinada a mendigos y extranjeros. Mientras se transportaba su cuerpo, varias personas escucharon cánticos sobrenaturales.
Mis sueños deben ser divertidos, si pudiera recordarlos.
Cuanto le debe el mundo !
Que bellísimos comentarios y cuanta erudición. La vida de San Simeón Estilita y su práctico invento me han conmovido. Mañana, si a usted le parece, podemos ascender a alguna columna para mortificarnos juntos (cada uno sus propias carnes, no vaya la gente a pensar mal).
I would appreciate if a staff member here at frikosal.blogspot.com could post it.
Thanks,
Oliver
Me ha hecho gracia leer los motivos por los que Jeronimo se negaba a debatir a Elvidio. Son los mismo por los que Dawkins se niega a debatir a los creacionistas.
Es una pregunta muy buena. Dawkins habla de esto en su libro, creo recordar que alguien ha propuesto la palabra "brights", aquí tienen su web.
Think about your own worldview to decide if it is free of supernatural or mystical deities, forces, and entities.
Pero St. Llibori inventó el misticismo ateo, tal como explica en sus "Bases laicas para un misticismo ateo", verdadero tesoro de sabiduría y espiritualidad.