Otro enigma en la misma catedral

Mientras el Profesor Jean-Claude Deveraux subía de dos en dos las escaleras, todavía resonaban en su mente las palabras del inspector Rodríguez: "Ha ocurrido algo terrible, es un enigma, debe venir inmediatamente". Y colgó, sin aclarar cual era el lugar de los hechos. Jean Claude se duchó apresuradamente y desayunó una tostada con caviar de salmón acompañada de una copa de Riesling. Lamentando la extinción de los esturiones, se dirigió por instinto al lugar donde últimamente suceden todas las cosas terribles y misteriosas: la catedral.

Franqueado el control policial, Deveraux no se sorprendió al ver que la bellísima Sandra Martinelli, doctora en Arqueología y editora gráfica de la revista "Enigmas del mundo", había llegado antes que él y ya estaba absorta estudiando unas inscripciones grabadas en el transcepto. "Vamos por buen camino", se dijo.

Un poco más allá, bajo el cimborio, ya se había formado el habitual corrillo negro de agentes de policía, notarios, sacerdotes y empleados de pompas fúnebres. ...click para seguir leyendo... Estaban rodeando el cadáver ensangrentado de un hombre con los pantalones bajados y señales evidentes de haber recibido fuertes golpes en la cabeza. A su lado había un candelabro de bronce.

-Estábamos esperándole Profesor Deveraux- dijo el inspector Rodriguez- no sabemos como resolver esta situación...

Pero un joven agente le interrumpió:

-Es evidente que el móvil fue la agresión sexual. Fíjense en esos golpes, son fuertes pero mal dirigidos, hay que buscar a un hombre de tendencia homosexual, de complexión robusta y poco acostumbrado a las peleas con arma blanca- y miró de reojo al párroco que se puso lívido por un momento.

-¿A usted que le parece esa hipótesis, Deveraux?

-Mal, me parece francamente mal. Si lo que querían era simplemente resolver el caso, haber llamado a la Benemérita. A estas horas ya estaría detenido por lo menos un sospechoso verosímil. Ahora bien, es evidente que si nos han llamado a la Doctora Martinelli y a mi, es que lo que ustedes quieren es escribir una novela de 600 páginas y vender diez millones de ejemplares ¿no es cierto?

-Está bien, profesor Deveraux, ya veo que no se le puede ocultar nada. ¿Qué debemos hacer? - dijo el inspector Rodriguez.

-Empiecen por observar la arquitectura, la nave central, el transcepto y el tramo entre el ábside y el crucero están cubiertos con bóveda de cañón apuntada. Y esto nos lleva al primer enigma: la imagen de la Virgen lactante, la cruz en el retablo de San Idefonso y la hucha del Domund... ¡Forman un triángulo!.

-Obviamente -dijo el joven agente- tres puntos cualesquiera, con tal de que no estén alineados, forman un triángulo, todo eso... Pero entonces calló, fulminado por la mirada del inspector Rodriguez.

-Mmmmm déjenme pensar un poco más... ¿qué les parece esto?.

Y agachándose, el Profesor Deveraux metió la mano en el bolsillo del cadáver y la sacó con un papel negro que extrañamente todavía no había visto ninguno de los presentes.

-Miren este documento, es sospechoso, está impreso en letra blanca sobre fondo negro. Y dice "No faltan algunos que, sin fetidez, emiten por el fondo sonidos tan armoniosos, que se diría que cantan por esa boca". Buscando este extraño fragmento en google tendremos una orientación de por donde debemos dirigir la trama. Y pronto podremos empezar a viajar a diferentes escenarios, resolveremos algunos enigmas -que siempre agradan al aficionado a los sudokus- y también habrá escenas de sexo, algo de violencia, etc ..

-Es usted extraordinario, Profesor Deveraux.

-Inspector Rodríguez, siento decirle que usted va a ser uno de los malos y que por consiguiente, sobre la página 400 se va a caer desde un Moai en la isla de Pascua. Habrá una conocida secta implicada en el caso, también aparecerán los Rosacruces, el Santo Padre, un paracaidista, un físico loco italiano... Y ahora, si nos disculpan, vayan desalojando la Catedral. La Doctora Martinelli y yo debemos copular apasionadamente sobre este banco de madera. Es necesario para crear el primer elemento de tensión erótica. ¿Usted que opina, Inspector, la madera de los bancos es negra o se trata de una pátina oscura causada por la acumulación de humos de cirio, sudor y gases de los feligreses?

Pero el Inspector no contestó, estaba asumiendo con resignación su condición de víctima necesaria para el éxito editorial y alzó los ojos preguntándose por que el autor, que soy yo, le había abandonado.

-Por casposo.

Con desgana y cierta irritación envidiosa, el corrillo de agentes y notarios se fue deshaciendo en dirección a la puerta, sin poder evitar dar una mirada de reojo a la Doctora. Y la prefiguraron con las nalgas blancas sobre el asiento de madera negra, la respiración agitada, un pie en cada reclinatorio y la mirada perdida en la cúpula gallonada de la catedral.

Cuando por fin salieron, la Doctora Sandra Martinelli ya había dejado la lupa junto al cadáver y estaba desabrochándose la blusa.

-¿Y no sería mejor hacerlo sobre el altar?

-En absoluto, Doctora Martinelli. Para vender, hay que escandalizar levemente al lector bienpensante, pero para la primera página el altar sería excesivo. Todo en su justa medida, nos quedan 599 páginas. ¡Oh, los cabritillos!

No continuará.