Los Reyes Magos
Recuerdo perfectamente que mi hermana me dijo "los Reyes son los padres" y como me quedé perplejo ante una mentira tan irreverente, ella me acompañó por el pasillo tenebroso hasta llegar a la habitación de los padres, que era un lugar prohibido. Y al encender la luz vi la cama alta con la colcha de punto, las butacas y el armario ropero. Alargó la mano para abrir la puerta de madera del armario y a mi me pareció como violar el recinto sagrado de un templo. Dentro estaban las toallas pulcramente plegadas, el perfume de lavanda y los regalos de los Reyes Magos.
En lugar del arco y las flechas que yo había pedido, habían comprado una diana de velcro. Al ver la diana, que no me gustaba, pude imaginarme perfectamente a mi padre en la tienda con el arco en la mano, pensando que todas las flechas irían a parar a los ojos.
En aquel momento mis padres dejaron de ser dioses para pasar a ser personas, personas benefactoras y amadas, pero con un poder limitado.
Ayer, después de que hubiera preguntado varias veces, mi mujer le dijo a mi hijo que los Reyes son los padres. No se como lo ha encajado, no he tenido tiempo para hablar con él a solas y esta tarde me tengo que marchar de viaje.
Yo no hubiera querido participar en esta mentira. No es fantasía, la fantasía consiste en inventar mundos, pero esos mundos nunca interfieren con el real. Se hace con buena intención, pero es una mentira, la primera mentira seria que se dice a los niños, la que prepara el terreno para que después crean que las buenas acciones son recompensadas y que el mundo es un lugar justo. Pero no hacerlo implicaba adoptar una posición muy extrema, entre tanta cabalgata de Reyes y tantos amigos, primos y regalos diversos. Tuve que transigir y adaptarme a las opiniones de los demás, así es la vida.
En lugar del arco y las flechas que yo había pedido, habían comprado una diana de velcro. Al ver la diana, que no me gustaba, pude imaginarme perfectamente a mi padre en la tienda con el arco en la mano, pensando que todas las flechas irían a parar a los ojos.
En aquel momento mis padres dejaron de ser dioses para pasar a ser personas, personas benefactoras y amadas, pero con un poder limitado.
Ayer, después de que hubiera preguntado varias veces, mi mujer le dijo a mi hijo que los Reyes son los padres. No se como lo ha encajado, no he tenido tiempo para hablar con él a solas y esta tarde me tengo que marchar de viaje.
Yo no hubiera querido participar en esta mentira. No es fantasía, la fantasía consiste en inventar mundos, pero esos mundos nunca interfieren con el real. Se hace con buena intención, pero es una mentira, la primera mentira seria que se dice a los niños, la que prepara el terreno para que después crean que las buenas acciones son recompensadas y que el mundo es un lugar justo. Pero no hacerlo implicaba adoptar una posición muy extrema, entre tanta cabalgata de Reyes y tantos amigos, primos y regalos diversos. Tuve que transigir y adaptarme a las opiniones de los demás, así es la vida.
Comentarios
Por cierto, dicen que la iglesia ha perdonado a los Beetles que fueron condenados en su dia per decir que eran mas importantes que Jesucristo. Menuda osadia!
Se niegan a afirmarlo, es como una fe que les queda de que sus padres no pueden haberles mentido. Hay que decírselo.
"Supongo que algo se tambaleó en ella, como el tiempo en que descubrió la muerte"
Por lo menos a mi me causó un sufrimiento importante.
Sí, es posible que crean que una vez que los Reyes no existen ya no habrá regalos. De hecho, al saberlo su mente le llevó a otra fuente de regalos y preguntó si el ratoncito Pérez tampoco existía. No es lo mismo que santos y cumpleaños, ahí saben que se trata de abuelos, tíos, etc, personas reales, pero estos regalos de origen mágico son otra cosa. Y estimulan su imaginación: mi hijo se pidió dormir esa noche en el salón para pillarlos y de hecho consiguió "ver" a uno: llevaba una capa roja.
Es un engaño, pero bonito. Los hay peores.
Besitos y vivan los reyes magos!!!!
Besos
Los niños aprenden pronto los mecanismos de verdad-mentira; aunque quisiéramos preservar su inocencia, aunque quisiéramos ser absolutamente honestos con ellos, la vida está repleta de situaciones de este tipo, y tarde o temprano van a tener que enfrentarse a decepciones parecidas. Y espera cuando sean adolescentes....
Por cierto, yo soy de los Reyes.
Recuerdo que un 5 de enero de hace treintatantos años, mi hermano y yo nos relevamos para hacer guardia toda la noche, vigilando por la ventana, y nada... ni rastro de las escaleras de los camiones de bomberos que llevaron los Reyes en la cabalgata, para acceder a las casas. A partir de aquella noche, empezamos a sospechar que aquí fallaba algo.
Y comprendo que te sientas mal, Frikosal, porque creo que -con todo respeto también a tus decisiones- haces un gran daño a tus hijos. La educación consiste en permitirles que desarrollen recursos para ser felices en la realidad, no en la ficción. Y permitir que aterricen en un mundo falso, edulcorado y engolosinado, que no es el real, no sirve mas que para obligarlos a que un día desanden lo andado. Tengo más argumentos: ¿No conocéis a personas que recuerdan su infancia como la parte más maravillosa de su vida? Siempre me ha parecido una gran tragedia, porque la vida real es bella, lo que ocurre es que hay que aprender a ver su belleza y su drama, sin alienarse en la fantasía. ¿Es más bello que unos "Reyes" desconocidos regalen juguetes? ¿Más bello que el amoroso cuidado de los padres, que responde a un motivo real? Ay, pero con todas esas trampas damos entrada a la magia, no a la fantasía. Así, se es capaz de pensar, ya de adulto, que la mejor manera de conseguir que alguien te quiera podría estar en la realización de un ensalmo o en un embrujo.
No soy quien para dar consejos a nadie; pero Séneca, que sí los daba, decía: "Te enseñaré una receta para ser amado, sin necesidad de encantamientos de bruja: Si quieres ser amado, ama."
Bastante tenemos con perder la inocencia por nosotros mismos según vamos cumpliendo años. No creo que sea necesario ese rito de desilusión infantil, la verdad.
Prefiero que los niños se tomen los regalos de Navidad comoun premio a su dedicación en la escuela o en su comportamiento diario.
Salud.
Frikosal estaré en Barcelona :))) espero conocerte pronto!
No recuerdo si mi mujer o mi hermana explicaba que uno de sus mayores traumas infantiles fue el día que supo y entendió que dentro de su cabeza había una horrible calavera.
Con el que no puedo es con el Ratoncito Pérez. Ese enano me trae loco. "¿Pero como ha subido a mi cama con esta caja de colores?" Y yo que sé, le respondo incapaz de venderles una teoría insostenible.
Al momento se olvida del tema y me pregunta si existen los dragones, o que ha pensado como hacer una casita de papel para mariposas, o que la profesora le ha dicho que su dibujo es el mejor que jamás ha visto.
Son de otra especie, no tengamos prisa en civilizarlos, eso si que debería hacernos sentir mal.
Mi mujer, al contrario, fabula con ellas hasta más allá de lo imaginable. A cada una según su edad. Y ellas la miran absortas, disfrutando.
En momentos así quizás funcione intentar pensar como ellos en vez de forzarles para que piensen como nosotros.
No sé, bastante tengo con ir trampeando el día a día.
Jesús A.
jijiji
Jesús, Antídoto, etc, como os podéis imaginar yo no lo veo como vosotros, pero esta es la gracia de la humanidad, que cada uno tiene su opinión y no se deja convencer fácilmente.
Gise, disfruto -dentro de mis posibilidades- justamente diciendo cosas raras :)
Un abrazo a todos/as.
Al único agujero que me atrevo a entrar es al del metro
Creo que en los niños hay que explotar su imaginación y entusiasmo aunque sea con pequeñas mentiras. Lo malo no es la mentira, sino el daño que produce, y en este caso, la cara de júbilo que pone un niño con el asunto de los reyes y los juguetes es una droga para los padres que, queriendo olvidarse del resto del mundo real y cruel, por un momento también querrían ser niños y creer que es verdad.
Yo no dejo de sentirme hipócrita al pensar que también participo de ésta mentira y lo mires por donde lo mires no tiene por donde justificarse. Me lo tomo como un juego en el que nos divertimos todos.
Mi admiración por la postura de Animal de Fondo.
bon voyage!
¿Qué postura tomaría ahora, si tuviera hijos? Leyendo todos los comentarios, no lo había pensado y me han entrado dudas.
Alguien que aboga por la verdad verdadera ha hablado de magia, en un sentido negativo. También se habla de farsa, de mentira infame. No creo que sea así. Si se hace creer que son los Reyes Magos no es por hacerles daño o mentirles descaradamente, regocijándonos en su inocencia.
No creo que la fantasía o la magia sea mala en sí, y no estoy hablando de encantamientos y estupideces adivinatorias.
Aún así, no sé lo que haría. De todas formas, para mí será un problema menor. No pienso tener hijos.
Un abrazo.
Cuando uno nace, aterriza en un mundo que posee unas reglas de juego, que van desde la ley de la gravedad hasta las leyes de la supervivencia genética, pasando por una infinitud de reglas convenidas acerca de nuestras relaciones sociales, materiales y espirituales. En ese campo inmenso de facetas a descubrir es donde uno se moverá, con mayor o menor éxito, a lo largo de su vida. Pues bien, lo que yo defiendo es que si enseñamos a los niños, queriendo o sin querer, reglas que son falsas, no hacemos mas que entorpecer su desarrollo mental, que tiene, entre otras cosas, por objeto, saber utilizar los recursos que el mundo, donde incluyo la sociedad, les brinda. Igual que no sería sensato enseñarles las reglas del póker diciendo que los doses valen más que los ases, no es sensato mentirles acerca de las razones de nuestros afectos y de nuestros regalos. El motivo de que a los niños se les haga regalos es el amor paterno, no un capricho oriental. Los regalos son fruto del trabajo de los padres, no consecuencia de unas frases pronunciadas delante de una varita mágica. Y para colmo, me parece que la realidad siempre es mucho más bella que la ficción, y que la atención que pueda tener con nosotros otro hombre de carne y hueso, trabajador y falible, es más deseable que la que pueda tener cualquier Rey, sea de la realidad o de la ficción. Presentando a los niños unos reyes como de los que hablamos les introducimos en la mente muchos valores y conceptos que yo considero equivocados. El primero, que la palabra Rey pueda asociarse a la bondad desinteresada; el segundo, que haya distancias jerárquicas entre la humanidad, unos sobre los camellos y otros aplaudiendo; el tercero, que el amor pueda ser fruto de algo que está fuera de la luz de la razón en lugar de ser algo, como es, que necesita de mucho entendimiento y también de mucha voluntad. Con este engaño, junto con la bondad a plazo fijo de la navidad, se colocan pequeñas bombas de tiempo en nuestra mente, que nos harán admitir hechos inexplicables luego en nuestra vida. Si no se siembra en la mente de un niño la idea de milagro, es muy difícil hacerlo después en la mente de un adulto. Sin esas infiltraciones de la infancia, todo el mundo sería como Anatole France, que pidió en Lourdes, al ver la sala de las muletas, que lo llevaran a la sala de las piernas artificiales que, naturalmente, no existe. Desde que en el mundo se inventó que las sociedades tengan personas que no producen y que viven a costa del trabajo de los demás, y que pienso que fueron los primeros hechiceros y magos, se ha necesitado infundir en los que sí producen una inseguridad mental suficiente como para que estén dispuestos a alimentar a tales gurús. En resumen, aunque la vida en sí es muy sencilla, hay muchas fuerzas sociales empeñadas en enturbiarla para su interés propio y a costa de los demás.
Así que cuando me refería a magia, quería decir todo aquello que abre la posibilidad de la superstición en nuestras mentes. Y en cuanto a la verdad verdadera, pues sí, es lo que defiendo (por eso llamo por teléfono desde Yoigo ;-)). Y con muchísimo más énfasis en la infancia, ya que es sabido que en esa edad estamos indefensos en cierto sentido, por nuestra incapacidad de elaborar respuestas a muchos de los sucesos, todavía incomprensibles, que nos vemos obligados a abordar.
Y en cuanto a los hijos, he compartido tu postura muchos años, e incluso dije que de este agua no beberé y que este cura no era mi padre, pero ahora tengo tres niños.
Saludos.
¿Eres psiquiatra o psicólogo?
Mera curiosidad.
Un compañero de colegio se hizo psicoanalista, y me contó que, cuando fue a la sociedad psicoanalítica internacional, con la intención de hacerse el psicoanálisis obligado para ellos, lo primero que le dijeron fue: Bueno, ¿tú que problema tienes?. Él se sorprendió hasta que su psicoanalizador le dijo: mira, ve al grano, que todos nos hemos metido en esto para resolver algo. Me parece que está divertido; además, seguramente es el mismo caso de todos los demás, yo incluido, claro ;-)
Espero que mi comentario no lo hayas interpretado como una crítica. En realidad, estaba intentando ponerme en mi infancia, pensaba qué hubiera preferido de niña (en el fondo, porque creo que tienes razón).
Lamentablemente, no lo consigo. No recuerdo si sentí rabia o decepción al saber que me habían mentido. Supongo que un poco sí.
En todo caso, me parece admirable lo que has hecho, en serio.
Con lo de los hijos, no creo que cambie de opinión, pero, es verdad, no puedo decir que de esa agua no beberé.
Otro saludo para ti.
Preguntaba si eras psiquiatra o psicólogo por la seguridad que muestras a la hora de definir lo que es adecuado y lo que no lo es en el desarrollo de un niño. A pesar de que consideres que la realidad es mucho más bella que la ficción, y que la magia abre la posibilidad de superstición en las mentes tiernas de un crío, no deberíamos olvidar la importancia de lo representativo, de lo imaginativo en edades tempranas. A través de la ficción, el niño se enfrenta con sus deseos, preocupaciones y anhelos. Su imaginación es como un barómetro.
Yo no soy profesional de la salud mental; estudié tres años de psicología, lo que equivale a nada, pero tengo -como tu- mi propio criterio. Por eso dudo de que desde nuestra (tuya y mía, por ejemplo) capacidad de pensar por nuestra cuenta, seamos capaces de discernir si determinadas reglas "falsas" entorpecen el desarrollo mental de un niño o, (pensando también por nuestra cuenta) que seamos capaces de saber que quien utiliza a los Reyes Magos está haciendo daño, evidentemente inconsciente, a sus retoños.
Lo mejor es actuar con coherencia y, sobretodo, con un mínimo conocimiento de causa. Y creo que ni tu ni yo tenemos ese conocimiento...;)
Un abrazo.