¿Qué será de mis pirámides?
Los rituales funerarios se celebraron correctamente y el espíritu del Faraón se despertó al cabo de unos días en el interior de su esplendida pirámide. Las fantásticas escenas de la laguna que mandó pintar también cobraron vida: los patos, las garzas y las mariposas empezaron a revolotear al calor de la imagen del sol. Y sus esclavos favoritos acudieron a reverenciarle. Pero el Faraón estaba cansado, la muerte no es un trámite fácil. De modo que decidió echarse una cabezadita antes de mandar a los esclavos aparejar el carro de caza.
Apenas habían pasado 4000 años, una parte infinitesimal de la eternidad, cuando despertó de nuevo. Pero su espíritu ya no estaba en la pirámide, si no solo y desnudo en una extraña sala de paredes asépticas llena de momias. "¡Me cago en la leche! ¿Donde me han metido estos cabrones?", se preguntó.
Una pirámide se construye para ser recordado eternamente y así alcanzar un cierto tipo de inmortalidad. Como los ciudadanos del montón no tenemos el poder de los faraones ni el de los presidentes de clubes de fútbol, no alcanzamos para pirámides y debemos contentarnos con tener hijos, plantar arboles, escribir libros. E incluso menos: decorar casas, escribir blogs, hacer fotos.
Pero los pobres faraones han acabado en un museo de Londres y sus pirámides son pasto de los turistas. Las salas donde yacen indignamente, son las pirámides de otros hombres que quisieron levantar museos. Si ellos, siendo casi omnipotentes, fracasaron en su deseo de permanecer inmortales y felices, ¿a que podemos aspirar nosotros? ¿que será de de mis pirámides, que son simples bytes y fotos de insectos? Como las ilusiones de un niño, apenas serán lágrimas en la lluvia.
Apenas habían pasado 4000 años, una parte infinitesimal de la eternidad, cuando despertó de nuevo. Pero su espíritu ya no estaba en la pirámide, si no solo y desnudo en una extraña sala de paredes asépticas llena de momias. "¡Me cago en la leche! ¿Donde me han metido estos cabrones?", se preguntó.
Una pirámide se construye para ser recordado eternamente y así alcanzar un cierto tipo de inmortalidad. Como los ciudadanos del montón no tenemos el poder de los faraones ni el de los presidentes de clubes de fútbol, no alcanzamos para pirámides y debemos contentarnos con tener hijos, plantar arboles, escribir libros. E incluso menos: decorar casas, escribir blogs, hacer fotos.
Pero los pobres faraones han acabado en un museo de Londres y sus pirámides son pasto de los turistas. Las salas donde yacen indignamente, son las pirámides de otros hombres que quisieron levantar museos. Si ellos, siendo casi omnipotentes, fracasaron en su deseo de permanecer inmortales y felices, ¿a que podemos aspirar nosotros? ¿que será de de mis pirámides, que son simples bytes y fotos de insectos? Como las ilusiones de un niño, apenas serán lágrimas en la lluvia.
Comentarios
sí que dan que pensar estas cosas. Lo mismo pasa con las momias de las cumbres andinas, tantos siglos contemplando las cimas para acabar de forma semejante al caso que comentas.
Enlazando con tu post de ayer, no sé si la entomoterapia serviría para alejarse de los malos rollos de la muerte... Sí que ofrece refugio ya que lo miramos como espectadores pero también pone de manifiesto la brutalidad de la selección natural. Es curiosa la naturaleza, las caras tan opuestas que tiene.
Por cierto, muchas gracias por tu extensa respuesta a mi comentario sobre los ácaros parásitos. Efectivamente, me refería a dicho capítulo del libro de Dawkins.
Pero ay! si se toma la pildora roja... descubrira una habitacion sin glamour alguno llena de discos duros esparcidos sobre bases de porexpan sudando las 24 horas hasta reventar. Entonces un sudor frio recorrera su cara pensando: 'si falla el disco de redundancia antes de ser substituido el original... tengo backup de mi obra? y lo que es todavia peor, tengo backup de los comentarios de la pleve?'
-th