En libertad entre las criaturas del río
(pinchad las fotos para ampliarlas)
Hace unos días, a la hora de comer, pude escaparme durante un par de horas. Dejé atrás todas mis responsabilidade (las familiares, las profesionales y las secretas). Y alejándome de la absurda ciudad donde se dice que vivo, salí al monte buscando dos tesoros: la libertad despreocupada y la naturaleza.
Esperaba poderme resguardar del calor en lo más profundo del valle, donde no alcanzan las ondas de la telefonía móvil. Me llevé una alegría al ver que el pequeño riachuelo seguía plantando cara al mes de Julio. No llevaba mucha agua, pero estaba razonablemente límpia. Y sobretodo, no había nadie en kilómetros a la redonda (o eso pensaba yo).
Allí, entre las algas, habitaban los más diversos y sorprendentes animales: el escorpión de agua, el escarabajo buceador, diferentes tipos de libélulas y sus feroces larvas, ranas comunes y ¿quien sabe? tal vez también la prodigiosa culebra de agua que tanto disfruto contemplando.
El escorpión de agua en realidad es un bonachón.
Durante un buen rato disfruté acechando a las libélulas con mi cámara, a pesar de que a esta hora son muy esquivas. Pero a finales de Julio el calor es terrible, y el zumbido implacable de las cigarras aumenta la intensidad de los rayos de sol. La cámara, el trípode y la mochila con flashes y objetivos parecía que pesaban mucho más que al salir de casa. Y allí estaba el río ofreciéndome sus tentadoras aguas.
Como bien sabía Tom Sawyer, pocas cosas hay más placenteras para disfrutar de la libertad robada que un baño prohibido e inesperado en el río. Después de comprobar que no hubiera nadie cerca, me puse el bañador que empleó Adán en el Paraíso terrenal. Y entré en una poza estrecha pero fría y profunda, provocando gran alarma entre los zapateros, el escorpión de agua y diversas larvas que no supe identificar. Esperaba poder notar el tacto escurridizo de la culebra de agua entre los dedos de los pies, pero no tuve tanta suerte.
Es una delicia meter la cabeza dentro del agua silenciosa, dejando los ojos abiertos para que se llenen de la luz verde de algas. Y al salir, oir solamente las cigarras que cantan desde el bosque y pensar en los amigos A., B., D. .... que en ese mismo momento están trabajando en la capital.
Las ninfas del río.
Aquí es donde se bañan las ninfas del río.
Yo no creo en criaturas sobrenaturales de ningún tipo, a excepción de las ninfas de los ríos, que son mujeres mágicas que juegan y rien incansablemente en los rincones más escondidos de los bosques. En estas criaturas hermosas, alegres y despreocupadas si que me da la gana de creer. En contra de lo que algunos dicen, no son malas ni peligrosas, aunque si algo traviesas. Y es sabido que algún fotógrafo que se ha bañado en estas aguas, al salir se ha encontrado con la sorpresa de que un grupo de ninfas semidesnudas le han escondido la cámara y se pasan de una a otra sus ropas durante largo rato, hasta que él accede a sus peticiones.
Con estos pensamientos en la cabeza salí del río. Allí estaba mi ropa, el trípode y la mochila de los objetivos. Me sequé bajo el ardiente sol y regresé a la ciudad absurda donde se supone que vivo. Ya en el coche, las cigarras siguieron cantando. Pero pude oirlas cesar durante un segundo, yo creo que para contemplar a las ninfas recien llegadas.
Hace unos días, a la hora de comer, pude escaparme durante un par de horas. Dejé atrás todas mis responsabilidade (las familiares, las profesionales y las secretas). Y alejándome de la absurda ciudad donde se dice que vivo, salí al monte buscando dos tesoros: la libertad despreocupada y la naturaleza.
Esperaba poderme resguardar del calor en lo más profundo del valle, donde no alcanzan las ondas de la telefonía móvil. Me llevé una alegría al ver que el pequeño riachuelo seguía plantando cara al mes de Julio. No llevaba mucha agua, pero estaba razonablemente límpia. Y sobretodo, no había nadie en kilómetros a la redonda (o eso pensaba yo).
Allí, entre las algas, habitaban los más diversos y sorprendentes animales: el escorpión de agua, el escarabajo buceador, diferentes tipos de libélulas y sus feroces larvas, ranas comunes y ¿quien sabe? tal vez también la prodigiosa culebra de agua que tanto disfruto contemplando.
El escorpión de agua en realidad es un bonachón.
Durante un buen rato disfruté acechando a las libélulas con mi cámara, a pesar de que a esta hora son muy esquivas. Pero a finales de Julio el calor es terrible, y el zumbido implacable de las cigarras aumenta la intensidad de los rayos de sol. La cámara, el trípode y la mochila con flashes y objetivos parecía que pesaban mucho más que al salir de casa. Y allí estaba el río ofreciéndome sus tentadoras aguas.
Como bien sabía Tom Sawyer, pocas cosas hay más placenteras para disfrutar de la libertad robada que un baño prohibido e inesperado en el río. Después de comprobar que no hubiera nadie cerca, me puse el bañador que empleó Adán en el Paraíso terrenal. Y entré en una poza estrecha pero fría y profunda, provocando gran alarma entre los zapateros, el escorpión de agua y diversas larvas que no supe identificar. Esperaba poder notar el tacto escurridizo de la culebra de agua entre los dedos de los pies, pero no tuve tanta suerte.
Es una delicia meter la cabeza dentro del agua silenciosa, dejando los ojos abiertos para que se llenen de la luz verde de algas. Y al salir, oir solamente las cigarras que cantan desde el bosque y pensar en los amigos A., B., D. .... que en ese mismo momento están trabajando en la capital.
Las ninfas del río.
Aquí es donde se bañan las ninfas del río.
Yo no creo en criaturas sobrenaturales de ningún tipo, a excepción de las ninfas de los ríos, que son mujeres mágicas que juegan y rien incansablemente en los rincones más escondidos de los bosques. En estas criaturas hermosas, alegres y despreocupadas si que me da la gana de creer. En contra de lo que algunos dicen, no son malas ni peligrosas, aunque si algo traviesas. Y es sabido que algún fotógrafo que se ha bañado en estas aguas, al salir se ha encontrado con la sorpresa de que un grupo de ninfas semidesnudas le han escondido la cámara y se pasan de una a otra sus ropas durante largo rato, hasta que él accede a sus peticiones.
Con estos pensamientos en la cabeza salí del río. Allí estaba mi ropa, el trípode y la mochila de los objetivos. Me sequé bajo el ardiente sol y regresé a la ciudad absurda donde se supone que vivo. Ya en el coche, las cigarras siguieron cantando. Pero pude oirlas cesar durante un segundo, yo creo que para contemplar a las ninfas recien llegadas.
Comentarios
Donde esta el espíritu de sacrificio? Donde esta el autentico Frikosal que resiste al hedor de la putrefacta carne, escondido en un reducido zulo durante días conteniendo la respiración por tal de atrapar al pájaro de fuego?
La dicha popular lo deja claro: "Mal de Frikosal, consuelo de tontos" y que yo sepa del 'Goce de Frikosal' no dice nada.
-th
Jesús
Respecto a lo de hacer el Orzowei me uno al sentimiento envenenao del anónimo jesús :)
salut
joan
Nada de libido, que yo estuve trabajando cual enano fotografo. Por cierto que ayer regresamos alli con la familia, fue divertido.
Nenito,
Es lo que tienen las ninfas.. siempre imprevisibles.
Martin,
Uy uy uy que la liamos :)
Yorch,
Piensa que utilice mi tecnica de dilatacion selectiva del tiempo, ya contare..
Jesus,
No seas malvado.
Anonimo Cousteau,
Eso de meterme en el rio con tubo y gafas lo he pensado muchas veces pero no lo he hecho nunca, y tiene que ser divertido.
En cuanto a tu pregunta por la Nepa: 1.-Antenas mas cortas que la cabeza insertas bajo los ojos->Nepomorpha;
2.-Tarsos del primer par de patas más cortos que las tibias;
3.-Abdomen con un par de apéndices que forman un sifón respiratorio->Nepa
4.-La única Nepa europea es la Nepa cinerea.
Saludosss
Te falta un notonecta... mi otro recuerdo de las charcas de la infancia, aparte de los escorpiones de agua y los aclaradores...
Eres un filósofo !
Un abrazo.