Autopublicadores anónimos, de Dieter Berglund
Portada de Dghy, de Dieter Berglund (o tal vez una de las muchas parodias que se han hecho de su libro, es difícil saberlo con certeza).
Ya hablamos el otro día de la famosa encuesta Berglund para bloggers y hoy quisiera resumirles otra de las iniciativas del polifacético Berglund (falso zapatero agorafóbico, aficionado a los viajes y a la literatura que vive encerrado en su trastienda dilapidando el patrimonio heredado de su familia).
Después del estrepitoso fracaso de su novela de ciencia ficción autopublicada, Berglund sintió que el mundo se hundía debajo de sus pies. No tanto por la enorme cantidad de dinero que le costó la primorosa edición ilustrada de Dghy si no por la constatación de que absolutamente nadie estaba dispuesto a pagar ni un solo marco por su obra.
Pero incluso estando profundamente deprimido, Berglund es un hombre de recursos (cosa que en el fondo no ignoran quienes le calumnian) y no se resignó al tratamiento farmacológico que le prescribió el psiquiatra del seguro: colocó los ejemplares retornados de Dghy en las estanterías de la tienda y fundó el grupo de Autopublicadores anónimos para encontrar el soporte de otros autores incomprendidos.
Las reuniones del grupo tuvieron lugar en la trastienda de la zapatería. Por turno, cada autor resumía su obra y maldecía a los editores mientras los demás bostezaban con disimulo. Ciertamente, la mayor parte de los textos eran de pésima calidad, falsas novelas históricas de catedrales o simples enumeraciones de crucigramas medievales relacionados con el Grial, con Leonardo Da Vinci o con extrañas sectas ocultistas. Pero entre las actas, publicadas en el blog de Berglund, hay algunos trabajos que merecerían en mi opinión cierta atención por parte de la crítica. Citaré tres títulos que a mi me han interesado:
La levitación sin dolor. Cinco maneras fáciles de vencer a la gravedad, de Hans Shaffer , está entre la autoayuda y el ensayo. Shaffer (licenciado en Filosofía y de profesión guarda jurado) pasa revista a diversas formas de levitar, desde la levitación mística de Santa Teresa, hasta la efímera de quienes se precipitan al vacío, pasando por la genuina de los astronautas, la falsa de los ilusionistas y la extracorpórea de los viajes astrales. El tratado empieza con mucho vigor pero va perdiendo ritmo y la conclusión propuesta por el autor de algún modo se anticipa al triste destino del propio Shaffer.
Los primeros capítulos de El autodiagnóstico en psiquiatria, de Mathias Haller (de profesión conductor de autobuses) son algo parecido a un manual de bricolaje para la psiquiatría. Bajo el lema "hágalo usted mismo", Haller pretende que cada uno de sus lectores pueda saber si es paranoico, esquizofrénico, bipolar.. o normal. Pero según avanza el manual, el autor profundiza en la paradoja que desde el principio subyace en este tratado: la mente enferma (¿o cualquier mente?) no puede verse a si misma de forma objetiva. Hacia la mitad, el libro de Haller cae preso de una especie de paradoja de Russell que le impide avanzar; el resto del texto es una disquisición indigerible que según todos los especialistas reinventa al menos en parte el monumental Principa Mathematica y según algunos incluso alcanza a intuir el teorema de Godel.
Kurt Farinelli, auxiliar técnico sanitario, es el autor de Historia de alli, un ensayo sobre la depilación del vello púbico a lo largo de la historia. Este ameno tratado empieza mencionando a las favoritas del faraón Seneferu, que al parecer son la primera referencia histórica. Continúa después hablando de la Roma clásica, de las clandestinas depilaciones conventuales, de las prácticas rituales en todo el curso del Orinoco y finalmente dedica un capítulo entero a la depilación masculina, popular entre los eunucos de la dinastía Ming, puesta de moda en el siglo XX por un famoso futbolista y actualmente tan popular en los gimnasios de ambiente culturista. El propio Taschen se interesó en editar Historia de alli, pero insistió en que debía ser una edición ilustrada con fotografías. Farinelli estuvo de acuerdo pero solamente en el caso de que el fotógrafo fuera Fontcuberta. Esto paralizó el proyecto y al final Farinelli autoeditó el texto sin ilustrar. Fue un rotundo fracaso.
Al parecer los Autopublicadores anónimos siguen reuniéndose todos los miércoles en la trastienda de Berglund, pero indignados por los comentarios anónimos, dejaron de publicar las actas hace ya casi dos años.
Ya hablamos el otro día de la famosa encuesta Berglund para bloggers y hoy quisiera resumirles otra de las iniciativas del polifacético Berglund (falso zapatero agorafóbico, aficionado a los viajes y a la literatura que vive encerrado en su trastienda dilapidando el patrimonio heredado de su familia).
Después del estrepitoso fracaso de su novela de ciencia ficción autopublicada, Berglund sintió que el mundo se hundía debajo de sus pies. No tanto por la enorme cantidad de dinero que le costó la primorosa edición ilustrada de Dghy si no por la constatación de que absolutamente nadie estaba dispuesto a pagar ni un solo marco por su obra.
Pero incluso estando profundamente deprimido, Berglund es un hombre de recursos (cosa que en el fondo no ignoran quienes le calumnian) y no se resignó al tratamiento farmacológico que le prescribió el psiquiatra del seguro: colocó los ejemplares retornados de Dghy en las estanterías de la tienda y fundó el grupo de Autopublicadores anónimos para encontrar el soporte de otros autores incomprendidos.
Las reuniones del grupo tuvieron lugar en la trastienda de la zapatería. Por turno, cada autor resumía su obra y maldecía a los editores mientras los demás bostezaban con disimulo. Ciertamente, la mayor parte de los textos eran de pésima calidad, falsas novelas históricas de catedrales o simples enumeraciones de crucigramas medievales relacionados con el Grial, con Leonardo Da Vinci o con extrañas sectas ocultistas. Pero entre las actas, publicadas en el blog de Berglund, hay algunos trabajos que merecerían en mi opinión cierta atención por parte de la crítica. Citaré tres títulos que a mi me han interesado:
La levitación sin dolor. Cinco maneras fáciles de vencer a la gravedad, de Hans Shaffer , está entre la autoayuda y el ensayo. Shaffer (licenciado en Filosofía y de profesión guarda jurado) pasa revista a diversas formas de levitar, desde la levitación mística de Santa Teresa, hasta la efímera de quienes se precipitan al vacío, pasando por la genuina de los astronautas, la falsa de los ilusionistas y la extracorpórea de los viajes astrales. El tratado empieza con mucho vigor pero va perdiendo ritmo y la conclusión propuesta por el autor de algún modo se anticipa al triste destino del propio Shaffer.
Los primeros capítulos de El autodiagnóstico en psiquiatria, de Mathias Haller (de profesión conductor de autobuses) son algo parecido a un manual de bricolaje para la psiquiatría. Bajo el lema "hágalo usted mismo", Haller pretende que cada uno de sus lectores pueda saber si es paranoico, esquizofrénico, bipolar.. o normal. Pero según avanza el manual, el autor profundiza en la paradoja que desde el principio subyace en este tratado: la mente enferma (¿o cualquier mente?) no puede verse a si misma de forma objetiva. Hacia la mitad, el libro de Haller cae preso de una especie de paradoja de Russell que le impide avanzar; el resto del texto es una disquisición indigerible que según todos los especialistas reinventa al menos en parte el monumental Principa Mathematica y según algunos incluso alcanza a intuir el teorema de Godel.
Kurt Farinelli, auxiliar técnico sanitario, es el autor de Historia de alli, un ensayo sobre la depilación del vello púbico a lo largo de la historia. Este ameno tratado empieza mencionando a las favoritas del faraón Seneferu, que al parecer son la primera referencia histórica. Continúa después hablando de la Roma clásica, de las clandestinas depilaciones conventuales, de las prácticas rituales en todo el curso del Orinoco y finalmente dedica un capítulo entero a la depilación masculina, popular entre los eunucos de la dinastía Ming, puesta de moda en el siglo XX por un famoso futbolista y actualmente tan popular en los gimnasios de ambiente culturista. El propio Taschen se interesó en editar Historia de alli, pero insistió en que debía ser una edición ilustrada con fotografías. Farinelli estuvo de acuerdo pero solamente en el caso de que el fotógrafo fuera Fontcuberta. Esto paralizó el proyecto y al final Farinelli autoeditó el texto sin ilustrar. Fue un rotundo fracaso.
Al parecer los Autopublicadores anónimos siguen reuniéndose todos los miércoles en la trastienda de Berglund, pero indignados por los comentarios anónimos, dejaron de publicar las actas hace ya casi dos años.
Comentarios
Sonriendo...
¡Qué mundo!
Un saludo.
Me interesa mucho el libro de Mathias Haller. Si tiene un ejemplar le agradecería que me lo prestara.
Muchas gracias.
Verá usted que he colocado la portada que me envía (espero que no le importe). Pero no puedo asegurar que sea la verdadera. Corrieron muy pocos ejemplares y la obra de Dieter fue tomada a pitorreo, ¿quien sabe si no se trata de una parodia?. Como Dieter se niega a vender los ejemplares que hay en de su zapatería, ya son casi objetos de culto.
Ya me gustaría tener el libro de Haller..
Estoy convencido de que la portada es auténtica. Está demasiado bien hecha. No creo que nadie se entretenga a perder el tiempo diseñando portadas falsas. Yo no lo haría, vamos.
Si sabe cómo conseguir alguno de esos libros, avíseme si es tan amable.
Yo creo que algunos de los autores de best sellers de mayor éxito jamás serán admitidos en la trastienda de Berglund: por pesados, por irrelevantes y por falsos.
Bravo NMP por la búsqueda del ejemplar, este sí que es de los que alimenta el espíritu...
Abrazos pa todos.
(¿las monjitas se depilan clandestinamente?)
Desde luego la portada está demasiado bien hecha para ser un fraude, yo de momento la doy por auténtica.
Uno de mis proyectos es ir a Freiburg a visitar y fotografiar a Berglund, sería fantástico poder asistir a una de esas reuniones de autopublicadores anónimos. Lástima que no sepa alemán.
Yo le acompaño igualmente si no es molestia claro.