Aeshna cianea y la vida en el río
Aeshna cianea, volando sobre aguas estancadas a finales de Agosto.
Este es un río humilde en caudal, que suele secarse a finales de verano. En Julio y a principios de Agosto las grandes libélulas emperador (Anax imperator) patrullan incansables arriba y abajo. Pero después de un par de semanas la temperatura baja. Justo cuando empieza a ser conveniente dormir con una manta, las Anax desaparecen y yo me aflijo pensando que el fin del verano es inminente. Entonces, como si todo estuviera orquestado, aparecen las Aeshnas, que son tan grandes y arrogantes como las Anax pero pueden resistir mejor los primeros fríos.
Pero el río ya está cenagoso, con zonas estancadas y putrefactas por las que avanzo con asco, recordando el esplendor de la primavera cuando las grandes orquídeas crecen frescas junto a la orilla y parece que el buen tiempo tenga que ser para siempre.
Ahora, a principios de Diciembre los días son húmedos y el paisaje me parece muy triste. Es este el momento de estar junto al fuego y hacer planes para la próxima primavera. Este año espero poder dedicar un día entero a recorrer el río. Debo andar un buen rato, siempre solo, más allá de la carretera y los campos, dejando atrás el prado de las Zyagenas. La ropa y los zapatos se quedan en la orilla y yo sigo con la mochila de la cámara y el trípode, andando aguas arriba maravillado por las orquídeas, buscando a la serpiente de agua, a la tarántula y al lagarto ocelado.
Nunca pasa nadie por aquí, ni siquiera los cazadores que prefieren terrenos más abiertos. Me da la impresión de que estoy en un lugar completamente salvaje, como si fuera un fauno, con un goce de vivir que ahora en invierno me cuesta imaginar.
Este es un río humilde en caudal, que suele secarse a finales de verano. En Julio y a principios de Agosto las grandes libélulas emperador (Anax imperator) patrullan incansables arriba y abajo. Pero después de un par de semanas la temperatura baja. Justo cuando empieza a ser conveniente dormir con una manta, las Anax desaparecen y yo me aflijo pensando que el fin del verano es inminente. Entonces, como si todo estuviera orquestado, aparecen las Aeshnas, que son tan grandes y arrogantes como las Anax pero pueden resistir mejor los primeros fríos.
Pero el río ya está cenagoso, con zonas estancadas y putrefactas por las que avanzo con asco, recordando el esplendor de la primavera cuando las grandes orquídeas crecen frescas junto a la orilla y parece que el buen tiempo tenga que ser para siempre.
Ahora, a principios de Diciembre los días son húmedos y el paisaje me parece muy triste. Es este el momento de estar junto al fuego y hacer planes para la próxima primavera. Este año espero poder dedicar un día entero a recorrer el río. Debo andar un buen rato, siempre solo, más allá de la carretera y los campos, dejando atrás el prado de las Zyagenas. La ropa y los zapatos se quedan en la orilla y yo sigo con la mochila de la cámara y el trípode, andando aguas arriba maravillado por las orquídeas, buscando a la serpiente de agua, a la tarántula y al lagarto ocelado.
Nunca pasa nadie por aquí, ni siquiera los cazadores que prefieren terrenos más abiertos. Me da la impresión de que estoy en un lugar completamente salvaje, como si fuera un fauno, con un goce de vivir que ahora en invierno me cuesta imaginar.
Comentarios
Abrazos
;-)
Aprendí a tirarme de cabeza desde una roca, la más bajita, que siempre he sido algo miedosa.
Y a no sentir asco al pisar musgo en la piedra mojada, simplemente, a saber que el resbalón era más que probable.
Aprendí que lo más fácil para no caerse entre las piedras de río es caminar rápido.
Una vez vi una trucha bien grande buceando a mi lado.
El fondo del río estaba lleno de piedras preciosas, y, al darme la vuelta, podía ver zapatos mágicos sobre mí. También había tábanos traidores, y un sapo enorme que se me subió a un pie. Y un día me enredé, junto a una avispa agonizante, en una telaraña.
Golpeándolas, consigues que las piedras huelan a humo.
Y el agua está fría. Y en medio de la corriente no puedes hablar porque nadie oye a nadie.
Las piedras preciosas del fondo se han cubierto de una capa de arena o fango.
Yo nadaba mal, pero buceaba bien... y lo sigo haciendo, porque le gano al fango y llego a donde están los zapateros y una niña que intenta hacer botar piedras planas en el cristal escurridizo de mi gran Tiffany.
Gracias por permitirme extenderme. últimamente, es aquí y allí donde consigo escribir.
Será que el frío de España me ha calado los huesos? pero sí que me dió escalofíos oir que te metes al río!
Respuesta: sí
A mí me dan asco las aguas ensuciadas por los sapiens, no ésas.
Una vez fuimos a explorar la cueva de Alba, en el valle de Benasque, pero por la boca superior, que está sobre el lago de Alba, a 2000 y pico metros. Acarreabamos tanto material que tocaban a un promedio de 42 kg por persona y la expedición fué un absoluto fracaso. Se nos enredaron las cuerdas, perdimos material en el barro y no podiamos hacer nudos con los dedos medio congelados. Para colmo, el vapor que se evaporaba de nuestros cuerpos hacia que todas las fotos salieran quemadas por el flash (se puede aguantar el vaho de la respiración, pero no la transpiración, que yo sepa). Resumiendo, que decidimos volvernos sin pasar de los 100 metros de profundidad de los 500 que tiene la travesía. El caso es que nunca me ha pesado más el barro como entonces, era como si estuviera maldito, hasta el punto que nos obsesionamos con quitarnoslo de encima a toda costa, obligándonos a meternos en el lago, en pleno invierno, teniendo que romper el hielo previamente. Nuestros alaridos atrayeron la atención de unos escaladores que subían al pico de Alba, y supongo que pensarian que nos estábamos ahogando. Ellos, con sus forros y reforros alucinaban, y se quedaron impertérritos hasta que acabó el espectáculo sin mediar palabra. Solamente por ver sus caras ya valió la pena la aventura. Al año siguiente, con la lección aprendida y mucho menos peso, la travesía de Alba cayó.
El verano pasado fuí con los peques al valle y me acerqué a la boca de la cueva. En cinco metros de recorrido desciende la temperatura 10 grados. Ese aire frío me recorrió el cuerpo como un fantasma como la primera vez.
Tus experiencias nos inspiran, y de qué manera!
Pues el Egregio Agrimensor. Quién si no.
aahhhh diablillo