El ajedrez y yo

Al ver un tablero de ajedrez todavía ahora me viene a la memoria el olor a tabaco y aceite rancio que había en el viejo club donde mi padre solía jugar. En la planta baja había un restaurante barato y los vapores del menú, que entonces costaría 450 pesetas, subían sin dificultad hasta el primer piso para mezclarse con la densa atmósfera de café y Ducados que tanto inspiraba a los ajedrecistas. En casa, mi padre tenía un armario lleno de libros de ajedrez y le gustaba pasar las tardes estudiando la defensa siciliana y el gambito de dama, o por lo menos esos son los nombres que ahora recuerdo. Los domingos tenía partida, y alguna tarde entre semana se iba al club a jugar. A los catorce o quince años empecé a subir yo también al club, sin ser socio, y empecé a acostumbrarme a jugar -y perder- todas las partidas. Allí estaba también mi profesor de Latín, y recuerdo que me desaconsejó que jugase partidas rápidas.

A los 18, cuando hacía COU, volví a jugar, un poco más en serio, con dos amigos de la clase. Al salir de la escuela de curas nos íbamos a lo que se llamaba "El casino" pero en realidad era un bar decadente, supuestamente solo para socios, donde había tableros y podíamos jugar. Uno de mis amigos era muy bueno, llegó a ser algo así como un jugador de primera división nacional. El otro era regular, pero se obsesionó con el ajedrez. Dejó los estudios y se pasó años practicando, hasta llegar a la misma categoría que el primero. Entre esta y otras fijaciones consiguió arruinar su vida. Yo por mi parte enseguida vi que aquello no era lo mío. Siempre me fallaron los detalles, me dejaba un caballo olvidado o un peón sin defender y terminaba perdiendo. Lo dejé. Las dos aficiones de mi padre fueron la botánica y el ajedrez, y en ambas fui un desastre.

En fin todo esto no es más que un largo rodeo para decirles que hay una aplicación interesante para teléfonos, y para el iPad. Se llama "ajedrez#" ( "chess#") y en principio es gratis. La gracia que tiene es que se adapta automáticamente a tu nivel de juego, y comete errores tan estúpidos como los míos, de forma que es posible ganarla. Al llegar a un cierto nivel, que no es muy elevado por que yo ya lo he alcanzado y repito que el ajedrez no es lo mío, hay que pagar una pequeña cantidad para que siga aprendiendo.

El ajedrez, al llegar a los 43 años, ha resultado ser un ejercicio bueno para mi mente. En momentos atribulados, me obliga a estar pendiente de un microcosmos ordenado y predecible. Jugando, mi mente deja de vagabundear perdida entre pensamientos negros que no me convienen. Y recuerdo la importancia de saber por lo menos las aperturas básicas, que mi padre trató en vano de enseñarme, pero ahora ya se que nunca podré aprenderlas.

En fin, nadie es perfecto y yo lloré al final de Peter Pan.

Comentarios

nomesploraria ha dicho que…
Ay Señor. Yo apenas alcanzo a leer prospectos de medicamentos.
Erelea ha dicho que…
De igual manera que hay que hacer un mínimo de ejercicio físico, es imprescindible mantener en marcha el cerebro.
Hablando de cerebros, con el entrenador de cerebros de la Gameboy de mi hijo he vuelto a hacer las operaciones matemáticas sencillas con un mínimo de agilidad, que me daba vergüenza tirar de calculadora para sumar 4 o 5 números.
Vade retro, Alzheimer.
Joselu ha dicho que…
Mi padre también intentaba enseñarme pero yo no fui un buen alumno. Él era un jugador excelente, muy intuitivo, y nunca leyó un libro. En una ocasión en los años cuarenta jugó unas simultáneas contra el campeón del mundo Mijail Alekhine. El campeón jugaba contra veinte tableros, en uno estaba mi padre. Alekhine venció en todos y al llegar con mi padre se quedaron solos frente a frente. El ruso propuso tablas a mi padre, lo que era un excelente resultado, pero mi padre las rechazó, continuó la partida y terminó ganando al campeón. Fue el único tablero en que perdió.

Dicho esto, me doy cuenta de que yo no he heredado esa facilidad ni esa intuición. Soy demasiado arriesgado sin valorar las consecuencias. Me cuesta retenerme. No soy bueno. Pero es cierto que en momentos de mi vida, el ajedrez ha sido para mí una actividad muy importante. De hecho, dos amigos y yo montamos una masía en el Berguedà que duró varios años hasta que nuestra rivalidad en el ajedrez nos enfrentó y separó. El ajedrez es un juego psicológico de primer orden, y produce conflictos personales, como bien pudimos ver en los duelos de los años ochenta entre Spasky y Fisher, o entre Kasparov y Kchornoi (no sé si se escribe así).

Es un juego apasionante, pero me hubiera gustado ser más hábil.
frikosal ha dicho que…
Caramba Joselu, me has impresionado. Es cierto, produce enfrentamientos. Con la llegada de los ordenadores, lo mejor es jugar dos personas contra la máquina. Pero yo soy un inútil..
Si tienes un iPad, bájate el "chess#", vas a disfrutarlo, es muy bueno y puedes empezar con la versión gratuita. La de pago cuesta si mal no recuerdo 8 euros.
Albert ha dicho que…
Mi abuelo era fotógrafo y ajedrecista, sus dos grandes pasiones. Creo recordar que como ajedrecista, llegó a ser algo así como "maestro nacional" pero no recuerdo exactamente. Lo veía horas y horas jugando contra el mismo y ensayando jugadas. Yo aprendí de el, pero soy sumamente despistado y disperso, y aun que parece que jugaba bien, después de alguna competición lo dejé aparcado, hacía un gran planteamiento de la partida, pero al final siempre perdía... igual que a usted, Dr. los despistes me pasaban factura.
De todas formas, de el he heredado el amor por la fotografía, en la que si me he defendido siempre mejor.
Pero siempre me quedan esos recuerdos de horas de jugar o ver jugar a mi abuelo esas interminables partidas...
Gracias por traerme de nuevo esos recuerdos a la mente Dr.
Osselin ha dicho que…
Pasé cinco años de torneos en la Federación Catalana. No era demasiado muy bueno pero tampoco demasiado malo.
Recuerdo con apasionamiento los finales de peones.

De todas formas no nos engañemos, como tener el rival delante con los cronómetros funcionando no hay nada.

Mirale a los ojos cuando sabes que hay un mate en 7 o cuando cae en una celada o un sacrificio de pieza.
Pactar unas tablas con un jugador muy superior y conseguirlas.

¡Cuántos recuerdos!
fenixavisunica ha dicho que…
Por quitar un poco de hierro al asunto, cuando conocí a mi suegro, catedrático de universidad y uno de los primeros alpinistas españoles, todo un personaje que hoy en día llamaríamos friki, intenté impresionarlo delante de mis futuras esposa y suegra describiéndole todo el entrenamiento físico que yo hacía (por aquel entonces)y lo mucho que leía todo tipo de literatura de ensayo.
Impasible, me contestó que él el único ejercicio físico e intelectual que hacía era cuando resolvía su problema de ajedrez del periódico, puntualmente tras cada comida, en el WC de casa.

Después de aquel corte no volví a intentar bacilarle a mi suegro, y me contenté con ser yo mismo sin fanfarronadas.

Hoy este venerable señor, que sigue siendo un friki que juega on-line al ajedrez con gente 50 años más joven que él, va para los 90 años sobrado de cerebro, y cada día me doy más cuenta del sentido que tenía aquella frase.
frikosal ha dicho que…
Bueno, yo creo que debes felicitarle, defecar puntualmente es algo que no está al alcance de todo el mundo y posiblemente esa haya sido una de las claves de su buena salud. Ni eso destaco yo !
Liuva ha dicho que…
El ajedrez es un deporte de riesgo. Y lo más peligroso de todo es hacer tablas. Y si no que se lo pregunten al afamado ajedrecista Gary Kasparov que tras abandonar el bello deporte del ajedrez para dedicarse a la no menos bella política fue golpeado duramente en la cabeza con un tablero de ajedrez. Es lo que se viene llamando un tablerazo.

Un joven admirador del otrora campeón le abordó con un tablero de ajedrez en la mano y le pidió un autógrafo sobre tablero, acto seguido y, una vez conseguido el autógrafo, le pegó un tablerazo en la cabeza y el tablero hizo tablas (varias). En la misma secuencia el joven llamó traidor a Kasparov por haber abandonado el ajedrez para dedicarse a la política.

El ex número uno del mundo, no se sabe bien si debido a los efectos del tablerazo en cuestión, dijo: “Manos mal que en Rusia el ajedrez es el deporte nacional, y no el béisbol”.

Ahora entiendo por qué mi abuelo, que una también tiene abuelos que jugaban al ajedrez, siempre decía que el ajedrez le daba dolor de cabeza.
frikosal ha dicho que…
Interesante la aportación del beisbol, ciertamente.
Una vez más quiero dejar constancia de que yo soy muy malo jugando al ajedrez. Además: mi vida intestinal es irregular.
Quisiera, por lo menos, poder decir "soy metódico en la siesta", como dice un gran amigo. Pero ultimamente, ni eso.
Ay señor señor.
Jorge ha dicho que…
Yo que admiro tanto a la gente regular. Aquellos que van regularmente al baño cada 8 horas y los que pueden concentrarse en un tablero de ajedrez!
Con un déficit atencional severo que mantengo hasta nuestros días, algún día practiqué aquello con muy discutibles resultados.
Además, tampoco tengo paciencia para estar sentado tanto tiempo...
Me ha traído recuerdos.
Osselin ha dicho que…
Eres muy modesto, Frikosal. O hay otro Manel Soria en red o te aseguro que tú destacas en varios campos que por humildad, no mencionas nunca. Ello refuerza al personaje Frikosal que ha decidido mantener a Manel Soria en su mundo real. Yo hago lo mismo con mi personaje real que no acostumbra a asomar nunca en mi blog. Se lo tengo prohibido :). Poder tener en un blog sólo la parte de nosotros que nos da la gana es un lujo que hará que nunca deje mi blog y que, prácticamente nunca use mi Facebook (es demasiado real y quiero los mínimos tratos posibles con mi realidad en Internet, salvo en blogs educativos como el de Joselu, que siempre le tira de la lengua a mi yo real) Gracias por dejarme hablar, aunque no me hagas mucho lo que entiendo perfectamente dados mis circunloquios ;)
igniszz ha dicho que…
Me place recordar a mi profesor de matemáticas, dibujo y ciencias naturales, que también me enseñó y animó a jugar al ajedrez. Es una de las cosas que le debo, y por ello siempre le estaré agradecido. Subconscientemente, cuando doy clase de matemáticas, dibujo y ciencias intento parecerme a él. Con el ajedrez no me atrevo a tanto.
frikosal ha dicho que…
Josep, digamos que somos varios. Te hago más caso de lo que parece, mi problema es que a la que a los pocos minutos de haber pulsado publicar, deja de interesarme lo que he escrito y ya estoy pensando en otra cosa, por esto muchas veces no contesto ni (en general) persevero. Visto desde lejos parezco una mosca que revolotea pero tengo mi propia lógica.
frikosal ha dicho que…
Ignis, me has hecho llorar, como al final del Peter Pan. No la película, si no el libro.
Osselin ha dicho que…
Gracias Frikosal,

Te entiendo perfectamente, por eso te sigo desde hace años. Aunque me pase meses sin comentar.
;ultimamente es imposible no comentar ya que tus aportaciones y puntos de vista son muy originales y amenos.

Gracias por compartir.
Liuva ha dicho que…
Como sé que a usted le gusta Borges, me he acordado de un poema que escribió sobre el ajedrez y lo he buscado en mi pequeña biblioteca. Se lo pongo a continuación. Consta de dos sonetos. Su final es sublime:

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?”

Borges pone en duda la existencia de un solo Dios como diciendo si hay un Dios por qué no puede haber otro mayor por encima de él. Dios mueve al jugador, pero la pregunta es ¿Quién mueve a Dios?



Poema Ajedrez
Jorge Luis Borges

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
frikosal ha dicho que…
Gracias, apreciada Liuva.

Se refería probablemente a esto:

Todo es un tablero de ajedrez de noches y días, donde el destino, con hombres como piezas, juega: Acá y acullá mueve, y da jaque mate y mata, y uno por uno, vuelve a ponerlos en la caja.
Omar Khayyam

Borges quiso vivir sin cuerpo y por eso escribía sobre ajedrez o sobre la refutación del argumento de la causa primera, en lugar de sobre sus amores y desamores. Es triste la vida de Borges, y es triste que muchos ignorantes solamente sepan que justificó aquella miserable dictadura.

En cuanto a usted misma, que escribe desde la sombra (y desde las alturas) que enigmático personaje sería si esto fuera una novela. Pero no es más que un simple blog.
pazzos ha dicho que…
Introduje las coordenadas en el GPS:
1.e4 c5 2.Cf3 d6 3.d4 cxd4 4.Cxd4 Cf6 5.Cc3 g6

Y me condujo directamente a otra derrota en Sicilia.
guillamat ha dicho que…
a mi el ajedrez en el teléfono me ha hecho volver a jugar!. uso uno que se llama "t chess pro", tambien es fácil ganarle si lo pones en modo tonto, jejeje.
MK ha dicho que…
Tranqui , yo lloré al final de "El Árbol de la Vida" y me tuve que ir al baño del cine porque siempre me tengo que oir que soy una teatrera y una dramática , y ya me tienen cansada con esto de no poder expresar los sentimientos y ni me dejan aplaudir ni llorar ni insultar al director , ni nada...

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