Pasando a Francia casi de noche
La fotografía nos lleva a los lugares más insospechados. Este verano dejé el coche en una estación de esquí del Pirineo y empecé a subir monte arriba con los últimos rayos de sol. Un par de horas más tarde llegué a la frontera. Yo sabía que por allí estaba la frontera con Francia, pero verla así de improvisto la verdad es que me impactó. Desde este punto, a unos 2200 metros de altura, el paisaje se suponía que debía ser extraordinario, pero durante el crepúsculo la niebla se había apoderado de la montaña y a duras penas podía ver por donde continuaba el camino. La sesión de fotografía de estrellas que había planificado estaba resultando un fracaso (y todo el equipo que había cargado hasta ese punto, completamente inútil). No merecía la pena continuar.
Me acerqué al cartel y entonces pensé que era realmente extraño que un paso más allá, en Francia, estuviera prohibido el parapente, hacer vivac, llevar perros, gritar, y algunas cosas más, mientras que un paso atrás, en España, se podía hacer todo eso y además, a solo dos horas andando, comprar un apartamento adosado. Que extraña discontinuidad: un poco más adelante la gente da vivas a la República y aquí, al Rey; allí al queso le llaman fromage y Sarkozy les gobierna desde lo alto, mientras que aquí estábamos en aquel momento celebrando la victoria en el mundial; allí se estudia a Moliere y aquí, a Cervantes. ¿Es posible que semejantes cambios se puedan dar en un solo paso? ¿Qué ocurre sobre la línea exacta de la frontera? ¿Y dos pastores hipotéticos que vivieran cada uno a cinco metros de la frontera, podrían llegar a la guerra por el simple hecho de que cada uno ve los informativos de sus respectivos canales de televisión? Recordé la frontera entre Chile y Bolivia, en el altiplano, en la que unos carteles advierten de que toda la zona está minada y no se puede pasar con un coche alquilado. Esta frontera en la que estoy ahora es mucho más difusa, se puede pasar en coche o andando, sin ningún control y la discontinuidad se hace menos evidente. De todos modos, no hace tanto tiempo la gente cruzaba de noche por estos pasos, y el Pirineo no son los Andes pero tampoco es ninguna broma, jugándose la vida para escapar... hacia el norte o hacia el sur. No está mal conocerlos.
Meditando sobre las discontinuidades y maldiciendo la mala suerte con la meteorología empecé el camino de regreso. No obstante, la noche fue más larga y me esperaban todavía dos o tres sorpresas que espero poder contarles.
Comentarios
Y, ¿cómo pensaba usted bajar luego, ya noche cerrada y con todos los trastos?
...pero,...y lo que caminas?
Muchíiiisimo!
:)
(...Las noches suelen ser largas.
Soy feliz, cuando se hacen soñadas...)
Buenas noches.
Beso.
En la zona de El Portalé las vacas francesas pastan en la hierba española.
¡Ah! y en este lado la gasolina es mucho más barata y es un chollo poner una gasolinera para servir a los franceses.
Si que debe ser donde tu te imaginas.
Algo de eso hay, el estado democrático pone -por ejemplo- las señales de tráfico de donde le baja, y después hay que joderse. Algunas prohibiciones de esas son sensatas, otras tocan un poco la médula, sobretodo si se tiene en cuenta que hay como 10000 vacas pastando por allí.
Si que camino, más que antes pero no todo lo que quisiera todavía. Ya les contaré un día.
Es totalmente diferente.
I fear that you are just a spammer robot. Are you ready for a Touring test?
Ya sabes que yo lo veo en buena parte como tu..
No he visto ese documental y debe ser interesante, tomo nota.
Me hace gracia como lo racionalizas lo de inductivo deductivo etc. No se, la verdad, es posible que tengas razón. A ver si quedamos un día y nos tomamos una cerveza.
Tanta diferencia hay con la gasolina?
Y los polvorones !
Yo me los he comido todos. Las peladillas inclusive.
Vivo sin vivir en mí.
Sufragar es una palabra horrible.
Yo lo veo algo absurdo lo de las fronteras. Y las diferencias culturales sólo me hacen querer aprender... pero bueno, quizás sólo sea un bicho raro.