La muerte de las últimas libélulas
A mediados de noviembre los últimos Sympetrum striolatum pueden verse copulando, a pesar del frío. O tal vez es a causa del frío que se apresuran a reproducirse.
Pero terminan agotadas. Como los salmones que después de remontar la corriente copulan y se dejan morir, muchas hembras y algún macho caen al agua exhaustos y tratan en vano de alzar el vuelo con las alas mojadas.
¿Debemos dejar morir a esta libélula? O por el contrario, como el Dios padre milagroso que elige personalmente las bolas en el sorteo de Navidad y el del Niño, ¿debemos sacar del agua justamente a esta, ignorando la muerte de todas las demás?
Comentarios
Si sacáramos del agua a la libélula, si le tocara a esa en concreto, ¿sería fruto de la casualidad? ¿cosa de estadísticas? ¿existe el destino? ¿porqué esta y no otra?
Kevin Carter, el autor, se suicidó, perseguido no solamente por esta foto si no por muchas otras de situaciones mucho peores -aunque parezca mentira- y por la muerte de un amigo fotógrafo de guerra.
Yo no me atrevo a culparle de nada (no digo que vosotros lo esteis haciendo, claro está). Si hubiera sido el desalmado que algunos dijeron, hubiera estado en un hotel haciendo fotografías de pases de modelos, o intentándolo.
Ahora ha salido que Annie Lebowitz debe cerca de un millón de dólares a la maquilladora, lo digo para poner las cosas en contexto, la enorme cantidad de dinero que maneja el mundo del famoseo ¿quién es culpable y quien inocente?
Por cierto Joselu, has visto lo del pase de fotos de Gambia esta tarde? Está dos o tres entradas antes.
Ojalá todo fuera tan secillo como lo de la libélula.
Bien traido lo de Annie Lebowitz ... por ejemplo.
Hay una tendencia a exigir mucho a los que ya hacen algo.
Los dilemas con libélulas son más fáciles.