Marta Gómez (La Foca) - 2
Fotonovelas sin fotos. Marta Gómez (La Foca). Hoy: La Psicóloga. Capítulo 2.
(viene de aquí)
Patricia Prados empezó su licenciatura en Administración y Dirección de Empresas en una Escuela de Negocios muy cara y prestigiosa, siguiendo el consejo de sus padres como siempre había hecho hasta entonces. Pero a causa de una desafortunada serie de sucesos que en este momento no hacen al caso, su vida dio un giro inesperado y en segundo curso dejó la Administración y la Dirección para matricularse en Psicología. Por su carácter y sobretodo por su posición, ella iba para ejecutiva o directora de algo importante, más que para terapeuta. Pero a pesar de que la Psicología no fue su vocación primera, era una chica enérgica, capaz, y la conmovían las miserias del mundo que suelen salir en los telediarios. De modo que al terminar los estudios decidió ser lo más competente y útil posible como Psicóloga Educacional, rechazando una oferta de una importante empresa de selección de personal (propiedad de un amigo de su padre).
Precisamente ese día empezaba ilusionada su primer trabajo, en realidad una sustitución. Hecha un pincel, salió de la zona alta conduciendo justo por debajo del límite de velocidad para poder llegar puntualmente al IES de la Ciudad Poligonal, donde había de entrar en la atormentada vida de La Foca por pura casualidad. Tal vez si la Psicóloga asignada al IES de La Foca (y a nueve más) no hubiera estado de baja por enfermedad profesional esta historia hubiera sido bastante diferente.
La Ciudad Poligonal fue construida en los 70 para evitar que la escasez de vivienda debida a la fuerte emigración provocara disturbios, que en aquella época no eran infrecuentes en las zonas periféricas. Dicen que desde el cielo la estructura geométrica de las calles es preciosa (de ahí su nombre), pero "La Poligonal" se hizo mundialmente famosa cuando un fotógrafo extranjero de renombre publicó un libro con fotos de los edificios frente por frente a fotos de nichos del cementerio. Si habéis visto el libro, sabréis que el parecido visual es sorprendente, incluso el color negruzco del hormigón, alternado con algunas notas de colores vivos que en los nichos son coronas de flores y en la Ciudad Poligonal ropa tendida a secar.
Años antes, Patricia Prados había visto varias veces el famoso libro en la mesilla de noche de un amigo y reconoció inmediatamente la panorámica de los edificios-nicho, que se puede apreciar muy bien desde la autopista. Es una vía de seis carriles que pasa a cien metros escasos de la ropa tendida a secar, pero no hay ningún acceso para Ciudad Poligonal. Esto la desconcertó, pero siempre es fácil orientarse llevando el navegador TomTom, que en este caso indica que no hay más remedio que tomar la siguiente salida (la que hicieron para el nuevo campo de golf) y retroceder más de diez kilómetros por calles laberínticas, abarrotadas de coches y personas que a Patricia le recordaron sus recientes vacaciones en Rabat. Cuando finalmente consiguió aparcar, miró a derecha e izquierda (y se preguntó si volvería a ver su flamante Golf entero). Agarró el bolso con fuerza y salió andando decidida hacia el IES, aparentando indiferencia al oír las invitaciones al acto carnal que le gritaban los trabajadores de la construcción.
El director del IES no perdió demasiado tiempo con Patricia, pero no debéis culparle por ello, hay que tener en cuenta que desde que se puso enferma la Psicóloga titular, cada semana venía una sustituta diferente. Se limitó a pasarle los informes y a desearle suerte con una sonrisa que, tal vez, tuvo algo de irónico. Enérgica y resolutiva, Patricia leyó las anotaciones de sus predecesoras y ordenó los casos de grave a leve según su criterio. La carpeta de Marta Gómez (La Foca) estaba vacía excepto su expediente académico, que pese a ser nefasto, en el IES Ciudad Poligonal no llamaba la atención, y quedó para el final.
Cuando entró el primer chaval en el despacho, Patricia Prados supo cual era la enfermedad profesional de su predecesora. Notó un vértigo que hacía años que no sentía y, sobre la marcha, decidió que sus conocimientos de Psicología Conductista, la Teoría Clásica Psicoanalítica, la Psicología Humanista e incluso la nueva Psicología Transpersonal, debían dejarse de lado y utilizar principalmente el Sentido Común. Por lo menos, en la primera sesión.
No quisiera distraerme del tema, y omitiré las difíciles conversaciones con chicos y chicas que habían estado ingresados a causa de brotes psicóticos o desordenes alimenticios, con conductas brutalmente agresivas o víctimas de diferentes clases de abusos.
A diferencia de la psiquiatría, que cuenta con la posibilidad de prescribir tremendos fármacos que podrían tumbar a un caballo en caso necesario, el diálogo es la principal y casi la única herramienta de la psicología. Pero es frecuente que los pacientes, en particular los adolescentes, se muestren reacios a hablar. No obstante, por alguna razón, Marta Gómez (La Foca) se expresó con claridad y con una rapidez que sorprendió a Patricia Prados mientras todavía tomaba notas en la carpeta del chico anterior.
-No hay ninguna solución: soy gorda, fea y tonta. Mi vida va a ser un desastre, no tengo ni una sola amiga, no me hace ni caso ningún chico, ni me lo va a hacer nunca, no voy a seguir estudiando por que no sirvo, tendré una porquería de trabajo como mi madre. Si tuviéramos dinero, a lo mejor podría operarme para ser como las demás, o viajar a otro país, pero el sueldo de mi madre no da para nada de eso. Me cuesta mucho dejar de comer (o vomitar, como hacen otras). Y además, no se cantar.
Patricia Prados, sorprendida ante esta inesperada efervescencia verbal, levantó la mirada del dosier y observó a La Foca con sorpresa. Después de las sesiones anteriores ya estaba agotada y casi derrotada. Por un momento estuvo a punto de darle la razón a La Foca punto por punto y reconocer que en efecto no había solución. Pero su profesionalidad se impuso, sacó fuerzas de flaqueza y durante casi una hora trató de hacerle ver que todo el problema estaba en su interior, que la adolescencia es una etapa difícil, de enseñarla a afrontar los problemas con energía y coraje (aquí cometió el error de ponerse a ella misma como ejemplo), a disfrutar de las cosas sencillas de cada día, a interpretar en clave positiva las malas experiencias, puesto que de todo se aprende, a buscar las soluciones dentro de si misma y no en los demás. Finalmente, le hizo notar las cosas positivas y bonitas de la vida, las flores en primavera, el azul del cielo, el mar, el vuelo de los pájaros.
En ese momento La Foca miró por la ventana buscando alguna paloma, pero ya era casi de noche y solamente vio los edificios-nicho de la Ciudad Poligonal y el atasco en la autopista que cada día depositaba una nueva capa de hollín en las aceras. Y vió a sus compañeros, que ya estaban en la calle andando hacia la plaza. Vanesa, normalmente la más cruel, miró hacia el IES y ella instintivamente volvió la cara para esconderse.
La Psicóloga, agotada, había dejado de hablar y ya estaba escribiendo una carta para su madre.
Patricia Prados entró en su coche pensando si se habría equivocado con La Foca, cuando la vio en la parada de autobús, mirando directamente al suelo, hasta el punto de que la barbilla le tocaba al esternón, con los ojos llorosos detrás de las gafas baratas, aquel cabello corto peinado hacia atrás que tan poco la favorecía, vestida con un chandal horrible y exageradamente ancho, que la hacía parecer incluso más gorda. Como siempre, con la carpeta apretada contra el pecho para disimular sus tetas que eran el principal motivo de risa de las demás chicas en el vestuario.
Y Patricia pensó que tal vez incluso habría subestimado la urgencia del problema de La Foca, pero justo en ese momento se dio cuenta de que el cristal de la derecha del coche estaba roto y faltaba el TomTom. Cuando volvió a levantar la mirada, el autobús ya se alejaba humeando con La Foca dentro. Patricia Prados tragó saliva, se preguntó si volvería a verla, y si no se había equivocado de profesión aquel día que decidió ser Psicóloga.
De noche y sin el navegador, Patricia se vio perdida en aquel mar de edificios-nicho, incapaz de tomar la autopista para regresar a la seguridad de su mundo, a pesar de que la oía rugir a cien metros escasos del IES Ciudad Poligonal, pero completamente inalcanzable. "No hay ningún acceso para Ciudad Poligonal", recordó.
Continuará (?)
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Verdades y mentiras. Todos los personajes que aparecen en las Fotonovelas sin fotos de Frikosal son completamente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura indecencia.
(viene de aquí)
Patricia Prados empezó su licenciatura en Administración y Dirección de Empresas en una Escuela de Negocios muy cara y prestigiosa, siguiendo el consejo de sus padres como siempre había hecho hasta entonces. Pero a causa de una desafortunada serie de sucesos que en este momento no hacen al caso, su vida dio un giro inesperado y en segundo curso dejó la Administración y la Dirección para matricularse en Psicología. Por su carácter y sobretodo por su posición, ella iba para ejecutiva o directora de algo importante, más que para terapeuta. Pero a pesar de que la Psicología no fue su vocación primera, era una chica enérgica, capaz, y la conmovían las miserias del mundo que suelen salir en los telediarios. De modo que al terminar los estudios decidió ser lo más competente y útil posible como Psicóloga Educacional, rechazando una oferta de una importante empresa de selección de personal (propiedad de un amigo de su padre).
Precisamente ese día empezaba ilusionada su primer trabajo, en realidad una sustitución. Hecha un pincel, salió de la zona alta conduciendo justo por debajo del límite de velocidad para poder llegar puntualmente al IES de la Ciudad Poligonal, donde había de entrar en la atormentada vida de La Foca por pura casualidad. Tal vez si la Psicóloga asignada al IES de La Foca (y a nueve más) no hubiera estado de baja por enfermedad profesional esta historia hubiera sido bastante diferente.
La Ciudad Poligonal fue construida en los 70 para evitar que la escasez de vivienda debida a la fuerte emigración provocara disturbios, que en aquella época no eran infrecuentes en las zonas periféricas. Dicen que desde el cielo la estructura geométrica de las calles es preciosa (de ahí su nombre), pero "La Poligonal" se hizo mundialmente famosa cuando un fotógrafo extranjero de renombre publicó un libro con fotos de los edificios frente por frente a fotos de nichos del cementerio. Si habéis visto el libro, sabréis que el parecido visual es sorprendente, incluso el color negruzco del hormigón, alternado con algunas notas de colores vivos que en los nichos son coronas de flores y en la Ciudad Poligonal ropa tendida a secar.
Años antes, Patricia Prados había visto varias veces el famoso libro en la mesilla de noche de un amigo y reconoció inmediatamente la panorámica de los edificios-nicho, que se puede apreciar muy bien desde la autopista. Es una vía de seis carriles que pasa a cien metros escasos de la ropa tendida a secar, pero no hay ningún acceso para Ciudad Poligonal. Esto la desconcertó, pero siempre es fácil orientarse llevando el navegador TomTom, que en este caso indica que no hay más remedio que tomar la siguiente salida (la que hicieron para el nuevo campo de golf) y retroceder más de diez kilómetros por calles laberínticas, abarrotadas de coches y personas que a Patricia le recordaron sus recientes vacaciones en Rabat. Cuando finalmente consiguió aparcar, miró a derecha e izquierda (y se preguntó si volvería a ver su flamante Golf entero). Agarró el bolso con fuerza y salió andando decidida hacia el IES, aparentando indiferencia al oír las invitaciones al acto carnal que le gritaban los trabajadores de la construcción.
El director del IES no perdió demasiado tiempo con Patricia, pero no debéis culparle por ello, hay que tener en cuenta que desde que se puso enferma la Psicóloga titular, cada semana venía una sustituta diferente. Se limitó a pasarle los informes y a desearle suerte con una sonrisa que, tal vez, tuvo algo de irónico. Enérgica y resolutiva, Patricia leyó las anotaciones de sus predecesoras y ordenó los casos de grave a leve según su criterio. La carpeta de Marta Gómez (La Foca) estaba vacía excepto su expediente académico, que pese a ser nefasto, en el IES Ciudad Poligonal no llamaba la atención, y quedó para el final.
Cuando entró el primer chaval en el despacho, Patricia Prados supo cual era la enfermedad profesional de su predecesora. Notó un vértigo que hacía años que no sentía y, sobre la marcha, decidió que sus conocimientos de Psicología Conductista, la Teoría Clásica Psicoanalítica, la Psicología Humanista e incluso la nueva Psicología Transpersonal, debían dejarse de lado y utilizar principalmente el Sentido Común. Por lo menos, en la primera sesión.
No quisiera distraerme del tema, y omitiré las difíciles conversaciones con chicos y chicas que habían estado ingresados a causa de brotes psicóticos o desordenes alimenticios, con conductas brutalmente agresivas o víctimas de diferentes clases de abusos.
A diferencia de la psiquiatría, que cuenta con la posibilidad de prescribir tremendos fármacos que podrían tumbar a un caballo en caso necesario, el diálogo es la principal y casi la única herramienta de la psicología. Pero es frecuente que los pacientes, en particular los adolescentes, se muestren reacios a hablar. No obstante, por alguna razón, Marta Gómez (La Foca) se expresó con claridad y con una rapidez que sorprendió a Patricia Prados mientras todavía tomaba notas en la carpeta del chico anterior.
-No hay ninguna solución: soy gorda, fea y tonta. Mi vida va a ser un desastre, no tengo ni una sola amiga, no me hace ni caso ningún chico, ni me lo va a hacer nunca, no voy a seguir estudiando por que no sirvo, tendré una porquería de trabajo como mi madre. Si tuviéramos dinero, a lo mejor podría operarme para ser como las demás, o viajar a otro país, pero el sueldo de mi madre no da para nada de eso. Me cuesta mucho dejar de comer (o vomitar, como hacen otras). Y además, no se cantar.
Patricia Prados, sorprendida ante esta inesperada efervescencia verbal, levantó la mirada del dosier y observó a La Foca con sorpresa. Después de las sesiones anteriores ya estaba agotada y casi derrotada. Por un momento estuvo a punto de darle la razón a La Foca punto por punto y reconocer que en efecto no había solución. Pero su profesionalidad se impuso, sacó fuerzas de flaqueza y durante casi una hora trató de hacerle ver que todo el problema estaba en su interior, que la adolescencia es una etapa difícil, de enseñarla a afrontar los problemas con energía y coraje (aquí cometió el error de ponerse a ella misma como ejemplo), a disfrutar de las cosas sencillas de cada día, a interpretar en clave positiva las malas experiencias, puesto que de todo se aprende, a buscar las soluciones dentro de si misma y no en los demás. Finalmente, le hizo notar las cosas positivas y bonitas de la vida, las flores en primavera, el azul del cielo, el mar, el vuelo de los pájaros.
En ese momento La Foca miró por la ventana buscando alguna paloma, pero ya era casi de noche y solamente vio los edificios-nicho de la Ciudad Poligonal y el atasco en la autopista que cada día depositaba una nueva capa de hollín en las aceras. Y vió a sus compañeros, que ya estaban en la calle andando hacia la plaza. Vanesa, normalmente la más cruel, miró hacia el IES y ella instintivamente volvió la cara para esconderse.
La Psicóloga, agotada, había dejado de hablar y ya estaba escribiendo una carta para su madre.
Patricia Prados entró en su coche pensando si se habría equivocado con La Foca, cuando la vio en la parada de autobús, mirando directamente al suelo, hasta el punto de que la barbilla le tocaba al esternón, con los ojos llorosos detrás de las gafas baratas, aquel cabello corto peinado hacia atrás que tan poco la favorecía, vestida con un chandal horrible y exageradamente ancho, que la hacía parecer incluso más gorda. Como siempre, con la carpeta apretada contra el pecho para disimular sus tetas que eran el principal motivo de risa de las demás chicas en el vestuario.
Y Patricia pensó que tal vez incluso habría subestimado la urgencia del problema de La Foca, pero justo en ese momento se dio cuenta de que el cristal de la derecha del coche estaba roto y faltaba el TomTom. Cuando volvió a levantar la mirada, el autobús ya se alejaba humeando con La Foca dentro. Patricia Prados tragó saliva, se preguntó si volvería a verla, y si no se había equivocado de profesión aquel día que decidió ser Psicóloga.
De noche y sin el navegador, Patricia se vio perdida en aquel mar de edificios-nicho, incapaz de tomar la autopista para regresar a la seguridad de su mundo, a pesar de que la oía rugir a cien metros escasos del IES Ciudad Poligonal, pero completamente inalcanzable. "No hay ningún acceso para Ciudad Poligonal", recordó.
Continuará (?)
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Verdades y mentiras. Todos los personajes que aparecen en las Fotonovelas sin fotos de Frikosal son completamente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura indecencia.
Comentarios
Jordi D.
Continuar� :)
Ignasi,
Espera a ver como evoluciona Patricia, es cierto que es un poco pija, pero no es mala chica y ella tambien tuvo su descenso a los infiernos. Que m�s masters da la vida. Lo del consultorio golfero es una buena idea, a ver si lo ponemos en marcha.
Lo siento pero asi está el tema.
A mi me impresionó mucho ver al pulpo autodevorado en un acuario. Lo habían cazado en el mar y metido alli junto con algunos bichos más y Baldo, un joven mero que se adaptó muy bien. Pero el pulpo... Hay quien dice (y yo lo creo) que son más listos que un perro.
El caso de Marta es complicado, nunca me gustó Disneylandia.
Cacho de Pan,
Bastante trabajo va a tener la pobre Patricia para poder regresar a su casa.
En ese momento La Foca miró por la ventana buscando alguna paloma, pero ya era casi de noche y solamente vio los edificios-nicho
Vaya patinazos que me está dando doña Patricia.
A la espera del tercer capítulo.
Esta historia no puede quedar así.
Necesito saber que ocurrió con el Tom tom.
Y de postre los comentarios de nomesploraria que hacen que tras el melodrama me parta el pecho.
No creo que falte a la 3ª entrega.
JesúsA.
Bona nit...