Sobre pulpos y chimpancés cautivos
En su Historia de los animales, Aristóteles (Libro IX, párrafo 37) dijo que El pulpo es una criatura estúpida, por que se acerca a la mano de un hombre metida en el agua. En realidad lo que le ocurre al pulpo es que es muy inteligente, y por tanto, es capaz de sentir curiosidad. Como saben los submarinistas, a veces un pulpo joven puede venir a observar a un ser humano (los ejemplares adultos ya saben como las gastamos).
Bien, pues si se coge un pulpo y se le mete en un acuario grande y limpio, con la temperatura controlada, bien decorado con sus algas de plástico, sus piedras y sus conchas de colores, y se le da de comer cosas buenas todos los días, ¿qué hace el ingrato pulpo en este paraíso donde cualquier pez sería feliz? Pues volverse loco. Lo primero que hace es intentar salir del acuario por arriba. Y pueden pasar por lugares muy pequeños, si el cristal no está perfectamente cerrado, al llegar a casa nos lo encontraremos asfixiado en la alfombra.
Si el acuario está bien cerrado, su muerte todavía es peor. Algunos ejemplares, frustrados por no poder salir, dejan de comer y mueren. Pero otros hacen algo terrible: se devoran a si mismos. Empiezan por una pata, luego otra y otra. Al fin, cuando solamente les quedan una o dos y no pueden moverse, se quedan en un rincón del acuario hasta que dejan de respirar.
Nosotros somos prisioneros de nuestro propio acuario. Hasta donde yo se, este problema (en general) no se puede solucionar. Nos hemos quedado a medio camino entre el gusano y el ángel. Es una situación complicada, no estamos adaptados a la asquerosa vida que llevamos los que tenemos la suerte de poder estar en un acuario. Ni vamos a adaptarnos así como así.
Nuestros primos los chimpancés han encontrado una forma curiosa de aliviar la angustía del cautiverio. Aunque su mirada no engaña.
Dejo unos enlaces:
Bien, pues si se coge un pulpo y se le mete en un acuario grande y limpio, con la temperatura controlada, bien decorado con sus algas de plástico, sus piedras y sus conchas de colores, y se le da de comer cosas buenas todos los días, ¿qué hace el ingrato pulpo en este paraíso donde cualquier pez sería feliz? Pues volverse loco. Lo primero que hace es intentar salir del acuario por arriba. Y pueden pasar por lugares muy pequeños, si el cristal no está perfectamente cerrado, al llegar a casa nos lo encontraremos asfixiado en la alfombra.
Si el acuario está bien cerrado, su muerte todavía es peor. Algunos ejemplares, frustrados por no poder salir, dejan de comer y mueren. Pero otros hacen algo terrible: se devoran a si mismos. Empiezan por una pata, luego otra y otra. Al fin, cuando solamente les quedan una o dos y no pueden moverse, se quedan en un rincón del acuario hasta que dejan de respirar.
Nosotros somos prisioneros de nuestro propio acuario. Hasta donde yo se, este problema (en general) no se puede solucionar. Nos hemos quedado a medio camino entre el gusano y el ángel. Es una situación complicada, no estamos adaptados a la asquerosa vida que llevamos los que tenemos la suerte de poder estar en un acuario. Ni vamos a adaptarnos así como así.
Nuestros primos los chimpancés han encontrado una forma curiosa de aliviar la angustía del cautiverio. Aunque su mirada no engaña.
Dejo unos enlaces:
- Este vídeo de un pulpo recién metido en un acuario con peces es interesante.
- En esta entrevista, el Sr. Coelho nos cuenta que cree es implacable con la mentira, que cree en los designios de los astros y que tiene un diploma en vampirología.
- La Historia de los animales de Aristóteles, que es una divertida mezcla de verdades y mentiras, no está en la red en castellano pero si en inglés. Otro día cuento más cosas.
Comentarios
Yo eso no podría verlo.
Un abrazo