Felipe, el Cruasán Onanista
"Nadie ignora que para que alcanzar el goce supremo, un cruasán debe morir devorado. Nada hay más gozoso para un cruasán que ser manipulado amorosamente con las manos, sostenido por los sensuales cuernos, ser emasculado, mojado en el café con leche, rozado por los labios y masticado. Es en este momento cuando la vida del cruasán adquiere su sentido más pleno. Tal y como ya nos enseñó el Cruasán Bartolo, "Aquellos cruasanes que no sean devorados, se secarán en vano y finalmente serán tirados a la basura y reducidos a la triste putrefacción (...) esos que no hayan sido comidos, esos no van a ir al Cielo de los Cruasanes".
Yo siempre fui un cruasán inquieto, y desde que tengo uso de razón (es decir, desde poco después de haber visto la luz en el expositor de este bar en el que nos ha tocado vivir) siempre me interesaron las cuestiones teológicas. ¿A que se debe que el Cruasán Supremo nos haya impuesto el mandato de ser devorados para poder gozar y alcanzar el cielo? Tengo fe, pero ¿era necesaria esa prueba tan dura? Además, ¿como es que el Cruasán Bartolo no nos dejó ningún documento escrito antes de ascender al Cielo? Algunos afirman que el goce que siente un cruasán cuando se manipulan sus cuernos, produce un efecto anestesiante capaz de contrarrestar el dolor de la emasculación y la masticación, pero ¿puede ser eso cierto?. Entre estas y otras cuestiones pasamos la mañana de nuestra vida, conversando incansablemente unos con otros y siempre pendientes del sonido de los pasos del camarero, que inevitablemente van acompañados de la apertura del expositor y de la pérdida de un compañero. ¡Cuantos amigos se despidieron de nosotros entre sollozos, camino del Cielo ! ¡Cuantas veces aguzamos el oído esperando sentir los gritos de placer del compañero recién devorado!
De este modo fueron pasando las horas y pronto perdí el aspecto terso que mi piel tuvo al principio. Mis cuernos, apasionados y sensibles por naturaleza, ignoraban lo que era sentir el contacto de unas manos amorosas. A medida que me iba secando, cada vez veía más lejos el Cielo de los Cruasanes, y las palabras del Cruasán Bartolo empezaron a obsesionarme. Pronto, mis cuernos se tornaron quebradizos y a causa de la deshidratación, se fueron juntando el uno al otro (debo decirles que la naturaleza me ha dotado de unos espléndidos cuernos, anormalmente largos, y por tanto sus extremos estuvieron siempre muy cercanos).
A las ocho de la tarde, cuando empezó el partido, se hizo evidente que todo el mundo estaba pidiendo quintos y patatas fritas. Nadie podía tener interés en ese viejo cruasán que aguardaba expectante desde el fondo del mostrador. Pero finalmente me llegó el éxtasis, y fue de una forma totalmente inesperada. Mi cuerpo anciano se encorvó hasta el extremo de que mis cuernos resecos pero todavía sensitivos se acercaron el uno al otro, hasta el punto de que cada cuerno ya notaba el aura del otro. Incluso antes de que llegaran a rozarse, alcancé por primera vez un éxtasis modesto pero prometedor. Poco después se tocaron en un estallido de placer. Las caricias de otros, que la vida me había negado, pude proporcionármelas yo mismo de la forma más íntima y solitaria, cuerno contra cuerno...
No podré describir el enorme gozo que siente un cruasán cuando se estimulan sus cuernos de forma continuada durante horas. Ya se que todos ustedes, mis queridos compañeros, acaban de llegar a este expositor a primera hora de la mañana, del mismo modo que yo llegué ayer, y que por tanto no han conocido todavía esas sensaciones... tal vez mis palabras ahora les resultan extrañas, pero recuérdenlas cuando les llegue el Momento.
Yo, que debo estar a punto de ser tirado a la basura orgánica, se que moriré virgen y sin alcanzar el Cielo que prometió el Cruasán Bartolo, sin sentir el terrible desgarro de la carnes que precede a la Ascensión, pero puedo asegurarles que en verdad el Cruasán es una criatura sensitiva, que está destinada al goce y que existen varias vías para alcanzarlo, como yo mismo he podido demostrar. Sean pacientes, sean felices."
Estas fueron las últimas palabras de Felipe, el Cruasán Onanista y les aseguro que yo se las estoy repitiendo tal y como me llegaron a mi. Poco después de que el Cruasán Onanista hubiera terminado, se abrió el expositor y fue arrojado a la basura como Él ya había profetizado.
El destino se complace en que algunos de nosotros nos sequemos en un rincón del expositor, pero gracias a este sacrificio nos han llegado las palabras del Cruasán Bartolo y ahora las del Cruasán Felipe. Alabados sean los dos Caminos que ellos nos han enseñado.
Yo siempre fui un cruasán inquieto, y desde que tengo uso de razón (es decir, desde poco después de haber visto la luz en el expositor de este bar en el que nos ha tocado vivir) siempre me interesaron las cuestiones teológicas. ¿A que se debe que el Cruasán Supremo nos haya impuesto el mandato de ser devorados para poder gozar y alcanzar el cielo? Tengo fe, pero ¿era necesaria esa prueba tan dura? Además, ¿como es que el Cruasán Bartolo no nos dejó ningún documento escrito antes de ascender al Cielo? Algunos afirman que el goce que siente un cruasán cuando se manipulan sus cuernos, produce un efecto anestesiante capaz de contrarrestar el dolor de la emasculación y la masticación, pero ¿puede ser eso cierto?. Entre estas y otras cuestiones pasamos la mañana de nuestra vida, conversando incansablemente unos con otros y siempre pendientes del sonido de los pasos del camarero, que inevitablemente van acompañados de la apertura del expositor y de la pérdida de un compañero. ¡Cuantos amigos se despidieron de nosotros entre sollozos, camino del Cielo ! ¡Cuantas veces aguzamos el oído esperando sentir los gritos de placer del compañero recién devorado!
De este modo fueron pasando las horas y pronto perdí el aspecto terso que mi piel tuvo al principio. Mis cuernos, apasionados y sensibles por naturaleza, ignoraban lo que era sentir el contacto de unas manos amorosas. A medida que me iba secando, cada vez veía más lejos el Cielo de los Cruasanes, y las palabras del Cruasán Bartolo empezaron a obsesionarme. Pronto, mis cuernos se tornaron quebradizos y a causa de la deshidratación, se fueron juntando el uno al otro (debo decirles que la naturaleza me ha dotado de unos espléndidos cuernos, anormalmente largos, y por tanto sus extremos estuvieron siempre muy cercanos).
A las ocho de la tarde, cuando empezó el partido, se hizo evidente que todo el mundo estaba pidiendo quintos y patatas fritas. Nadie podía tener interés en ese viejo cruasán que aguardaba expectante desde el fondo del mostrador. Pero finalmente me llegó el éxtasis, y fue de una forma totalmente inesperada. Mi cuerpo anciano se encorvó hasta el extremo de que mis cuernos resecos pero todavía sensitivos se acercaron el uno al otro, hasta el punto de que cada cuerno ya notaba el aura del otro. Incluso antes de que llegaran a rozarse, alcancé por primera vez un éxtasis modesto pero prometedor. Poco después se tocaron en un estallido de placer. Las caricias de otros, que la vida me había negado, pude proporcionármelas yo mismo de la forma más íntima y solitaria, cuerno contra cuerno...
No podré describir el enorme gozo que siente un cruasán cuando se estimulan sus cuernos de forma continuada durante horas. Ya se que todos ustedes, mis queridos compañeros, acaban de llegar a este expositor a primera hora de la mañana, del mismo modo que yo llegué ayer, y que por tanto no han conocido todavía esas sensaciones... tal vez mis palabras ahora les resultan extrañas, pero recuérdenlas cuando les llegue el Momento.
Yo, que debo estar a punto de ser tirado a la basura orgánica, se que moriré virgen y sin alcanzar el Cielo que prometió el Cruasán Bartolo, sin sentir el terrible desgarro de la carnes que precede a la Ascensión, pero puedo asegurarles que en verdad el Cruasán es una criatura sensitiva, que está destinada al goce y que existen varias vías para alcanzarlo, como yo mismo he podido demostrar. Sean pacientes, sean felices."
Estas fueron las últimas palabras de Felipe, el Cruasán Onanista y les aseguro que yo se las estoy repitiendo tal y como me llegaron a mi. Poco después de que el Cruasán Onanista hubiera terminado, se abrió el expositor y fue arrojado a la basura como Él ya había profetizado.
El destino se complace en que algunos de nosotros nos sequemos en un rincón del expositor, pero gracias a este sacrificio nos han llegado las palabras del Cruasán Bartolo y ahora las del Cruasán Felipe. Alabados sean los dos Caminos que ellos nos han enseñado.
Comentarios
Pero bueno, también hay mucha gente que dice que eso es una leyenda urbana y el bocata de jamón con tomate no existe, que en todo caso sería de paleta curada.
Ateos de los coj...
El cruasán es una criatura dotada tanto para lo místico como para lo sensual. Es normal pues que su teología, a diferencia de la de las patatas fritas y las aceitunas, sea compleja y proclive a las herejías. No faltan quienes sostienen la doctrina de la reencarnación, pero debemos afirmar sin ninguna duda que es totalmente falsa, como ya señaló el Cruasán Bartolo.
Algunos cruasanes hablan de una luz intensa que precede a la entrada en una sala fría, oscura y silenciosa desde la que se puede renacer, pero (en mi opinión) esas son sensaciones espúreas que el propio sistema nervioso genera durante la muerte.
Que el Cruasán Bartolo y el Pulpo Ernesto le bendigan !
Yo quisiera rogarles un momento de pausa cada vez que se coman un cruasán. Entreténgase un poco con los cuernos (con cuidado de que no les vea nadie, pasen la lengua repetidas veces) acaricien el corazón antes de comérselos.. piensen en las palabras del Cruasán Bartolo.
Si le asaltan malos pensamientos piense en cosas limpias y puras.
"La clave es la mantequilla, el gen del cruasán. Un pueblo que no respeta a sus cruasanes no merece la consideración o estima de las demás naciones"
Es la sabiduría en estado puro la que ha hablado. Guardo silencio.
~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~
Pastisseria Torrent
C/Perris, No.8
L'Escala
~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~
Les aseguro que el clímax multi-orgásmico que alcanzan los cruasans de esta celebre pasteleria del Alt Empurdà no tienen igual.
Mmmmm, ohhh, si!
Yo nunca, y digo jamás, envié a un cruasán a otro sitio que no fuera la gloria eterna. Con sus preliminares y su baño en leche, como está mandao. A veces, al más puro estilo de El Último Tango En París, hasta los unto con mantequilla.
Pobrecitos míos.
¿Dejará una madre de querer a su hijo porque sea feíco? No. Pues con los cruasanes lo mismo.
pero a lo mejor a el le gusta... y a mi seguro que también...
Es el colmo lo que hace la confianza: poner publicidad en un comentario. Ay, ay, ay, que buena persona soy, cualquier día me voy al cielo.
Bienvenida y que el Cruasán Bartolo la bendiga, aunque solamente sea por esa referencia a la mantequilla.
La suerte es que las madres siempre quieren a sus hijos, efectivamente.
Bienvenida de sus vacaciones. Libélulas ha habido, tal vez alguna menos (no se el motivo) pero el caso es que yo estoy menos bichero.
No se si eso va a ser pecado...
(dicen que los cuernos duelen al salir pero despues ayudan a comer!!)