Mahina omotohi sobre el moai severo
Después de fotografiar la Vía Láctea sobre los Moais el cielo se tapó casi por completo y yo me fui a dormir unas horas. Me levanté mucho antes del amanecer para llegar a tiempo al lugar previsto, junto al océano, donde estaba el moai que según mis cálculos debía tener la luna detrás. No solamente mi cálculo había sido apresurado y un poco incierto, si no que apenas había tenido unas horas para recorrer la isla y tenía la duda de si sería capaz de encontrar el lugar de noche (yo, que no se ni los nombres de las calles de mi barrio y que siempre me pierdo).
Al llegar, el ahu estaba absolutamente solitario y no había ninguna luz artificial a la vista. Soplaba un fuerte viento del sur que empujaba las nubes a toda velocidad por el cielo y el Océano Pacífico rugía, invisible, unos metros detrás del altar. Cuando finalmente se abrió un claro pude comprobar que efectivamente allí estaba Mahina Omotohi, la luna llena, dejando a sus pies al moai de mirada más severa. Y a la izquierda, Júpiter, el impertinente, el todopoderoso, el que se atreve a desafiar incluso a la luna con su brillo. Era una escena sobrecogedora en un lugar sagrado.
Ahora todo esto ya es un recuerdo, inolvidable pero al mismo tiempo doloroso de tan bello. Me explica la antropóloga María Eugenia Santa Coloma que en Rapa Nui, hetu'u significa estrella y hetu'u hiku es un cometa. Quien pudiera fotografiar un cometa asomando entre los moais.
Por otra parte, yo por la presente le ruego a su alteza el Príncipe (por ejemplo) que me conceda graciosamente una beca vitalicia para estudiar los nombres de los objetos celestes en toda la Polinesia y compilar un catálogo ilustrado en tres volúmenes que él mismo podrá ofrecer en mano a todos los soberanos del Pacífico. Mientras se demoran los trámites, ya he instalado un programa que me informa puntualmente y con rigor acerca de las condiciones meteorológicas en Hanga Roa.
Pero el caso es que en el futuro previsible no tengo otro plan que sobrevivir en la fecal ciudad-dormitorio, agrimensurando sin cesar hasta altas horas de la noche y aguantando las malditas mentiras que dice la tele. Benditos los que han tenido el coraje de ser libres.
Al llegar, el ahu estaba absolutamente solitario y no había ninguna luz artificial a la vista. Soplaba un fuerte viento del sur que empujaba las nubes a toda velocidad por el cielo y el Océano Pacífico rugía, invisible, unos metros detrás del altar. Cuando finalmente se abrió un claro pude comprobar que efectivamente allí estaba Mahina Omotohi, la luna llena, dejando a sus pies al moai de mirada más severa. Y a la izquierda, Júpiter, el impertinente, el todopoderoso, el que se atreve a desafiar incluso a la luna con su brillo. Era una escena sobrecogedora en un lugar sagrado.
Ahora todo esto ya es un recuerdo, inolvidable pero al mismo tiempo doloroso de tan bello. Me explica la antropóloga María Eugenia Santa Coloma que en Rapa Nui, hetu'u significa estrella y hetu'u hiku es un cometa. Quien pudiera fotografiar un cometa asomando entre los moais.
Por otra parte, yo por la presente le ruego a su alteza el Príncipe (por ejemplo) que me conceda graciosamente una beca vitalicia para estudiar los nombres de los objetos celestes en toda la Polinesia y compilar un catálogo ilustrado en tres volúmenes que él mismo podrá ofrecer en mano a todos los soberanos del Pacífico. Mientras se demoran los trámites, ya he instalado un programa que me informa puntualmente y con rigor acerca de las condiciones meteorológicas en Hanga Roa.
Pero el caso es que en el futuro previsible no tengo otro plan que sobrevivir en la fecal ciudad-dormitorio, agrimensurando sin cesar hasta altas horas de la noche y aguantando las malditas mentiras que dice la tele. Benditos los que han tenido el coraje de ser libres.
Comentarios
Y benditos los que cuando contemplan algo realmente hermoso, llegan a sentir dolor de tanta belleza.
Amén.
Si hubiera nacido hace 5000 años su nombre sería "el que mira el cielo".
No deje de perseguir sus sueños.
Qué bien aprovechó el tiempo Vd. en la isla. No se le va a olvidar nunca. Y no sea tan pesimista, que ya verá como regresa y también visita nuevos lugares.
B.D.C.M.
Besos.
Alégrese un poco, hombre.
Tiene el Moai una solemnidad triste y el marco es apabullante.
A mi me ocurre que cuando veo algo tan bello, me inmovilizo, y ni siquiera atino a fotografiar.
Un abrazo.
(Preciosa entrada, tú)
esta semana "imprevistamente" me vi sobrecogida por la belleza, y me acordé de que en ella encontraba una libertad olvidada
besos
¡Una foto magnífica!
Me encantó la entrada. Bendito usted que en la oficina me hace soñar a través de una ventana con cielos, planetas, noches estrelladas y lejanas tierras misteriosas mientras detrás de mí sólo hablan de hormigón, metal y construcciones. Un mundo gris que contrasta tanto con el suyo...
Es verdad, benditos los que tuvieron el coraje de ser libres. ¿Cómo se hace eso?
Pues es una buena pregunta y la verdad es que no lo se. Podría ser que en algunos momentos el que más conoce y sabe fuera más feliz, pero en otros mucho menos.