Intramuros dos
A la mañana siguiente, cuando íbamos camino del río, Jordi Busqué vio un cementerio en lo alto de una colina. “Es justamente lo que estoy buscando desde hace años, esas cruces se recortan perfectamente contra el cielo”, me dijo. Como era previsible, todo intento de quitarle la idea de la cabeza fue inútil. No es que me atemoricen los muertos, pero el cementerio está al lado de un pueblo bastante frecuentado en Agosto (demasiado para mi gusto, serán 200 personas), y no quería ni pensar en lo que podría pasar si alguien veía las luces o los rayos láser que usamos para hacer las fotos.
Pero nos desviamos del camino al río y fuimos a explorar el terreno, yo esperando que por lo menos la puerta estuviera cerrada y el asunto quedara en una simple foto exterior. En efecto, había tres prometedores cerrojos... pero todos se podían abrir sin llave. Durante toda la tarde la idea de quedarme tranquilamente fotografiando sapos y galaxias, y dejarle ir a él solo me estuvo rondando por la cabeza. Pero a las 12 de la noche, allí estábamos los dos.
...click para seguir leyendo y viendo las fotos... Tomamos unas fotos del exterior y finalmente Jordi abrió la puerta. Por mi experiencia, es imposible entrar de noche en un cementerio sin oír ningún ruido raro, que los racionalistas no atribuimos nunca a la lógica actividad paranormal de las almas en pena si no a otros factores como los ladrones de tumbas. Además de los usuales chirridos, rumores de ramas que mueve el viento y ecos lejanos que las lápidas parecen acentuar, en aquella ocasión los niños del pueblo decidieron hacer una especie de juego de noche. Cuando nosotros ya estábamos intramuros estudiando los encuadres, se formó una especie de procesión infantil, que recorrió todo el pueblo calle por calle, tocando pitos estruendosos y dando palmas. Su destino –pensé yo- no podía ser otro que el cementerio. Al llegar allí no podían dejar de vernos, tomarnos por entes paranormales y huir despavoridos a avisar a sus padres, que sin duda volverían armados de palos dispuestos a lincharnos. Cada uno interpreta las situaciones en función de sus propios temores, de los míos el principal es una multitud enardecida contra la que no hay defensa posible. Por eso el fútbol y las manifestaciones me dan miedo, incluso cuando simpatizo con sus causas. Nunca he ido a un concierto.
Pero a la cuarta foto los niños decidieron no pasar de la iglesia y regresar a sus casas. A mi me pareció que lo mejor era dejar la cámara a ras de suelo y encuadrar en horizontal. Ya más relajado y en silencio, me tumbé en el suelo para no salir en la foto de Jordi y estando allí me quedé pendiente de la Vía Láctea y de las veloces nubes que la luz del pueblo hacía parecer rojizas. Después de todo el cementerio resultó ser un lugar agradable. Ya se dice al principio de Dersu Upsala que en la naturaleza una misma noche puede ser acogedora o siniestra, sin que podamos saber la razón concreta. Y ese cementerio de pueblo era desde luego un espacio natural abierto al cielo. De hecho, en una ocasión Muir se encontró sin dinero y estuvo viviendo durante unas semanas en un cementerio que describe como precioso.
Las estrellas y la Vía Láctea se movían con perfección platónica, casi eternas (a ver si puedo preparar una animación), mientras que las nubes formaban y destruían figuras efímeras. Entre los dos extremos, pensé, debemos estar los hombres y nuestras obras.
Estos mismos acontecimientos han sido narrados por J.Busqué en su blog, ambas entradas han sido publicadas simultáneamente sin que ninguno de los dos hubiera visto el texto del otro. ¿Hasta que punto coincidimos? ¿Su cámara también registró la extraña aparición?
[ Casi daría gusto morirse para ser enterrado al natural debajo de esas estrellas. En la ciudad-dormitorio los muertos se envasan en bloques de nichos de hormigón y el enterrador en realidad es un albañil que sella la tumba con una paleta, haciendo un sonido especialmente desagradable cuando roza los bordes del hormigón para rebañar los últimos restos de cemento (en medio del silencio cobarde de los asistentes que por respeto no se atreven a gritar ¡Queremos entierros dignos para la clase obrera! ). Y se dice que puesto que la gente se resiste a pudrirse estando encerrados en esa caja hermética, o tal vez por efecto de los muchos conservantes del pan Bimbo o quien sabe la verdadera razón, el caso es que para acelerar el proceso se dice que es necesario meter discretamente unos gusanos rojos dentro del ataud. Me han asegurado que son largos y gruesos como un dedo, voraces como concejales de urbanismo y que se deleitan comiendo carne muerta.. se atracan a comer, crecen, copulan y se reproducen hasta que a la sexta generación ya son decenas de miles. Y entonces finalmente dejan los huesos mondos, sin tendones ni vísceras (ni el cerebro respetan, lo devoran por los ojos vacíos). Cuando la caja ya es un hervidero de gusanos rojos que se returecen en busca de comida, entonces empiezan a devorarse unos a otros hasta que no queda nada de nada de aquellos que tanto quisimos. Pero la incineración tampoco es la solución. ]
Pero nos desviamos del camino al río y fuimos a explorar el terreno, yo esperando que por lo menos la puerta estuviera cerrada y el asunto quedara en una simple foto exterior. En efecto, había tres prometedores cerrojos... pero todos se podían abrir sin llave. Durante toda la tarde la idea de quedarme tranquilamente fotografiando sapos y galaxias, y dejarle ir a él solo me estuvo rondando por la cabeza. Pero a las 12 de la noche, allí estábamos los dos.
...click para seguir leyendo y viendo las fotos... Tomamos unas fotos del exterior y finalmente Jordi abrió la puerta. Por mi experiencia, es imposible entrar de noche en un cementerio sin oír ningún ruido raro, que los racionalistas no atribuimos nunca a la lógica actividad paranormal de las almas en pena si no a otros factores como los ladrones de tumbas. Además de los usuales chirridos, rumores de ramas que mueve el viento y ecos lejanos que las lápidas parecen acentuar, en aquella ocasión los niños del pueblo decidieron hacer una especie de juego de noche. Cuando nosotros ya estábamos intramuros estudiando los encuadres, se formó una especie de procesión infantil, que recorrió todo el pueblo calle por calle, tocando pitos estruendosos y dando palmas. Su destino –pensé yo- no podía ser otro que el cementerio. Al llegar allí no podían dejar de vernos, tomarnos por entes paranormales y huir despavoridos a avisar a sus padres, que sin duda volverían armados de palos dispuestos a lincharnos. Cada uno interpreta las situaciones en función de sus propios temores, de los míos el principal es una multitud enardecida contra la que no hay defensa posible. Por eso el fútbol y las manifestaciones me dan miedo, incluso cuando simpatizo con sus causas. Nunca he ido a un concierto.
Pero a la cuarta foto los niños decidieron no pasar de la iglesia y regresar a sus casas. A mi me pareció que lo mejor era dejar la cámara a ras de suelo y encuadrar en horizontal. Ya más relajado y en silencio, me tumbé en el suelo para no salir en la foto de Jordi y estando allí me quedé pendiente de la Vía Láctea y de las veloces nubes que la luz del pueblo hacía parecer rojizas. Después de todo el cementerio resultó ser un lugar agradable. Ya se dice al principio de Dersu Upsala que en la naturaleza una misma noche puede ser acogedora o siniestra, sin que podamos saber la razón concreta. Y ese cementerio de pueblo era desde luego un espacio natural abierto al cielo. De hecho, en una ocasión Muir se encontró sin dinero y estuvo viviendo durante unas semanas en un cementerio que describe como precioso.
Las estrellas y la Vía Láctea se movían con perfección platónica, casi eternas (a ver si puedo preparar una animación), mientras que las nubes formaban y destruían figuras efímeras. Entre los dos extremos, pensé, debemos estar los hombres y nuestras obras.
Estos mismos acontecimientos han sido narrados por J.Busqué en su blog, ambas entradas han sido publicadas simultáneamente sin que ninguno de los dos hubiera visto el texto del otro. ¿Hasta que punto coincidimos? ¿Su cámara también registró la extraña aparición?
[ Casi daría gusto morirse para ser enterrado al natural debajo de esas estrellas. En la ciudad-dormitorio los muertos se envasan en bloques de nichos de hormigón y el enterrador en realidad es un albañil que sella la tumba con una paleta, haciendo un sonido especialmente desagradable cuando roza los bordes del hormigón para rebañar los últimos restos de cemento (en medio del silencio cobarde de los asistentes que por respeto no se atreven a gritar ¡Queremos entierros dignos para la clase obrera! ). Y se dice que puesto que la gente se resiste a pudrirse estando encerrados en esa caja hermética, o tal vez por efecto de los muchos conservantes del pan Bimbo o quien sabe la verdadera razón, el caso es que para acelerar el proceso se dice que es necesario meter discretamente unos gusanos rojos dentro del ataud. Me han asegurado que son largos y gruesos como un dedo, voraces como concejales de urbanismo y que se deleitan comiendo carne muerta.. se atracan a comer, crecen, copulan y se reproducen hasta que a la sexta generación ya son decenas de miles. Y entonces finalmente dejan los huesos mondos, sin tendones ni vísceras (ni el cerebro respetan, lo devoran por los ojos vacíos). Cuando la caja ya es un hervidero de gusanos rojos que se returecen en busca de comida, entonces empiezan a devorarse unos a otros hasta que no queda nada de nada de aquellos que tanto quisimos. Pero la incineración tampoco es la solución. ]
Comentarios
¡¿En un cementerio?!
Hágalo, sus habitantes saltarían de alegría.
Impagable. Gracias.
Eso que ha contado usted de los gusanos es una marranería. Se me han quitado las ganas de morirme.
Buenísimas las fotos, aunque ese ectoplasma debe de ser una mancha en el sensor, hágaselo mirar.
Más miedo me dan a mí las masas enfurecidas con escopetas o rifles que con palos, que primero disparan y después preguntan, si conoceré yo a los de pueblo. Esas animaciones, y otras anteriores, debería usted colgarlas en youtube y facilitar los enlaces. Un cordial saludo.
A ver si me animo.. pero es que es una pesadez terrible procesarlas.
Lo de los gusanos es que hace años que quería decirlo y no me dirá usted que el cementerio de la ciudad-dormitorio no es deprimente.
Para encontrar bonito al cementerio de 'ciudad dormitorio' siempre se puede encontrar uno de mas feo. Lea aqui en su propio blog.
No me dira que el nuevo tanatorio no es bonito...
El espectro deportista me suena. Ya se lo he comentado a Jordi Busqué en su blog.
;)
súper fotos, súper texto, as usual.
Pregunta: ¿Es muy cara la entrada?
Las fotos delicatessen.
inuits sin lápidas ;))
Ese cementerio con aparición espectral incluida, parece un lugar magnífico.
Impresionante todo, en la línea habitual. Qué bueno.
Soy así de rara.
Este post me encantó aún más si cabe.
abrazos
Una pregunta... Esos gusanos rojos y grandes... ¿No serán calvos, tal vez?
Gracias.
Solo decir que creo que se ha pasado de macabro en la nota final sobre gusanos! Cree Vd. que nos dejarían hacer fotos? :P
Jordi, no podremos hacer fotos de los gusanos porque se nos estarán comiendo.
Inuit, voy a organizar unos frikotours para que puedan deleitarse contemplando ruinas, estrellas y algún hectoplasma. Pero cobraré mucho porque ya dijo Sigmund Froid que en el fondo lo que no se paga es que no se valora y tal como tengo la autoestima necesito dinero.
Una cosa...
¿Podrías poner el equipo y carácterísticas de la foto?...
Cámara, velocidad...
:-)
Qué miedoooooooooo! ;)
Salut, Myrtus
Unas fotos impresionantes.
La aventura queda para siempre.
Para relatos de cementerios, a mi me gusta "Las ratas del cementerio" de Lovecraft.
http://vimeo.com/1250929?pg=embed&sec=1250929
Un saludo y gracias.
http://www.youtube.com/watch?v=ulrHZFnOnnY