Semana Santa con lagartijas
Después de varios días de lluvia y nieve, el viernes Santo salió el sol ... y mis amigas las lagartijas. Durante la misa, el sol daba en la puerta de la iglesia. Allí me fui a fotografiar dos lagartijas que viven en el banco de piedra, oyendo involuntariamente las estaciones del Via Crucis mientras seguía los movimientos de las lagartijas por el visor (y de vez en cuando daba un vistazo a mis hijos que jugaban en la plaza).
Al salir los fieles y el sacerdote, cuatro personas en total (estaba en un pueblo realmente pequeño) me vieron tumbado en el suelo con la cámara en la mano y creo que me tuvieron que esquivar para no pisarme. Las lagartijas se asustaron y yo me levanté para saludarles. Por suerte ya me conocen, pero me sabe mal parecer tan excéntrico.
El domingo de Gloria salió de nuevo el sol y volví a la carga. Solamente estaba una de las dos lagartijas. Después de hacer muchas fotos yo creo que se acostumbró a mi presencia. Con mucho cuidado, le puse el dedo delante para ver si subía a mi mano izquierda. Después de varios intentos, llegó a apoyarse en él y noté el tacto precioso de sus uñas mientras hacía una foto con la derecha.
Comentarios
Ya le comenté que me gustaría saber que sustancias dopantes les suministra si no tendré que reconocer, negando todos mis principios, sus dotes de telépata/domador.
Me temo que su excentricidad es inherente a su condición de demiurgo de las sargantanes.
Si hicieras lo mismo con los passeriformes... no necesitarías comedero. Je, je...
Eres un "crack"...
Un abrazo
La experiencia de darle la mano, a la escala en que tiene su proporcionada mano, a una lagartija tuvo que ser genial. Qué envidia. Doble envidia. Buenas fotos y maestría en el trato con la naturaleza...
No he podido dormir pensando en esta frase, pues no acabo de entenderla. ¿Quieres decir, con ella, que el párroco terminó por tumbarse junto a ti?
:-)