El misticismo salvaje
Les carreres per les quals l'amic encerca son amat són llongues, perilloses, poblades de consideracions, de sospirs e de plors, e enluminades d'amors. Ramón Llull, El Llibre d'Amic e Amat.
Yo vivía aislado en la ciudad-dormitorio y sin saberlo estaba reinventando la rueda. La espiritualidad es algo demasiado importante como para dejarlo en manos de los religiosos, escribe André Compte-Sponville, y animado por esta frase (y por el extraordinario amanecer que hoy he vivido), me expongo a hablarles seriamente de la mística salvaje.
La evolución ha inventado cosas asombrosas, como las alas de los pájaros y su instinto para volar sin esfuerzo aprovechando las corrientes de aire. Tal vez la más sorprendente sea la consciencia de uno mismo y del mundo, que se da en los seres humanos y posiblemente en otros animales aunque sea en menor medida.
Por su propio interés, incluso los seres vivos más simples actúan (sin saberlo) diferenciando claramente entre ellos y el resto del mundo. Escondidos en el interior de su membrana, persiguen sus intereses con el tesón de los banqueros: cazan, comen, escapan de los depredadores y se reproducen. Esto no tiene mayor mérito: la evolución les ha llevado a ser así. Los seres humanos, dotados de conciencia, tampoco perdemos de vista esta diferenciación radical entre "yo" y el resto del mundo, que es imprescindible para sobrevivir.
Sin embargo, a veces algunas personas consiguen durante cortos lapsos de tiempo, percibir con absoluta claridad que en realidad ellos mismos son una sola cosa con el mundo (como una ola lo es con el océano). Esto parece algo trivial, pero no es lo mismo entender que es el fuego que quemarse. Es completamente diferente. Algunas personas, después de grandes esfuerzos (como dice Llull) logran por lo menos durante breves momentos esta sensación increíble de superar al propio yo y ser uno con el mundo. Momentos en los que todo se comprende, y el tiempo e incluso la propia vida dejan de ser importantes. Otros lo consiguen sin esforzarse especialmente, sin haberlo pretendido y seguramente sin merecerlo.
Es un estado modificado de la conciencia, un subproducto de la mente que no tiene ningún interés evolutivo, una sensación tan inconfundible e intensa como una quemadura, pero que no produce ninguna clase de dolor si no un gozo enorme que los místicos cristianos interpretan como la unión con Dios. Esto puede alcanzarse de forma natural, y aunque no sea un suceso frecuente al que todo el mundo vaya a llegar, tampoco es algo absolutamente excepcional que solamente haya estado al alcance de unas pocas personas a lo largo de la historia.
Este estado modificado de conciencia, al que no quiero referirme con ningún nombre concreto, ha sido descrito por místicos de diferentes religiones (cristianos, sufíes, hinduistas, budistas, y seguro que muchos otros), pero no necesariamente debe de estar asociado a una religión: es un fenómeno natural en la mente humana que puede darse en forma "salvaje", sin ningún sustrato doctrinal y sin necesidad de ninguna fe. De hecho, los grandes místicos, los que persiguen y alcanzan repetidamente estos estados modificados de la consciencia, suelen ser personajes incómodos para las religiones organizadas, puesto que tienden a prescindir de la doctrina y son impermeables al poder.
La mística salvaje es pues la de los ignorantes y la de los descreídos, la que a veces es desencadenada por la contemplación de la naturaleza, por algo aparentemente trivial como por ejemplo el paso de una bandada de grullas bajo una luz especialmente bella, o por la observación de las lagartijas.
Pero después la vida continua.
Yo recomiendo sobretodo vivir, pero también recomiendo leer:
La mística salvaje, Michel Hulin.
El Alma Del Ateismo: Introduccion a una espiritualidad sin Dios, André Compte-Sponville.
Yo vivía aislado en la ciudad-dormitorio y sin saberlo estaba reinventando la rueda. La espiritualidad es algo demasiado importante como para dejarlo en manos de los religiosos, escribe André Compte-Sponville, y animado por esta frase (y por el extraordinario amanecer que hoy he vivido), me expongo a hablarles seriamente de la mística salvaje.
La evolución ha inventado cosas asombrosas, como las alas de los pájaros y su instinto para volar sin esfuerzo aprovechando las corrientes de aire. Tal vez la más sorprendente sea la consciencia de uno mismo y del mundo, que se da en los seres humanos y posiblemente en otros animales aunque sea en menor medida.
Por su propio interés, incluso los seres vivos más simples actúan (sin saberlo) diferenciando claramente entre ellos y el resto del mundo. Escondidos en el interior de su membrana, persiguen sus intereses con el tesón de los banqueros: cazan, comen, escapan de los depredadores y se reproducen. Esto no tiene mayor mérito: la evolución les ha llevado a ser así. Los seres humanos, dotados de conciencia, tampoco perdemos de vista esta diferenciación radical entre "yo" y el resto del mundo, que es imprescindible para sobrevivir.
Sin embargo, a veces algunas personas consiguen durante cortos lapsos de tiempo, percibir con absoluta claridad que en realidad ellos mismos son una sola cosa con el mundo (como una ola lo es con el océano). Esto parece algo trivial, pero no es lo mismo entender que es el fuego que quemarse. Es completamente diferente. Algunas personas, después de grandes esfuerzos (como dice Llull) logran por lo menos durante breves momentos esta sensación increíble de superar al propio yo y ser uno con el mundo. Momentos en los que todo se comprende, y el tiempo e incluso la propia vida dejan de ser importantes. Otros lo consiguen sin esforzarse especialmente, sin haberlo pretendido y seguramente sin merecerlo.
Es un estado modificado de la conciencia, un subproducto de la mente que no tiene ningún interés evolutivo, una sensación tan inconfundible e intensa como una quemadura, pero que no produce ninguna clase de dolor si no un gozo enorme que los místicos cristianos interpretan como la unión con Dios. Esto puede alcanzarse de forma natural, y aunque no sea un suceso frecuente al que todo el mundo vaya a llegar, tampoco es algo absolutamente excepcional que solamente haya estado al alcance de unas pocas personas a lo largo de la historia.
Este estado modificado de conciencia, al que no quiero referirme con ningún nombre concreto, ha sido descrito por místicos de diferentes religiones (cristianos, sufíes, hinduistas, budistas, y seguro que muchos otros), pero no necesariamente debe de estar asociado a una religión: es un fenómeno natural en la mente humana que puede darse en forma "salvaje", sin ningún sustrato doctrinal y sin necesidad de ninguna fe. De hecho, los grandes místicos, los que persiguen y alcanzan repetidamente estos estados modificados de la consciencia, suelen ser personajes incómodos para las religiones organizadas, puesto que tienden a prescindir de la doctrina y son impermeables al poder.
La mística salvaje es pues la de los ignorantes y la de los descreídos, la que a veces es desencadenada por la contemplación de la naturaleza, por algo aparentemente trivial como por ejemplo el paso de una bandada de grullas bajo una luz especialmente bella, o por la observación de las lagartijas.
Pero después la vida continua.
Yo recomiendo sobretodo vivir, pero también recomiendo leer:
La mística salvaje, Michel Hulin.
El Alma Del Ateismo: Introduccion a una espiritualidad sin Dios, André Compte-Sponville.
Comentarios
Yo la tuve más o menos a esa edad, pero de una forma mucho más prosaica, al despertar de la siesta. Efectivamente es infeble y en mi caso ni buscada ni merecida.
Un cordial saludo y gracias por este magnífico blog.
En la actualidad me sigue pasando pero de forma distinta. Ahora son más intensos pero más breves. Van relacionados con mi constante sorpresa por el hecho de existir. La sensación es tan intensa que a veces me preocupo por si estará rayando la locura. Es una sensación de desborde total y absoluto.
Tomo nota de esos libros que nos recomienda!
Sr. Busqué, empiece casi por Hulin, algún capítulo puede saltárselo, ya se lo diré. Comte está bien, es un teórico, en algunas cosas no estoy de acuerdo con él, pero escribe bien y no es un pesado-pedante-horrible. No se preocupe demasiado por su estado, que en la interfase de las cosas está el asunto, normalmente. Lo mío de hoy ha sido acojonante pero no puedo dar muchos detalles: me han subido unos escaladores, en algún momento literalmente, a la cima de una montaña y allí la temperatura era de 8 o 10 bajo cero, el viento me tiraba al suelo y creo que he podido hacer alguna foto.
Sr. Unsui, no subestime la siesta (ni las lagartijas, claro).
yo la noté también hace unos días y " se me puso gallina de piel en el momento..."
por cierto,hoy habrá pasado mucho frío...abriguese!!
salut companys!!!
Los regalos se merecen siempre. Afortunados aquellos que los reciben sin ningún esfuerzo. La profundidad del kensho es otro tema, sirve para cambiar de raíz.
Saludos.
No ho diguis
Y sobre esta entrada, he de decir:
OLÉ
Saludos desde La Mancha :D
En igual medida, diría, y entendiéndo la medida como relativa a los intereses y avatares de cada individuo. Intereses que, siendo diversos, básicamente son los mismos: Descontando el de nacer, siguiendo por la elección de sobrevivir o morir, y terminando, queramos o no, en el desaparecer.
No es que pretenda contradecirle, y menos disfrutando de un texto tan completo y brillante; sólo intento ofrecer mi personal vuelta de tuerca.
Un abrazo.
PD:
Me gustan mucho los comentarios de hoy, y en particular el de unsui.
Hablas de la consciencia de uno mismo, otros del si mismo (Jung), o la consciencia de Ser. En fin, el nombre da igual, momentos de plenitud donde lo que se podría llamar alma y la respiración son una sola cosa con el mundo.
Una entrada inspiradora y llena de esperanza.
Cualquier visitante del blog que sea fotógrafo puede entender que esos momentos de busqueda y de composición mental imbuidos en el entorno son absolutamente místicos y profundamente espirituales.
En el acto abstracto y concreto a la vez de fotografiar bajo una fuerte carga de inspiración se halla un placer intelectual tan intenso que se hace físico, se podría mascar, oler, tocar esa profunda sensación...mientras dura la inocencia estética, la virginidad poética del alma sensible y compositiva.
Cuando la ingenuidad òptico-abstracto-sentimental cae ante la observación aséptica de la realidad bajo el tromento de la falta de inspiración, entonces llega la negra noche del alma y uno se da cuenta que en todo esto hay una gran parte autosugestión y de vivencia místico-nostálgica de la realidad y de la soledad meláncolica que nos invade muchas veces a los que no tenemos motivo de queja alguno de la vida.
Osselin dixit, ja, ja. Me voy a reir para no llorar.
Bones festes.
(...la mayoria me aburre, sinceramente...)
Pero he sentido el calor,...físico,...(en mi cuerpo que no soporta el frío), cuando más desangelada caminaba.
El año pasado me moría,...y me moría sin querer morirme.
No sé si lo llegas a comprender.
Pues, no me dejaron morir sin querer morir.
Estos últimos meses acuso la 'recuperación',... :)
Un beso Corazón, y gracias por tu intención,...y calor,...:)
B.N.C.M.
Sigo el blog habitualmente, bonitas fotos y agradables palabras.
Un saludo
¿La lagartija te explicó qué pasa con nosotros después de muertos?
Un saludo
No ho diguis