Intramuros
Ya hacía tiempo que quería hacer unas fotos nocturnas en un pueblo abandonado especialmente interesante. Es un lugar remoto, con un nombre de resonancias bíblicas que yo no quiero revelar (siguiendo las enseñanzas de Durand). Viene en los mapas pero resulta de acceso difícil si no se conoce el camino exacto; no obstante quien lo busque va a encontrarlo -o tal vez encuentre otro pueblo, su pueblo, todavía más interesante.
Debe tener centenares de años, puede que incluso un milenio. Las paredes de las casas son de piedra y los tejados de vigas de madera con pesadas losas encima. Este tipo de construcción requiere mantenimiento, de lo contrario las goteras terminan por abrirse paso entre las losas, pudren los maderos y los tejados (que pesan muchas toneladas) caen. Ya debe hacer más de 40 años que el pueblo está abandonado: casi todos los tejados están en el suelo y las casas están siendo invadidas por la vegetación. Algunas especies vegetales se adaptan muy bien a las ruinas y son especialmente feroces, como la higuera, el saúco, las zarzas, las ortigas, o la trepadora hedera helix que llega a atravesar los muros de piedra con sus raíces, como si fuera un fantasma. En las calles embarradas pueden verse huellas de corzos y rastros de zorros.
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A mi, que soy misántropo, este vigor de la naturaleza recuperando su territorio me parece muy interesante y de algún modo anticipa el destino que antes o después van a correr todas las ciudades del mundo: la hiedra también va a invadir la sala donde ahora se exhiben Las Meninas, quien pudiera visitar el museo ese día. Y ahora entre paréntesis quisiera recordar el episodio del Libro de la Selva donde Kaa lleva a Mowgli a la ciudad en ruinas para que vea el fabuloso tesoro que custodia la vieja cobra que ya no tiene veneno (-La ciudad no existe ya. Mira hacia arriba. Verás allí las raíces de los grandes árboles
El lugar más interesante del pueblo es su gran iglesia. Las paredes y la torre del campanario todavía se mantienen en pie, pero en la nave principal un enorme saúco y grandes cantidades de zarzas y ortigas crecen sobre los escombros del tejado. Hasta hace muy poco tiempo uno de los arcos de medio punto se mantenía en pié. Era una hilera de piedras que cruzaban la nave principal de pared a pared, audazmente, una detrás de otra, cubriendo una distancia de 25 o 30 metros. Ahora ya ha caído pero el lugar sigue siendo arrebatador y romántico a más no poder, incluso a plena luz del día. Yo pensaba que de noche los astros debían verse girando entre las cuatro paredes de piedra sin techo y no me resistía a dejar esa escena sin fotografiar.
Pero algunas iglesias en los pueblos abandonados de la comarca tienen extrañas inscripciones rojas y muñecos colgando atados de una cuerda. Yo no se si realmente hay quien va a esos lugares a decir misas negras, pero me parece seguro que nadie en su sano juicio va a horas intempestivas a un pueblo abandonado que está muy lejos de la carretera asfaltada: quien haga algo así por fuerza debe ser un sujeto extraño y alguna vez se han encontrado cosas terribles (como por ejemplo, un cadáver dentro de un pozo). Durante una temporada a mi me interesó el cine de terror y medio en broma llegué a preparar un guión para un cortometraje justamente pensado para ese pueblo. Es posible que a fuerza de darle vueltas al asunto yo mismo me haya sugestionado más de la cuenta pero no me atrevía a pasar la noche solo en ese lugar.
Se trataba de encontrar los compañeros adecuados para esa aventura. Finalmente concertamos una cita con el amigo J.A, que finalmente no pudo venir, y con Jordi Busqué (el fotógrafo que anteriormente fue astrofísico). Yo insistí en llegar lo antes posible para poder recorrer el pueblo y estar seguro de que no había nadie. Pero algunos asuntos nos retrasaron y llegamos poco después de la puesta de sol. La vegetación se había apoderado definitivamente de la entrada de la iglesia y fue necesario gatear por debajo de las zarzas y llenarnos de arañazos para poder acceder a la puerta. El techo del campanario estaba ruinoso, los maderos de la escalera se habían precipitado al suelo dejando sus enormes clavos de hierro forjado a mano a la vista y algunas losas se tambaleaban muchos metros por encima de nuestras cabezas. “Esas no se caen por que no tienen vértigo”, decía un albañil que conocí cuando veía esas piedras amenazadoras.
Busqué, más racionalista que yo, hizo notar que el peligro principal le parecía un derrumbe y no ser víctimas de un ritual satánico. Es posible, pero cada uno representa sus temores de una forma diferente y yo siempre temo más a las personas que a las cosas. En cualquier caso, allí estaba el dintel de la puerta (*), con su preciosa piedra grabada en latín, y el interior de la iglesia, ya completamente expoliado de cualquier elemento de valor pero rebosante de vida. Y no pude evitar sentirme un poco como si fuera Howard Carter abriendo el sepulcro de Tutankamon. Aunque la próxima vez pienso ponerme un casco.
Yo no se si las fotos que hice son buenas, pero no fueron fáciles. Para empezar, Busqué sugirió que nos situáramos en el centro de la nave para reducir el riesgo de que una piedra nos partiera la cabeza… pero acto seguido, tratando de encontrar el mejor encuadre, se colocó en el lugar más peligroso. Además, desde allí no podía ver la estrella polar, cosa que es imprescindible para orientar su seguidor de astros. Allí mismo ideamos el método de los dos rayos láser paralelos para poder poner en estación monturas ecuatoriales desde el interior de iglesias abandonadas, pero resultó ser especialmente difícil de poner en práctica. Después estuvimos probando mucho tiempo hasta encontrar la forma de iluminar las paredes, cosa necesaria para que la foto resultara inteligible.
Más de tres horas estuvimos dentro de aquel lugar, tratando de hacer las fotos y mientras tanto discutiendo como es posible que al arrodillarse sobre las ortigas con pantalones largos el escozor pueda llegar a las piernas, que profundidad debe tener una herida para que te mate el tétanos, cual era el animal que estaba con nosotros, paseándose por debajo de las zarzas de la nave (¿será ratón, será zorro, será tejón?), cuantos ajos crudos hay que comer al día para evitar las picaduras de pulgas y mosquitos, así y muchas otras cosas que no vienen al caso. Finalmente, cuando ya estábamos agotados, dimos el asunto por terminado, preguntándonos si habíamos conseguido suficiente sense of place. Dejé una cámara de película haciendo una foto con trazas de estrellas, que todavía no he revelado, y salimos al exterior a comer y beber antes de marcharnos.
Pero al salir, la noche al aire libre nos pareció tan maravillosa y la luz de Júpiter (que no podíamos ver desde dentro) tan intensa que parecía suficiente como para iluminar todo el paisaje. Estuvimos un buen rato haciendo fotos al aire libre antes de cenar, y al resplandor de los astros todo volvió a parecernos fácil y agradable. Cuando nos marchamos del pueblo abandonado, echamos cuentas y resultó que habíamos pasado siete horas allí (**). Después de esto –pensé- lo único que nos faltaría es fotografiar cementerios de noche. Pero de esto yo hablaré otro día.
(*) Le hicimos fotos a medias y otro día subiremos.
(**) Y por eso pongo el copyright en las fotos, no se si voy a poder venderlas pero las hice yo, me costaron mucho, tienen un valor, y si alguien las copia sin permiso le voy a hacer vudú. Y a veces me funciona.
Comentarios
Tan interesante como misterioso.
La próxima vez no dudes en llamarme
;)
Un abrazo
Bromas a parte, se hizo un poco pesadito y dividiendo por el tiempo empleado, la sesión en el cementerio fue más productiva.
Vaya lugar alucinante!
Y las fotos, cada vez los consigues mas impresionantes.
Que pasada es trazo de la vía láctea desde el interior de la ruina.
Que bien se ve Jupiter en la tercera.
Un saludo
Es usted el más Grande entre los Grandes mi querido y Egregio Agrimensor. Por las imágenes, por lo qué nos cuenta y por cómo nos lo cuenta.
A sus pies rendido.
La Oblea es Plana.
Usted, y Busqué. Entonces...el señor calvo de la charca no se atrevió a ir? Ya, ya, que no le avisaron, que no podía ir, que patatín, que patatán.
Y se me ocurren mil cosas inconexas después de leer esto:
Que me ha dejado usted intrigada con el nombre de resonancias bíblicas; será Caín, o Belén, o Job, o Sodoma, o Gomorra, o Herodes...
Que sí que es insistente la hiedra, que a mí se me mete por una persiana.
Que qué buena frase la del albañil.
Que ya no se construye como antes. No creo que la iglesia de mi barrio dure mil años.
Que qué miedito habría pasado yo allí.
Que si apartan las zarzas y matorrales a lo mejor encuentran la lápida del señor conde de aquella comarca.
Que esas piedras a mí me llevan a pensar en la gente que construyó aquello, que llevó una vida mil veces más dura que la nuestra, con hambre, miseria, inviernos gélidos, que acudían de valles aledaños a la iglesia esperanzados en la misericordia de Dios o temerosos de su ira.
Un saludo.
En absoluto!
>Entonces...el señor calvo de la charca no se atrevió a ir?
No pudo asistir, si que hubiera venido.
>Que me ha dejado usted intrigada con el nombre de resonancias bíblicas; será Caín, o Belén, o Job, o Sodoma, o Gomorra, o Herodes...
Ah, misterio misterio
>Que sí que es insistente la hiedra, que a mí se me mete por una persiana.
Es un poco asquerosa y literalmente atraviesa las paredes de piedra con sus raices peludas
>Que qué buena frase la del albañil.
Tienen su sabiduría ancestral. Este es un personaje pero le mandamos a paseo por que pasaban meses y años sin que compareciera
>Que ya no se construye como antes. No creo que la iglesia de mi barrio dure mil años.
Lo seguro es que será más fea cuando se desplome. Hitler y Speer (su arquitecto de confi) lo miraban mucho, que al cabo de mil años las ruinas de sus edificios fueran bellas.
>Que qué miedito habría pasado yo allí.
Y yo.
>Que si apartan las zarzas y matorrales a lo mejor encuentran la lápida del señor conde de aquella comarca.
Pues podría ser pero haría falta una excavadora
>Que esas piedras a mí me llevan a pensar en la gente que construyó aquello, que llevó una vida mil veces más dura que la nuestra, con hambre, miseria, inviernos gélidos, que acudían de valles aledaños a la iglesia esperanzados en la misericordia de Dios o temerosos de su ira.
Desde luego las pasaron bien putas..
(Da gusto tener tiempo para contestar!)
Muchas gracias!
Estuvimos en la Alhambra hace poco y pude verlas, son una maravilla. Y lo que hizo el emperador (no se si fue Carlos V o el que sea), un asquete de nuevo rico
Ya estoy deseando ver la serie sobre el cementerio...
Así es el techo de mi casa. Para conservarlo, hay quienes siguen usando una lechada que se aplica, al menos, anualmente, y compuesta básicamente por cal y aceite usado. (yo me he pasado al caucho, pero la impermeabilización de la lechada tradicional es buenísima).
Las agujas de la ortiga, por su composición mineral (la cual no recuerdo, parecida "al vidrio") son tan afiladas que podrían penetrar sin parpadear entre las fibras de unos pantalones finos (no creo que en unos vaqueros, por ejemplo, aunque no lo sé) y para inyectarte histamina y acetilcolina.
Aunque sarna con gusto... Sí pica,
¡Pero qué fotografías y relato más apasionantes, una vez más!
Sobre los pueblos abandonados pienso lo mismo que la desanchá, y ya lo pensé en tu anterior entrada sobre esa central eléctrica.
Bueno, que soy de pocas palabras y con esto me podría enrollar muchísimo. Ya lo sabes, pueblos abandonados para elegir aquí, en Disneyland-resort-pirineos. Salut.
Si, si ... ya me avisaste y reavisaste.
bufffffffff
Os felicito.
J.A.
A la próxima os grabais al mismo tiempo, que la conversación de ajos antipulgas, tejones o ratones, piedras vencidas por la gravedad y otras "neuras" que nos entran a l@s human@s en situaciones un tanto fóbicas son muy ... entretenidas ;)
Salut, Myrtus
'Quin yuyu'
Si hay una segunda vez, yo me apunto (ya tengo el casco preparado)
¿Desde cuando no mira usted los correos electrónicos?
Salud.
Hablando de plantas especializadas en colonizar los muros, la más curiosa es la Cymbalaria muralis, capaz de introducir los frutos verdes en las grietas para asegurarse de que sus semillas van a germinar allí, seguro que la has visto alguna vez.
Un abrazo de enredadera.