Esperando a la Vía Láctea en el desfiladero
El enigmático Antoine Durand dedicó un capítulo de su Guía turística oculta al sur de los Pirineos. En la página 367 se puede leer:
En estas solitarias comarcas, que deben tener un tormentoso pasado geológico, abundan los cañones estrechos, las gargantas y los desfiladeros. Tomando las debidas precauciones, es recomendable visitarlos también después de la puesta de sol.
En uno de ellos, quien sepa calcular cuales son las noches adecuadas o tenga la suerte de estar allí por casualidad, podrá observar la Vía Láctea emplazada exactamente entre las dos enormes paredes verticales, a una distancia prodigiosa pero justamente sobre su cabeza. Este sutil prodigio ocurre en verano, con tiempo razonablemente bueno, y va acompañado del canto de los grillos y del murmullo del arroyo que discurre por el fondo del desfiladero, mucho más abajo.
La espera hasta que la Vía Láctea ocupa la posición equidistante entre las dos paredes puede ser larga. El viajero debe tener paciencia, sentarse cómodamente en el extraño puente sin barandillas y prepararse para disfrutar de la soledad de una noche de verano, siempre recordando que el camino es estrecho: tan solo un paso a la izquierda y uno a la derecha le separan de precipitarse por el abismo. Según el estado de ánimo de cada uno, esta espera en si misma puede considerarse como una silenciosa obra de arte, sin espectadores.
Este verano finalmente creo que pude encontrar el lugar durandiano al que se refieren estos párrafos. Durand jamás da los emplazamientos exactos de los lugares que describe (pero en este caso da muchas pistas y si alguien lo conoce, le ruego que no lo desvele). Es precisamente la curiosidad la que lleva a los lectores de su guía a explorar por su cuenta, alejándose de la disneylandización y encontrando tal vez otros lugares durandianos (como este, o este) que el propio Durand nunca visitó. O al menos esta es la interpretación que algunos han querido dar a su obra. En cualquier caso, la lenta rotación de la galaxia hasta que alcanza el punto exacto en el paisaje bien merece una larga espera.
Durand no suele preocuparse demasiado por los detalles. Aquí olvidó mencionar que cuando la Vía Láctea está justo en el centro del desfiladero quienes tengan buena vista también verán la galaxia de Andrómeda, abajo a la izquierda en la foto. La gran estrella en el centro, arriba, debe de ser Vega. Desde que Durand visitó este desfiladero la contaminación luminosa habrá empeorado. Ahora, las luces de los coches que pasan por una carretera vecina iluminan ocasionalmente la pared este. Por lo demás la descripción es exacta.
En estas solitarias comarcas, que deben tener un tormentoso pasado geológico, abundan los cañones estrechos, las gargantas y los desfiladeros. Tomando las debidas precauciones, es recomendable visitarlos también después de la puesta de sol.
En uno de ellos, quien sepa calcular cuales son las noches adecuadas o tenga la suerte de estar allí por casualidad, podrá observar la Vía Láctea emplazada exactamente entre las dos enormes paredes verticales, a una distancia prodigiosa pero justamente sobre su cabeza. Este sutil prodigio ocurre en verano, con tiempo razonablemente bueno, y va acompañado del canto de los grillos y del murmullo del arroyo que discurre por el fondo del desfiladero, mucho más abajo.
La espera hasta que la Vía Láctea ocupa la posición equidistante entre las dos paredes puede ser larga. El viajero debe tener paciencia, sentarse cómodamente en el extraño puente sin barandillas y prepararse para disfrutar de la soledad de una noche de verano, siempre recordando que el camino es estrecho: tan solo un paso a la izquierda y uno a la derecha le separan de precipitarse por el abismo. Según el estado de ánimo de cada uno, esta espera en si misma puede considerarse como una silenciosa obra de arte, sin espectadores.
Este verano finalmente creo que pude encontrar el lugar durandiano al que se refieren estos párrafos. Durand jamás da los emplazamientos exactos de los lugares que describe (pero en este caso da muchas pistas y si alguien lo conoce, le ruego que no lo desvele). Es precisamente la curiosidad la que lleva a los lectores de su guía a explorar por su cuenta, alejándose de la disneylandización y encontrando tal vez otros lugares durandianos (como este, o este) que el propio Durand nunca visitó. O al menos esta es la interpretación que algunos han querido dar a su obra. En cualquier caso, la lenta rotación de la galaxia hasta que alcanza el punto exacto en el paisaje bien merece una larga espera.
Durand no suele preocuparse demasiado por los detalles. Aquí olvidó mencionar que cuando la Vía Láctea está justo en el centro del desfiladero quienes tengan buena vista también verán la galaxia de Andrómeda, abajo a la izquierda en la foto. La gran estrella en el centro, arriba, debe de ser Vega. Desde que Durand visitó este desfiladero la contaminación luminosa habrá empeorado. Ahora, las luces de los coches que pasan por una carretera vecina iluminan ocasionalmente la pared este. Por lo demás la descripción es exacta.
Comentarios
Aunque no estoy seguro del todo que hayas encontrado el lugar exacto. Creo que en Pirineos hay lugares como ese pero sin que una carretera cercana estropee el sonido de la naturaleza nocturna y sea sólo la iluminación de las estrellas las que acompañe el momento. Pero claro, no puedo decir el sitio... se lo estropearía al señor Durand.
Pero lo de sólo la iluminación de las estrellas es decir mucho en Europa, en estas fotos se captan luces muy lejanas. Por ejemplo, los coches aquí no se oyen en absoluto pero sin embargo salen un poco en la foto.
Una foto preciosa, tanto como el lugar, enhorabuena
Ya me lo has comentado varias veces y debo pedir disculpas por no haberte contestado, en gran parte por que no quiero hacer propaganda de los fabricantes de material ni incitar a la gente a que compre cosas caras.
Pero para estas fotos desgraciadamente hace falta un equipo un poco especial (a no ser que uno sea como Jordi Busqué que las hace prácticamente sin cámara ni trípode).
Normalmente tiro a ISO3200, F2.8, 14mm de distancia focal, 30 segundos. Esto sería el punto de partida. A veces puedes aumentar a 45, 60 o incluso 90 segundos, para esta focal, dependiendo que que efecto buscas. Marcas en este momento prefiero no dar, pero hace falta una cámara sensible.
Si haces varias tomas, puedes promediarlas con deepskystacker. Esta en realidad son 4 fotos de 30 segundos a ISO6400, promediadas para reducir el ruido. Lo que hace Jordi es usar una especie de montura ecuatorial portatil, pero es un aparato que se ha construido él mismo. La alternativa comercial es muy cara.
Jordi y yo probablemente daremos un cursillo especializado de fotografía de paisajes estrellados el próximo verano.
Celebro que te guste !
Quien sabe igual me animo a vuestro cursillo, es una idea muy tentadora.
Gracias por tu interés, ya iremos informando del curso y desde luego será una alegría si puedes venir.
Los días de trabajo de Agosto fueron más leves gracias al robot que nos mantenía con la esperanza de alguna entrada de vez en cuando.
En cuanto a la contaminación lumínica, al final nos tendremos que ir a sitios como el de la noticia...
http://www.wired.com/wiredscience/2009/08/bestplaceonearth/#more-10012
Un saludo desde Munich.
JC
La foto és la hòstia en bici!
Si mis cálculos resultan, talvez podría apuntarme. Podría llevar (bien guardados) unos "Pequenes" comprados en el Mercado Central para ser calentados allá y comer durante la noche...
Muy linda la foto, me costó un poco ubicarme al principio, (el frío de Santiago me tiene lento...) pero me ubiqué finalmente.
Saludos desde Chile.
A mí los cielos estrellados -a falta de notar la temperatura del aire- siempre me parecen navideños. Será de tanto christmas que se mandaba antes. Pero este es decididamente veraniego.
Usted tiene una paciencia infinita. Y su señora, más.
El pan era estupendo pero los embutidos también.
Increible el sitio, vas a hacer que suba para allá y todo.
Un abrazo, buen trabajo ;)