El viaje
1. Me marcho de viaje. Es más, en estos momentos yo ya no estoy y ha sido el robot quien ha subido esta entrada. Y esto de dejar entradas programadas cuando me marcho siempre me hace pensar en la posibilidad de dejar alguna preparada con mis últimas voluntades y -sobretodo- con el texto que debe leerse en mi entierro. El problema más grave es la fecha: si la programo demasiado tarde no alcanzará para el entierro, y si es demasiado pronto, incluso si el avión no se estrellase corro el riesgo de no poder desprogramarla y que mis intimidades postreras queden al descubierto. De modo que nunca lo hago.
2. Para entretenerme en el avión compré el libro de Albert Casals, pero ya lo leí antes de salir de casa y lo recomiendo. Este chico va en silla de ruedas, tiene unos 18 años y empezó a viajar solo por todo el mundo, sin dinero, a los 14 años. Duerme en los parques y se cuela en el metro, come de lo que le invitan y prácticamente solo gasta el precio del vuelo. Ha escrito un libro, "El món sobre rodes", en el que cuenta sus viajes y su particular filosofía de la vida. Probablemente se va a traducir a varios idiomas. Es inteligente y ha sabido mantener el ritmo de la narración durante todo el libro, que está lleno de anécdotas impresionantes. No viaja buscando monumentos, ruinas o paisajes (ni mucho menos animales raros, o cielos despejados, como yo), si no personas. Le encanta conocer gente nueva. Es evidente que se aprovecha de la simpatía que despierta un chico joven que va solo por el mundo en una silla de ruedas, pero él es perfectamente consciente de esto y no lo esconde. De modo que como él mismo confiesa, la silla de ruedas termina por ser una ventaja. Además de su actitud enormemente positiva y su energía desbordante, parece que sabe hacerse las preguntas adecuadas. Esperemos que el mundo mediático no pueda devorarle.
3. Ahora mismo yo debo de estar volando, y quisiera decir -como los grandes viajeros- que voy hacia donde me lleve el destino. Pero en realidad no es así, yo viajo por asuntos de trabajo y está muy claro a donde voy, que es lo que tengo que hacer, y cuando volveré.
Se suele diferenciar entre turistas y viajeros. Simplificando, los viajeros serían personas políglotas, cultas y enimgmáticas y los turistas, un montón de ignorantes que van siempre con prisas. Por tanto, es lógico preguntarse, al ir tan apresuradamente como yo voy siempre, si será posible alcanzar ni que sea modestamente la categoría de viajero. No lo creo.
Pero yo, más que diferenciar entre viajeros y turistas, diferenciaría entre quienes viajan por gusto y quienes lo hacen por necesidad, por verdadera necesidad y sin ayuda de nadie. Esos últimos son los inmigrantes que van en patera. Todos los demás -y nadie se me ofenda- en el fondo somos unos privilegiados.
De todos modos hace unos años procuraba escabullirme para no tener que ir a ningún sitio y no tenía ganas de ver nada. Dejé pasar, por ejemplo, la oportunidad de ir a Marruecos, cosa que ahora me parece una idiotez increíble. Pero yo era otro.
4. Para preparar el equipaje yo siempre estoy mucho más tiempo decidiendo que objetivos me voy a llevar que no la ropa. Elijo y limpio las ópticas como si fueran talismanes y después tiro cuatro camisetas en la vieja maleta. Y a fuerza de vestir mal alguna vez me han tomado por un verdadero homeless. Una vez, en un bar, pedí si por favor me podían preparar un bocadillo y la señora preguntó si se lo pensaba pagar.
Pero parece que ya estamos llegando y se terminó el blogueo, pronto deberé pulsar el botón naranja de "Publicar Entrada". ¿A donde me habrá llevado esta vez la meticulosa Compañía de Agrimensores la Puntual? ¿Podré hacer alguna foto?.
Sean felices cada día, en la medida de sus posibilidades.
2. Para entretenerme en el avión compré el libro de Albert Casals, pero ya lo leí antes de salir de casa y lo recomiendo. Este chico va en silla de ruedas, tiene unos 18 años y empezó a viajar solo por todo el mundo, sin dinero, a los 14 años. Duerme en los parques y se cuela en el metro, come de lo que le invitan y prácticamente solo gasta el precio del vuelo. Ha escrito un libro, "El món sobre rodes", en el que cuenta sus viajes y su particular filosofía de la vida. Probablemente se va a traducir a varios idiomas. Es inteligente y ha sabido mantener el ritmo de la narración durante todo el libro, que está lleno de anécdotas impresionantes. No viaja buscando monumentos, ruinas o paisajes (ni mucho menos animales raros, o cielos despejados, como yo), si no personas. Le encanta conocer gente nueva. Es evidente que se aprovecha de la simpatía que despierta un chico joven que va solo por el mundo en una silla de ruedas, pero él es perfectamente consciente de esto y no lo esconde. De modo que como él mismo confiesa, la silla de ruedas termina por ser una ventaja. Además de su actitud enormemente positiva y su energía desbordante, parece que sabe hacerse las preguntas adecuadas. Esperemos que el mundo mediático no pueda devorarle.
3. Ahora mismo yo debo de estar volando, y quisiera decir -como los grandes viajeros- que voy hacia donde me lleve el destino. Pero en realidad no es así, yo viajo por asuntos de trabajo y está muy claro a donde voy, que es lo que tengo que hacer, y cuando volveré.
Se suele diferenciar entre turistas y viajeros. Simplificando, los viajeros serían personas políglotas, cultas y enimgmáticas y los turistas, un montón de ignorantes que van siempre con prisas. Por tanto, es lógico preguntarse, al ir tan apresuradamente como yo voy siempre, si será posible alcanzar ni que sea modestamente la categoría de viajero. No lo creo.
Pero yo, más que diferenciar entre viajeros y turistas, diferenciaría entre quienes viajan por gusto y quienes lo hacen por necesidad, por verdadera necesidad y sin ayuda de nadie. Esos últimos son los inmigrantes que van en patera. Todos los demás -y nadie se me ofenda- en el fondo somos unos privilegiados.
De todos modos hace unos años procuraba escabullirme para no tener que ir a ningún sitio y no tenía ganas de ver nada. Dejé pasar, por ejemplo, la oportunidad de ir a Marruecos, cosa que ahora me parece una idiotez increíble. Pero yo era otro.
4. Para preparar el equipaje yo siempre estoy mucho más tiempo decidiendo que objetivos me voy a llevar que no la ropa. Elijo y limpio las ópticas como si fueran talismanes y después tiro cuatro camisetas en la vieja maleta. Y a fuerza de vestir mal alguna vez me han tomado por un verdadero homeless. Una vez, en un bar, pedí si por favor me podían preparar un bocadillo y la señora preguntó si se lo pensaba pagar.
Pero parece que ya estamos llegando y se terminó el blogueo, pronto deberé pulsar el botón naranja de "Publicar Entrada". ¿A donde me habrá llevado esta vez la meticulosa Compañía de Agrimensores la Puntual? ¿Podré hacer alguna foto?.
Sean felices cada día, en la medida de sus posibilidades.
Comentarios
Un abrazo
Siempre he tenido ese pensamiento desde que supe que sepuede programar una entrada, si debía dejar una escrita e irla cancelando cuando cada semana no me muriera... Y si se me olvidaba un día? Y si salía todo a la luz?
Un abrazo.
Un gustazo de "post".
Y por cierto, la anécdota del bocadillo, también me recuerda lo que le ocurrió a mi hermano, Geólogo y adicto a la escalada, a quien en una ocasión, sentado en el suelo de un aeropuerto, con su mochilón, una buena mujer, después de mirarle con ternura... le tiró unas monedas.
Un abrazo.
y yo creo que tus horas de madrugada esperando luces y bichos son auténticos viajes,
al menos cuando yo te leo, saboreo algo de lo que yo sentí llegando al fin del mundo
yo también creo que todo el resto que no nos vemos obligados a errar y dejar nuestra casa en patera somos privilegiados
que disfrutes de las distancias, que en dosis más o menos pequeñas o grandes, son buenas,
disfruté mucho leyéndolo, como siempre maestro