Contacto con el espíritu de Borges
Yo nunca he creído en el espiritismo y siempre he sido un firme defensor de la putrefacción como única esperanza ultraterrena. No obstante, hacía tiempo que esperaba una ocasión para poderme comunicar con el espíritu de Jorge Luís Borges.
Tal vez se me acusará de pretencioso. ¿Qué interés podría tener el insigne espíritu de Borges en entablar contacto conmigo?. Debo refutar esta previsible calumnia. Es cierto que Borges escribió con precisión y elegancia sobrehumanas, y si yo hubiera sido Dios Padre, le hubiera encargado la redacción del Génesis. Pero también su imaginación y su curiosidad fueron portentosas. ¿Tendría pues algo de extraño que el espectro de Borges quisiera interrumpir la monotonía de su vida errante en las desangeladas bibliotecas suizas para hablar con un anónimo hombre del futuro?
Aclarado lo anterior, me quedaba el problema del método. Ustedes sabrán que yo malvivo en una ruidosa ciudad-dormitorio, que ha logrado excluir casi por completo no solamente todo tipo de vida vegetal, si no también cualquier elemento romántico que pueda predisponer a las apariciones sobrenaturales. Ciertamente, existen museos dedicados al pasado de la ciudad, y uno de ellos cuenta incluso con dos calaveras. Pero al estar detrás del plexiglás amarillento de una vitrina, custodiadas por un funcionario uniformado que lee interviu con hastío desde su silla, en mi opinión pierden toda su potencia simbólica.
Era necesario encontrar el lugar propicio. Por suerte, un amigo tiene un gran caserón perdido en un lugar remoto del prepirineo Aragonés. Dispone de zonas ruinosas, enredaderas, bodegas con telarañas y murciélagos, y de un pozo siniestro. Y lo más importante: sus paredes de piedra, muy anteriores a la época de Borges, son exageradamente gruesas y deben contar con los cadáveres de varios emparedados. En conjunto, a juzgar por las dimensiones y el aspecto de la casa, considerando la densidad sobrenatural de la zona, allí deben haber por lo menos dos almas en pena. Como es bien sabido, unos espíritus llaman a los otros.
Allí nos dirigimos el pasado otoño un grupo de entusiastas, incluyendo el propietario de la casa. Pero, como ya deben saber, los métodos al uso para convocar presencias sobrenaturales, tales como el tablero ouija, son totalmente inadecuados, por que se basan en la interacción entre los usuarios y solamente dan lugar a efectos histéricos y no a apariciones genuinas.
Lo mejor para contactar con el más allá es una cena copiosa, con carnes rojas bien asadas, buenos vinos tintos y un postre apetitoso, con chocolate. Se debe comer alegremente pero procurando no hacer demasiado ruido, después se procede a una agradable sobremesa junto al fuego. Todo esto, si falla el contacto, por lo menos nos asegura pasar una velada agradable. Finalmente, cada uno se va a dormir a su habitación. Y es durante la noche solitaria cuando los espíritus hacen su aparición.
Como ya deben imaginar, la sesión fue un éxito. El espíritu de Borges estuvo espléndido y me sugirió un pequeño prodigio, una reencarnación de su biblioteca. Pero de eso hablaré en otra entrada puesto que como suele ocurrirme, se me fue el santo al cielo.
Tal vez se me acusará de pretencioso. ¿Qué interés podría tener el insigne espíritu de Borges en entablar contacto conmigo?. Debo refutar esta previsible calumnia. Es cierto que Borges escribió con precisión y elegancia sobrehumanas, y si yo hubiera sido Dios Padre, le hubiera encargado la redacción del Génesis. Pero también su imaginación y su curiosidad fueron portentosas. ¿Tendría pues algo de extraño que el espectro de Borges quisiera interrumpir la monotonía de su vida errante en las desangeladas bibliotecas suizas para hablar con un anónimo hombre del futuro?
Aclarado lo anterior, me quedaba el problema del método. Ustedes sabrán que yo malvivo en una ruidosa ciudad-dormitorio, que ha logrado excluir casi por completo no solamente todo tipo de vida vegetal, si no también cualquier elemento romántico que pueda predisponer a las apariciones sobrenaturales. Ciertamente, existen museos dedicados al pasado de la ciudad, y uno de ellos cuenta incluso con dos calaveras. Pero al estar detrás del plexiglás amarillento de una vitrina, custodiadas por un funcionario uniformado que lee interviu con hastío desde su silla, en mi opinión pierden toda su potencia simbólica.
Era necesario encontrar el lugar propicio. Por suerte, un amigo tiene un gran caserón perdido en un lugar remoto del prepirineo Aragonés. Dispone de zonas ruinosas, enredaderas, bodegas con telarañas y murciélagos, y de un pozo siniestro. Y lo más importante: sus paredes de piedra, muy anteriores a la época de Borges, son exageradamente gruesas y deben contar con los cadáveres de varios emparedados. En conjunto, a juzgar por las dimensiones y el aspecto de la casa, considerando la densidad sobrenatural de la zona, allí deben haber por lo menos dos almas en pena. Como es bien sabido, unos espíritus llaman a los otros.
Allí nos dirigimos el pasado otoño un grupo de entusiastas, incluyendo el propietario de la casa. Pero, como ya deben saber, los métodos al uso para convocar presencias sobrenaturales, tales como el tablero ouija, son totalmente inadecuados, por que se basan en la interacción entre los usuarios y solamente dan lugar a efectos histéricos y no a apariciones genuinas.
Lo mejor para contactar con el más allá es una cena copiosa, con carnes rojas bien asadas, buenos vinos tintos y un postre apetitoso, con chocolate. Se debe comer alegremente pero procurando no hacer demasiado ruido, después se procede a una agradable sobremesa junto al fuego. Todo esto, si falla el contacto, por lo menos nos asegura pasar una velada agradable. Finalmente, cada uno se va a dormir a su habitación. Y es durante la noche solitaria cuando los espíritus hacen su aparición.
Como ya deben imaginar, la sesión fue un éxito. El espíritu de Borges estuvo espléndido y me sugirió un pequeño prodigio, una reencarnación de su biblioteca. Pero de eso hablaré en otra entrada puesto que como suele ocurrirme, se me fue el santo al cielo.
Comentarios
Besitos!!!!!!!!!
Lo de señor no lo digo por la edad, más bien por la calidad de sus neuronas.!Qué bien puestas las tiene usted! Mucho fósforo tomó en su más tierna infancia, ¡cazador de espíritus literarios!ja ja. Es que la fe mueve montañas y a veces me parece que cree en ínsulas imposibles. Me lo imagino con un caza mariposas, pero adaptado a lo etéreo del elemento fantasmagórico.
Inuit, se puede creer cualquier cosa que explique Don Frikosal. Tiene mi plena confianza.
Inuits ;))))
Espero la continuació amb moltes ganes. L´esperit de Borges, no qualsevol esperit, no. Predisposes bé a una més que bona segona part.
Petons.
:)
:-)))