Ocaso de los dioses

Venus riela sobre el Atlántico, pero Júpiter ya es casi invisible. Solamente un punto rojo tocando al horizonte. Todavía queda un último resto blanquecino de luz zodiacal.
Venus riela en La Palma.

Un ejercicio interesante es comparar esta foto de Venus con la que colgué de Júpiter sobre un lago en el Pirineo. Verán que el efecto es parecido, pero en el Pirineo, incluso a dos horas andando de la carretera y 2000 metros de altura, la contaminación luminosa que hay en el horizonte es evidente. En cambio, en la foto en La Palma, los tonos rojizos del horizonte son naturales, es la celístia (la luz de las estrellas), que adquiere este color por su interacción con la atmósfera.
Júpiter riela en el Pirineo, pero en el horizonte hay contaminación luminosa. 

No se si podré explicar hasta que punto me emociona poder admirar un cielo sin rastro alguno de luz artificial, saber que los tonos de color de la foto son únicamente debidos a la naturaleza. Esto es algo realmente excepcional.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Para esas condiciones de falta de luz... este sur austral chileno es excepcional.
Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Y el racimo de Pléyades acercándose a Venus... Imagino tu emoción estando tan cerca del cielo y las estrellas, sin rastro de civilización. Y ojalá supieras la emoción que me provoca a mí contemplar tus fotografías. Es un lujo y privilegio. Gracias Frik*

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