Praga 1997, nervios antes de salir a escena
© M.Soria - www.frikosal.blogspot.com
Nikon 601, pelicula de diapositivas del Fotoprix, la más barata. A pulso. ¿Era ese el instante decisivo?
Una de tantas reuniones de agrimensores me llevó a Praga, creo que fue en el 96 o el 97. Entonces la caída del muro y la independencia de Eslovaquia eran más o menos recientes y Praga no era tan abrumadoramente turística como me dicen que es ahora. A las 12 de la noche el centro de la ciudad se vaciaba casi por completo de transeúntes y como por arte de magia aparecían macarras y prostitutas muy jóvenes, casi niñas, en todas las esquinas.
El último día de la reunión hubo una cena de gala a la que mi amigo M. y yo asistimos esperando cenar maravillosamente (puesto que incluso en el centro de la ciudad se podía comer muy bien por poco dinero). Montaron a todo el grupo en un autocar y nos llevaron casi dos horas por carreteras retorcidas con la promesa de un castillo rodeado de viñedos. M. era comunista convencido, y por el camino tuvimos una discusión que llegó a ser un poco agria.
Al llegar, el castillo en realidad resultó ser una gran casa de campo. Nos reunieron en la entrada de la bodega, y un conde que de algún modo había podido conservar la propiedad durante el comunismo o tal vez recuperarla después del cambio de régimen nos habló de la primavera de Praga, en el 68, y nos dio a probar un vino ácido que algunos encontraron muy bueno.
Antes de cenar había un aperitivo y una sesión de canto a cargo de una coral de chicas uniformadas, casi niñas. Yo me escabullí un momento y fisgué un poco por las salas en penumbra del castillo. En una de ellas, junto a la cocina, estaban los platos del aperitivo que un camarero iba sacando. Y allí mismo, a la luz mortecina de unos fluorescentes, estaban las niñas esperando para salir a la escena. Hice una foto a hurtadillas y sintiéndome culpable. Después cantaron angelicalmente, como uno espera que cante la juventud que ha aprendido música clásica y ajedrez en un país comunista. Y seguramente por el contraste, la mente se me fue a las calles casi desiertas de Praga. La cena fue incomestible.
De regreso, en el autocar, dejé la compañía de mi amigo M. para sentarme al lado de la organizadora (o más propiamente, de la secretaria del organizador). En todo el trayecto de regreso no conseguí que dijera una sola palabra buena del comunismo, más bien parecía entusiasmada con la transición a la llamada economía de mercado y molesta con mis preguntas. Al llegar, descargó disimuladamente una gran bolsa con las sobras de la cena.
Y sucedieron muchas cosas más, pero eso ya serían otras historias. Unos años después, M. murió.
Nikon 601, pelicula de diapositivas del Fotoprix, la más barata. A pulso. ¿Era ese el instante decisivo?
Una de tantas reuniones de agrimensores me llevó a Praga, creo que fue en el 96 o el 97. Entonces la caída del muro y la independencia de Eslovaquia eran más o menos recientes y Praga no era tan abrumadoramente turística como me dicen que es ahora. A las 12 de la noche el centro de la ciudad se vaciaba casi por completo de transeúntes y como por arte de magia aparecían macarras y prostitutas muy jóvenes, casi niñas, en todas las esquinas.
El último día de la reunión hubo una cena de gala a la que mi amigo M. y yo asistimos esperando cenar maravillosamente (puesto que incluso en el centro de la ciudad se podía comer muy bien por poco dinero). Montaron a todo el grupo en un autocar y nos llevaron casi dos horas por carreteras retorcidas con la promesa de un castillo rodeado de viñedos. M. era comunista convencido, y por el camino tuvimos una discusión que llegó a ser un poco agria.
Al llegar, el castillo en realidad resultó ser una gran casa de campo. Nos reunieron en la entrada de la bodega, y un conde que de algún modo había podido conservar la propiedad durante el comunismo o tal vez recuperarla después del cambio de régimen nos habló de la primavera de Praga, en el 68, y nos dio a probar un vino ácido que algunos encontraron muy bueno.
Antes de cenar había un aperitivo y una sesión de canto a cargo de una coral de chicas uniformadas, casi niñas. Yo me escabullí un momento y fisgué un poco por las salas en penumbra del castillo. En una de ellas, junto a la cocina, estaban los platos del aperitivo que un camarero iba sacando. Y allí mismo, a la luz mortecina de unos fluorescentes, estaban las niñas esperando para salir a la escena. Hice una foto a hurtadillas y sintiéndome culpable. Después cantaron angelicalmente, como uno espera que cante la juventud que ha aprendido música clásica y ajedrez en un país comunista. Y seguramente por el contraste, la mente se me fue a las calles casi desiertas de Praga. La cena fue incomestible.
De regreso, en el autocar, dejé la compañía de mi amigo M. para sentarme al lado de la organizadora (o más propiamente, de la secretaria del organizador). En todo el trayecto de regreso no conseguí que dijera una sola palabra buena del comunismo, más bien parecía entusiasmada con la transición a la llamada economía de mercado y molesta con mis preguntas. Al llegar, descargó disimuladamente una gran bolsa con las sobras de la cena.
Y sucedieron muchas cosas más, pero eso ya serían otras historias. Unos años después, M. murió.
Comentarios
Hoy ha dejado el copyright fuera. ¿Ha recibido alguna amenaza?
Yo soy muy malo con las dominantes, por todas partes me aparecen. Hoy en día esto se considera un pecado muy grave, y por decir "la dominante le da atmósfera" a más de uno le han crucificado, tenga Vd cuidado.
Cada vez me entran más ganas de hacerles aquella broma a los foreros de la que le hable un día.
Estoy pensando en poner algún instante decisivo de mi vida para ver si por fin salgo en Interviu.
(la foto i la història excel·lents com sempre)
saludos
¿Porqué se ha guardado las fotografías que tomó en el vestidor y nos esta enredando con el tema de la dominante?
Gracias.
Ilustre Dr.,
Las tomas del vestidor son mucho mejores, ya lo dice la canción: siempre es mejor el verso aquel que no podemos recordar.
Bonita imagen y post como siempre.
Con su venia, le he añadido en los links y blogs que sigo en mi humilde blog.
Un saludo de otro agrimensor.
Tiene fotos interesantes en el blog, me gustó ese paisaje en Timanfaya.
Celebro que te guste.
Durante la larga enfermedad de M muchas veces pensé en decirle que aquella discusión había sido estúpida, pero no llegué a hacerlo. Era un personaje complicado, muy inteligente, profundo, contradictorio, melancólico y a veces muy vital. Le echo mucho de menos. Ahora estoy sentado en la que fue su mesa. Hace años que murió y todavía están por aquí algunas de sus cosas, su maleta, libros.