Guillermo Tell y la fotografía de mariposas
Pontia daplidice, 60 F16
Algunas acciones reflejan inevitablemente el estado de ánimo e incluso la personalidad del autor. Por ejemplo, escribir con rotulador grueso sobre un gran papel en blanco. Manchar el papel es un acto irreversible que puede hacernos dudar. Si dibujamos las letras muy lentamente, con trazos cortos, tal vez podremos conseguir un aspecto aparentemente bueno, pero una mirada un poco más detenida enseguida revelará nuestra inseguridad. Si optamos por trazos largos, sueltos y decididos, conseguiremos proyectar esta seguridad en el papel, a riesgo de cagarla. No es nada fácil tener un buen trazo. Se mejora con la práctica pero, por más que hayamos ensayado, si solamente tenemos un papel (y supongamos que se trata de un papel realmente valioso), el momento de la escritura será peliagudo.
Lanzar una flecha a una manzana puede hacerlo cualquiera (no digo acertar), pero si la manzana está sobre la cabeza de tu hijo, la cosa se complica. Para nadar no hay que temer al agua y el domador no debe temer a los leones.
Tal vez alguien se sorprenda si digo que la fotografía de insectos (o lagartijas) es una de estas acciones que reflejan nuestra personalidad y nuestro estado de ánimo. Especialmente si se hace en las horas en que están activos. Hay que acercase muchísimo a los bichos, hay que hacerlo calmadamente para no asustarles, hay que decidir el encuadre, balancear la luz de los flashes y la del ambiente. Y después, hay que situarse paralelamente al plano de interés, enfocar con precisión, sostener la cámara con la firmeza de un fakir y apretar el botón. Naturalmente, pueden hacerse muchas fotos, si es que los bichos no se marchan: solamente suelen darnos unos segundos. Es aquí donde interviene el factor personal.
Una de las opciones que tenemos es cerrar mucho el diafragma. Esto nos complica la iluminación, pero a cambio nos da más probabilidades de que todo el bicho salga bien enfocado, aunque si abusamos la difracción va a perjudicar la nitidez de la imagen.
En la primera toma que presento, realizada de noche, opté por cerrar el diafragma. Esto normalmente hubiera dejado el fondo confuso, pero en este caso tuve la suerte de que las dos hojas posteriores hicieran una especie de marco.
Esta toma es el extremo opuesto. Tiré con el diafragma totalmente abierto (F3.5 del sigma 180), reduciendo el foco a los ojos. La imagen no pretende ser descriptiva, asume el desenfoque de una parte del sujeto y lo utiliza para fijar la atención en el punto de interés. Pero si el foco no es absolutamente perfecto (o la óptica no es de calidad excelsa), la foto debe descartarse.
Colias crocea, 180mm F3.5
En momentos de serenidad, es posible abrir, arriesgarse y asumir el riesgo al fracaso. El fracaso será escrutar la foto y ver que no nos parece buena. Siendo tan sumamente difícil lograr la nitidez absoluta, asumir la falta de nitidez de una parte del sujeto también implica un alto grado de confianza en uno mismo. Y es alejarse de un perfeccionismo academicista (que es uno de los monstruos que se están comiendo la fotografía) y mantener la seguridad en el propio criterio. Para más ejemplos sobre este punto, visitar la web del amigo Nomesploraría.
También podemos asumir mayores riesgos si en realidad el sujeto fotografiado no nos importa especialmente. En este caso, podremos arriesgarnos a sacrificarlo (simbólicamente). Esto nos lleva de nuevo al caso de Guillermo Tell y su hijo.
Algunas acciones reflejan inevitablemente el estado de ánimo e incluso la personalidad del autor. Por ejemplo, escribir con rotulador grueso sobre un gran papel en blanco. Manchar el papel es un acto irreversible que puede hacernos dudar. Si dibujamos las letras muy lentamente, con trazos cortos, tal vez podremos conseguir un aspecto aparentemente bueno, pero una mirada un poco más detenida enseguida revelará nuestra inseguridad. Si optamos por trazos largos, sueltos y decididos, conseguiremos proyectar esta seguridad en el papel, a riesgo de cagarla. No es nada fácil tener un buen trazo. Se mejora con la práctica pero, por más que hayamos ensayado, si solamente tenemos un papel (y supongamos que se trata de un papel realmente valioso), el momento de la escritura será peliagudo.
Lanzar una flecha a una manzana puede hacerlo cualquiera (no digo acertar), pero si la manzana está sobre la cabeza de tu hijo, la cosa se complica. Para nadar no hay que temer al agua y el domador no debe temer a los leones.
Tal vez alguien se sorprenda si digo que la fotografía de insectos (o lagartijas) es una de estas acciones que reflejan nuestra personalidad y nuestro estado de ánimo. Especialmente si se hace en las horas en que están activos. Hay que acercase muchísimo a los bichos, hay que hacerlo calmadamente para no asustarles, hay que decidir el encuadre, balancear la luz de los flashes y la del ambiente. Y después, hay que situarse paralelamente al plano de interés, enfocar con precisión, sostener la cámara con la firmeza de un fakir y apretar el botón. Naturalmente, pueden hacerse muchas fotos, si es que los bichos no se marchan: solamente suelen darnos unos segundos. Es aquí donde interviene el factor personal.
Una de las opciones que tenemos es cerrar mucho el diafragma. Esto nos complica la iluminación, pero a cambio nos da más probabilidades de que todo el bicho salga bien enfocado, aunque si abusamos la difracción va a perjudicar la nitidez de la imagen.
En la primera toma que presento, realizada de noche, opté por cerrar el diafragma. Esto normalmente hubiera dejado el fondo confuso, pero en este caso tuve la suerte de que las dos hojas posteriores hicieran una especie de marco.
Esta toma es el extremo opuesto. Tiré con el diafragma totalmente abierto (F3.5 del sigma 180), reduciendo el foco a los ojos. La imagen no pretende ser descriptiva, asume el desenfoque de una parte del sujeto y lo utiliza para fijar la atención en el punto de interés. Pero si el foco no es absolutamente perfecto (o la óptica no es de calidad excelsa), la foto debe descartarse.
Colias crocea, 180mm F3.5
En momentos de serenidad, es posible abrir, arriesgarse y asumir el riesgo al fracaso. El fracaso será escrutar la foto y ver que no nos parece buena. Siendo tan sumamente difícil lograr la nitidez absoluta, asumir la falta de nitidez de una parte del sujeto también implica un alto grado de confianza en uno mismo. Y es alejarse de un perfeccionismo academicista (que es uno de los monstruos que se están comiendo la fotografía) y mantener la seguridad en el propio criterio. Para más ejemplos sobre este punto, visitar la web del amigo Nomesploraría.
También podemos asumir mayores riesgos si en realidad el sujeto fotografiado no nos importa especialmente. En este caso, podremos arriesgarnos a sacrificarlo (simbólicamente). Esto nos lleva de nuevo al caso de Guillermo Tell y su hijo.
Comentarios
Un apunte respecto a lo de la difracción a efes altos. Tengo que buscar el link, pero leí hace poco un artículo muy interesante, que tengo que estudiar más despacio, en el que se afirmaba algo así como que la difracción a efes altos es un leyenda urbana. Mejor dicho, venía a decir que sí que aumenta la difracción a diafragmas muy cerrados, pero que lo que la gente cree que es efecto de la difracción en realidad es motion blur, porque al cerrar mucho y usar flash con ttl, la camara alarga el tiempo de destello del flash, y la perdida de nitidez por la difracción es despreciable frente a la perdida de nitidez por el destello largo. A diafragmas abiertos, la duración del destello es muy corta (la intensidad es siempre la misma, varía el tiempo) y por tanto la imagen 'se congela' perfectamente.
Según esto, supongamos que el sujeto esta iluminado por un sol fuerte, y casi hay luz para echar la foto cerrando a tope, el flash solo tiene que añadir una cantidad modesta de luz para lograr la exposición correcta, entonces la duración del destello sería corta (ya que la cámara controla la duración a través de las funciones TTL) y la foto saldría nítida a pesar de tener el diafragma cerrado al máximo. La perdida de nitidez por la difracción sería inapreciable (hablando de lentes decentes).
No sé si me he explicado, itentaré encontrar el link que seguro lo explica mejor aunque en inglés.
El efecto de movimiento con el flash de destello largo lo usé hace poco para hacer una foto-chorrada en casa, a ver si la subo un día.
Estoy completamente de acuerdo contigo sobre el no siempre necesario, en muchas ocasiones innecesario, uso de DOF extremas a costa de sacrificar la creatividad.
Seguiré pasando.
Un saludo.
Joan (Fact, en Cabo).
El problema es que, caro o barato el objetivo, la difracción actúa por igual. Por lo menos esa es la teoría.
Moltes gracies!!
Tienes datos sobre el circulo de confusión que se producen a F altos? como los que debe hacer la Nikon F801? Yo tenia un amigo que utilizaba esa camara y nunca se quejó de desenfoques.
Si la imagen fuera para publicar en una guía es obvio que hay que cerrar. También para aprender vale la pena ser academicista. Cuando fotografío las hojas podridas lo hago con plena libertad y a mi me gusta probar.
(Gràcies per la teva cita :)
(Has vist la nova foto de TrH?)
No depende de la cámara si no de la óptica y más precisamente del diafragma. Con las digitales es más fácil comparar fotos y estas cosas se ven mucho más fácilmente. Dependiendo del objetivo a F16 empieza a notarse, aumenta la profundidad de campo pero la nitidez disminuye.
Nmp,
Bueno, tambien se puede ser descriptivo cerrando menos. Yo a veces, para asegurar la toma, me paso.
Si la he visto pero no entiendo tu comentario.
Yo hace tiempo que he renunciado a la nitidez absoluta. Creo que la luz natural bien se merece una oportunidad y hay que dejar atrás los diafragmas cerrados. Aunque tengo que confesar que esto me costó asumirlo en su momento. Poco a poco hay que ir evolucionando desde la mente del cirujano hacia la del artista....