El caso de la furgoneta blanca
Fue en un pueblo en el que solamente viven cinco personas. Según me han dicho, los vecinos estaban conversando a media mañana cuando vieron subir por la carreterita una furgoneta blanca con una escalera en el techo.
Ya en la plaza, se apearon tres tipos desganados. Sin decir más que buenos días, dos de ellos descargaron la escalera, y la arrimaron a la pared, como para colgar un cuadro. El tercero pidió agua para el mortero y sacó la hormigonera.
Cuando estuvo todo a punto, colocaron una placa de cerámica que ponía “CALLE LAS ERAS”, en letras azules muy esmeradas. La pusieron al lado de la antigua placa, que ya tiene casi un siglo, y lleva escrito el nombre que la calle ha tenido siempre, “Calle Baja”.
Así, en silencio, fueron colocando todas las placas nuevas. Algunas coinciden con el nombre que la calle ha tenido de toda la vida, y otras no. No quitaron las placas antiguas. Alguien les preguntó si eso significaba que el Gobierno había decidido cambiar algunos nombres. Se encogieron de hombros, “nosotros solamente somos subcontratados”. Por la tarde, jugando al dominó, encontraron la solución al enigma, que resultó ser bien simple: Alguien conoce a un ceramista.
Hace dos años, una furgoneta parecida colocó una estatua moderna. También cambiaron las farolas, que funcionaban perfectamente.
Ya en la plaza, se apearon tres tipos desganados. Sin decir más que buenos días, dos de ellos descargaron la escalera, y la arrimaron a la pared, como para colgar un cuadro. El tercero pidió agua para el mortero y sacó la hormigonera.
Cuando estuvo todo a punto, colocaron una placa de cerámica que ponía “CALLE LAS ERAS”, en letras azules muy esmeradas. La pusieron al lado de la antigua placa, que ya tiene casi un siglo, y lleva escrito el nombre que la calle ha tenido siempre, “Calle Baja”.
Así, en silencio, fueron colocando todas las placas nuevas. Algunas coinciden con el nombre que la calle ha tenido de toda la vida, y otras no. No quitaron las placas antiguas. Alguien les preguntó si eso significaba que el Gobierno había decidido cambiar algunos nombres. Se encogieron de hombros, “nosotros solamente somos subcontratados”. Por la tarde, jugando al dominó, encontraron la solución al enigma, que resultó ser bien simple: Alguien conoce a un ceramista.
Hace dos años, una furgoneta parecida colocó una estatua moderna. También cambiaron las farolas, que funcionaban perfectamente.
Comentarios
Jss A.
Lo del buen gusto es otro tema, algún día te enseño la ¿estatua? que descargaron..
Me viene a la cabeza La lotería en Babilonia, JL Borges.
En la pasada legislatura elegimos a los del pepé y estos instalaron un buen número de rotondas en el casco urbano, todas ellas coronadas por cruces cristianas; unas de cerámica, otras con bastidor de acero y alma de metacrilato iluminado... Luego elegimos a los del pesoe, y estos no demolieron las rotondas, sino que construyeron otras con más cruces; unas de terracota, otras con bastidor de metacrilato iluminado y alma de acero...
Todo el mundo se hace cruces cuando ven las rotondas, que piensan innecesarias, pero también están de acuerdo en que no es la rotonda lo que importa, sino el símbolo que las corona, y que une a ambas fuerzas políticas.
Es un ayuntamiento moderno y democrático.
Con una cierta alternancia todo parece más llevadero, tu ejemplo parece que lo confirma.