Termina la noche
Mi plan para la mañana del domingo era levantarme muy pronto para ir a fotografiar la salida del sol, pero el lugar que había elegido era de acceso un poco complicado, o trabajoso más que complicado... ¿Aguantarían mis pobres piernas que ya llevaban encima la larga excursión familiar del sábado y la sesión de paisaje astronómico del viernes por la noche?. Estaba también la incertidumbre de si haría demasiado frío, si habría hielo en el camino, que equipo llevarme, no solo la cámara y el trípode si no la ropa, que ahora es casi tan importante... y lo peor: solo se puede ver amanecer desde un lugar y había más de una alternativa ¿cual elegir?.
Me acosté tarde preparando la mochila y todas esas cosas no dejaban de bullir en mi cabeza. Ilusionado y preocupado como un escolar el día antes de la excursión (aunque a mi no me gustaba la escuela), no paraba de dar vueltas de un lado a otro hasta que a las dos y media decidí levantarme, preparar un litro de café, meterlo en un termo y salir dispuesto a pasar casi toda la noche en el monte, fotografiando primero las estrellas y después el amanecer.
Hubo momentos de miedo: oí ruido de pezuñas en el camino, a pocos metros de mi, y pregunté en voz alta si eran personas, cabras o jabalíes (y esta pregunta siempre me hace recordar una escena de Dersu Uzala; en este caso resultó ser un jabalí macho, enorme y codicioso como un banquero). Continué silbando y cantando en los caminos estrechos para asustar a las bestias, después temí perderme puesto que la noche lo hace todo mucho más difícil, por más GPS y martingalas que uno lleve. Vi la luz enferma de las ciudades, vi ponerse a Orión, y salir a Venus, pude sentir el aire helado en las hondonadas y el viento en la cima; a ratos me sentí incansable y a ratos el dolor me hizo parar, sudé en las subidas y pasé frío esperando al amanecer. Y el amanecer es siempre glorioso en la montaña.
Hice un montón de fotos, que ya iré subiendo.. unas salieron bien y otras mal, tengo que repetirlas. A las 12 llegué de regreso al coche, con ganas de volverlo a hacer cuanto antes.
Me acosté tarde preparando la mochila y todas esas cosas no dejaban de bullir en mi cabeza. Ilusionado y preocupado como un escolar el día antes de la excursión (aunque a mi no me gustaba la escuela), no paraba de dar vueltas de un lado a otro hasta que a las dos y media decidí levantarme, preparar un litro de café, meterlo en un termo y salir dispuesto a pasar casi toda la noche en el monte, fotografiando primero las estrellas y después el amanecer.
Hubo momentos de miedo: oí ruido de pezuñas en el camino, a pocos metros de mi, y pregunté en voz alta si eran personas, cabras o jabalíes (y esta pregunta siempre me hace recordar una escena de Dersu Uzala; en este caso resultó ser un jabalí macho, enorme y codicioso como un banquero). Continué silbando y cantando en los caminos estrechos para asustar a las bestias, después temí perderme puesto que la noche lo hace todo mucho más difícil, por más GPS y martingalas que uno lleve. Vi la luz enferma de las ciudades, vi ponerse a Orión, y salir a Venus, pude sentir el aire helado en las hondonadas y el viento en la cima; a ratos me sentí incansable y a ratos el dolor me hizo parar, sudé en las subidas y pasé frío esperando al amanecer. Y el amanecer es siempre glorioso en la montaña.
Hice un montón de fotos, que ya iré subiendo.. unas salieron bien y otras mal, tengo que repetirlas. A las 12 llegué de regreso al coche, con ganas de volverlo a hacer cuanto antes.
Comentarios
Me relaja saber, que otras personas que aman a los bichos (incluído el jabalí,...:),
...también les teme.
Muy bonito este trocito de magia que nos regalas.
Besos.
B.N.C.M.
Nota: uff, el café!
Hace años que no lo pruebo :)
Le felicito mi querido amigo.
Esta foto es preciosa, y la historia que hay detrás...
Gracias por la prensa escrita diaria que nos das.
Por cierto, la semana pasada pensé bastante en Jordi y en Ud, 360º de horizonte estelar con Draco, Orion,Geminis,Osas.....vaya que a uno le apetecía más mirar que fotografiar...ya verán
De todos modos, al menos si merece la pena todo lo demás se olvida.
Por cierto, ¿y aquello de la música para amansar a las fieras?
Jaja, como dice el refrán: Quien canta su mal espanta. Para asustar a las bestias o para desasustarse uno.
Eso sí, la foto es chula.
Que te quiten lo bailao.
:-)