Amanecer a este lado de Orión
Es bien conocido que al final de Blade Runner, cuando el robot herido que todos pensaban que era un simple malvado ya está próximo a morir, dice "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
Yo no tengo el cuerpazo del robot herido ni he estado más allá de Orión, pero yo
existo. Y cuando mis lágrimas estén próximas a disolverse en la lluvia, aunque Harrison Ford no me persiga, pensaré que he visto amaneceres que no se si vais a creer.
Aunque parezca mentira, en el Ampurdán queda un pequeño rincón sin urbanizar y allí hay una laguna en la que es posible entrar en invierno antes de que amanezca, mucho antes, y esconderse cerca del agua gélida.
Estando en silencio absoluto, los pájaros llegan a olvidarte. Entonces, con las luces de la aurora, los colores son tan suaves que incluso las cosas más banales parecen espléndidas (y todavía ahora si cierro los ojos me parece que puedo oír el graznido de los patos y el grito de las gaviotas).
Cuando el sol por fin consigue abrirse paso entre la niebla, de pronto todo parece que vuelva a nacer, o tal vez a estallar, entre colores cálidos y contrastes brutales, y uno se da cuenta de que ha merecido la pena el sacrificio de levantarse a las tres de la madrugada y conducir varias horas.
A través del teleobetivo el sol naciente no resulta totalmente cegador, y su simple visión parece que ya nos reconforta del frío (frío terrible, de hipotermia, después de más de dos horas inmovil, a tres o cuatro grados bajo cero, con el aire absolutamente impregnado de humedad).
No se si debería colgar una de estas fotos muy grande para que se viera mejor. Añado un recorte de esta última para que veáis un detalle, dos pájaros volando muy lejos delante del sol enorme:
Tengo que comprarme un teleobjetivo, que cuesta una fortuna. El que tenía, muy humilde, se estropeó y yo soy "yo y mis objetivos": si no tengo un tele ya no pienso en los pájaros ni en estos amaneceres. Pienso en otros amaneceres, en los que estoy fotografiando ahora, pero desde detrás de mi modesto Sigma 50-500 vi cosas maravillosas que quiero volver a ver.
Yo no tengo el cuerpazo del robot herido ni he estado más allá de Orión, pero yo
existo. Y cuando mis lágrimas estén próximas a disolverse en la lluvia, aunque Harrison Ford no me persiga, pensaré que he visto amaneceres que no se si vais a creer.
Aunque parezca mentira, en el Ampurdán queda un pequeño rincón sin urbanizar y allí hay una laguna en la que es posible entrar en invierno antes de que amanezca, mucho antes, y esconderse cerca del agua gélida.
Estando en silencio absoluto, los pájaros llegan a olvidarte. Entonces, con las luces de la aurora, los colores son tan suaves que incluso las cosas más banales parecen espléndidas (y todavía ahora si cierro los ojos me parece que puedo oír el graznido de los patos y el grito de las gaviotas).
Cuando el sol por fin consigue abrirse paso entre la niebla, de pronto todo parece que vuelva a nacer, o tal vez a estallar, entre colores cálidos y contrastes brutales, y uno se da cuenta de que ha merecido la pena el sacrificio de levantarse a las tres de la madrugada y conducir varias horas.
A través del teleobetivo el sol naciente no resulta totalmente cegador, y su simple visión parece que ya nos reconforta del frío (frío terrible, de hipotermia, después de más de dos horas inmovil, a tres o cuatro grados bajo cero, con el aire absolutamente impregnado de humedad).
No se si debería colgar una de estas fotos muy grande para que se viera mejor. Añado un recorte de esta última para que veáis un detalle, dos pájaros volando muy lejos delante del sol enorme:
Tengo que comprarme un teleobjetivo, que cuesta una fortuna. El que tenía, muy humilde, se estropeó y yo soy "yo y mis objetivos": si no tengo un tele ya no pienso en los pájaros ni en estos amaneceres. Pienso en otros amaneceres, en los que estoy fotografiando ahora, pero desde detrás de mi modesto Sigma 50-500 vi cosas maravillosas que quiero volver a ver.
Comentarios
¿Por qué no haces una recolecta?
Joselu, efectivamente, es casi religioso. Ahora no obstante toda aquella zona (según me dicen) está casi totalmente destruida.
Ya no digo tener su cámara y sus vidrios.
Recemos hermanos, hoy, por los que no tienen dinero ni para el tren y viven entre solares, parques de hierros retorcidos y el gris sucio del monóxido como paleta única de color.
En realidad yo intento consolarme con eso pero cada vez que veo una EOS 5 o una Hasselblad pienso..."¡Diosss quien pudiera!"
Depende del día pienso una cosa u otra.
Ya se sabe , los laberintos neuronales y sus diferencias de potencial. Digo yo, no sé. Creo que me voy a tomar un cubata de Aromas de Montserrat que es lo que mola tras las elecciones.
ni de lejos objuve estos premios.
La fotografía perdura; el frío y las legañas no.
En Fotografía siempre hay un "mereció la pena" al final.
...simplemente luchaba por vivir...
Me impactó tanto esa película, que incluso conseguí la banda sonora en vinilo.
En mi caso lo que peor lleva mi cuerpo es el frío.
Unas imágenes que me lo sacan Manel.
Beso.
B.N.C.M.
Intente used montar algo parecido, de 10 en 10, tal vez se sorprenda...
que te has levantado así de pronto para dejar nos disfrutar de estas imágenes preciosas.
Gracias