La siesta
Yo -siempre que las circunstancias me lo permiten- me tumbo a dormir después de comer. A veces duermo en el tren, dentro del coche aparcado o en un prado. Pero si puedo, me meto en la cama y al esconder la cabeza en la almohada, tengo la certeza de estar disfrutando de uno de los sentimientos más sinceros que existen: el amor a uno mismo.
De noche se duerme por obligación, para poder estar despierto al día siguiente y trabajar para pagar la hipoteca. Las personas honradas y trabajadoras, como los grandes banqueros, madrugan y por consiguiente deben pasar la noche durmiendo. De este modo a primera hora de la mañana ya están despiertas y preparadas para poder invertir en la bolsa.
Pero la siesta se hace por el vicio de la pereza, para darse el placer de descansar. ¿Cuál de los dos sueños debe ser más gozoso? ¿El obligatorio de la noche o el robado al mediodía?
La mejor de las siestas, la más perfecta, es la de 10 minutos. Cuando el cuerpo y la mente están en plena forma, con este tiempo es suficiente para soñar una historia completa y despertar renovado. Ahora bien, en épocas de cansancio o de insomnio, es posible que tendamos a alargarnos más, mucho más. Son estos excesos de los días festivos los que dan mala imagen a la siesta, pero ¿qué más da? Quien pueda que los disfrute.
El invierno, con sus días tan cortos, es el enemigo natural de la siesta larga. Las horas de luz terminan muy pronto y es una pena desperdiciarlas, incluso si no tenemos ninguna obligación por la tarde. En cambio, el verano, con sus tardes enormes y su calor despiadado, parece que nos obligue a dormir después de comer. Incluso desde el punto de vista de la productividad, la siesta veraniega debería considerarse una herramienta útil. Es de sobra conocido que los minutos más lúcidos son los que siguen al despertar de una siesta de verano. De la misma manera que lo perfecto está en el punto medio entre lo posible y lo imposible, en estos instantes que siguen al despertar suave de un sueño feliz, la mente puede concebir y explorar las ideas más atrevidas y al mismo tiempo someterlas a la criba del pensamiento racional y después recordarlas.
Me voy a dormir. Diez minutitos, solamente.
De noche se duerme por obligación, para poder estar despierto al día siguiente y trabajar para pagar la hipoteca. Las personas honradas y trabajadoras, como los grandes banqueros, madrugan y por consiguiente deben pasar la noche durmiendo. De este modo a primera hora de la mañana ya están despiertas y preparadas para poder invertir en la bolsa.
Pero la siesta se hace por el vicio de la pereza, para darse el placer de descansar. ¿Cuál de los dos sueños debe ser más gozoso? ¿El obligatorio de la noche o el robado al mediodía?
La mejor de las siestas, la más perfecta, es la de 10 minutos. Cuando el cuerpo y la mente están en plena forma, con este tiempo es suficiente para soñar una historia completa y despertar renovado. Ahora bien, en épocas de cansancio o de insomnio, es posible que tendamos a alargarnos más, mucho más. Son estos excesos de los días festivos los que dan mala imagen a la siesta, pero ¿qué más da? Quien pueda que los disfrute.
El invierno, con sus días tan cortos, es el enemigo natural de la siesta larga. Las horas de luz terminan muy pronto y es una pena desperdiciarlas, incluso si no tenemos ninguna obligación por la tarde. En cambio, el verano, con sus tardes enormes y su calor despiadado, parece que nos obligue a dormir después de comer. Incluso desde el punto de vista de la productividad, la siesta veraniega debería considerarse una herramienta útil. Es de sobra conocido que los minutos más lúcidos son los que siguen al despertar de una siesta de verano. De la misma manera que lo perfecto está en el punto medio entre lo posible y lo imposible, en estos instantes que siguen al despertar suave de un sueño feliz, la mente puede concebir y explorar las ideas más atrevidas y al mismo tiempo someterlas a la criba del pensamiento racional y después recordarlas.
Me voy a dormir. Diez minutitos, solamente.
Comentarios
Yo me despierto modorro, seco, cabezón... Pero todo lo que comentas parece muy apetecible.
Es muy interesante esta observación, muy creativa ...creo que voy a trabajarla, claro, contextualizada, porque fuera de contexto podría aportar valores egocéntricos.
Inuits
En mi pueblo dicen "el que mucho duerme, poco vive" y ciero es, pero a ver quein aguanta sin dormir y es persona a la vez.
Saludos y gracias por añadirme a tus enlaces, yo también te he añadido.
Disiento en su brevedad, como profesional le dedico dos horas en la cama y con pijama. En invierno, hora y media, que no es cuestión de desaprovechar la luz ni el tiempo.
Entre otras variedades, también me complace la siesta mañanera, o la siesta de antes de comer, también llamada siesta del obispo, siesta del carnero o siesta del galgo, y no disfruto de la famosa siesta de Cela, aquella de pijama, padrenuestro y orinal.
Un abrazo despejado. (hoy cayeron 15 minutos estupendos)
Las de primavera-verano son otra cosa, incluso afrodisíacas diría yo. Y ya tenemos dos pecados juntos, hermano Joaquín.
La siesta, coincido con la desanchá, es el mejor momento para la lascivia.
Yo, si alguna vez me confieso, quiero hacerlo con el Hermano Joaquín. Tras la siesta.
Pero el Hermano Joaquín no creo que sea un buen confesor.
No concibo la vida sin ella, invierno y verano. Como estoy en el hemisferio sur y aún no es otoño, estoy en la etapa que describe la Desanchá. Qué otra cosa puede uno hacer cuando afuera hace 40° grados y hay un aire acondicionado en el dormitorio?. Después levantarse y sentarse bajo la parra a seguir disfrutando del ocio y la pasividad, sentir como cae la tarde, sentir cierta fortuna por tener patio, plantas y tiempo, por sobre todo, tiempo.
Gracias por tu post Friko... me has hecho valorar algo que no dimensionaba solo por serme cotidiano.
Un antepasado mío, según se dice, dilapidó el patrimonio familiar a causa de dejar pasar el tiempo debajo de la parra sin hacer absolutamente nada durante años, excepto beber agua limón (una especie de limonada que se hace o hacía en Valencia). Aunque quien sabe, tal vez fueron otros sus vicios.
Muy de acuerdo en todo lo que ha escrito, sí señor.
Saludos!
En verano es diferente, me llevo el despertador a la playa y duermo allí, ay! que tiempos en los que en casa de mis padres habia una parra en el porche....
Saludos Frikosal, es la primera vez que escribo aquí.
*Espero que la expo de la semana pasada haya sido un éxito.
Un saludo.
Pandilla de holgazanes.
¿De estado? El estado y yo no creo que tengamos nada que ver.
"Yo me despierto modorro, seco, cabezón"
Todos los deportes requieren práctica hasta que se llega a dominarlos. Dicen que incluso el golf (que visto desde fuera del green parece una tontería) necesita ser practicado hasta que se llega a dominar. ¿Como podría ser la siesta una excepción? Persevere usted y verá.
No hay foto, lo siento :)
Si que debe ser egocentrismo pero por lo menos es sincero.
Bienvenida y tomo nota de lo de ir a la playa con despertador.
Yo se que está mal visto, pero en los últimos 20 años he tenido varios coches y jamás he limpiado ninguno, ni por dentro ni por fuera. Excepto el dos caballos, una sola vez.
Saludosss
JM
Su coche es el segundo más guarro del mundo después del mío.
A parte de no haberlo lavado jamás, lo ensucio más que él.
¡Incultos, ignorantes, descreídos, personas de mala fe, ácratas, apóstatas, renegados, comunistas!
Me considero un profesional del asunto y estoy pensando en abrir un consultorio.
Sus exabruptos me desconciertan.
NMP,
Eso del caracol son calumnias.
Es mejor perderlo todo por tomar limonada durante años bajo una parra que por haber puesto tus dinerillos en algún fondo de inversiones de EE.UU.
Para mí es algo imprescindible los sábados y los domingos. No concibo los findes sin ella.
Un saludo
Joaquín, mi antepasado era un sabio pero un poco cabrón por que ese justamente hubiera sido un plan ideal para mi.
Novicia, ya habrá leído usted lo que comentan sobre la predisposición al pecado en esas horas del día. ¿Es esto un problema estando intramuros?
Nmp, Yo seré entrenador personal de siestas.