Las herejía del arzobispo Elipando de Toledo y las andanzas de su inconsciente discípulo el arzobispo Félix de Urgell
Quisiera contar el caso de Elipando, el herético arzobispo de Toledo a finales del siglo VII.
Algo más de un siglo después de ser oficialmente abolido el arrianismo, el arzobispo Elipando sostuvo una versión propia del adopcionismo, afirmando que Cristo es Hijo de Dios no por naturaleza, sino por adopción del Padre.
Esta desviación de la doctrina era grave y no podía dejarse pasar. Ya dijimos al hablar del deismo que las herejías más plausibles son las más peligrosas. Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia, afirmó que quien confiase en sus experiencias personales y en su razonamiento propio, acabaría por rechazar los dogmas de la ortodoxia. (Como para dar ejemplo, el propio Tertuliano acabó sus días entre los herejes Montanistas).
De modo que como era previsible, el Santo Padre Adriano I condenó la herejía adopcionista y llamó a Elipando al orden. Pero fue en vano, el Santo Padre no podía someter al hereje Elipando más que con la fuerza de la razón, al estar Elipando en Toledo, bajo dominación musulmana. Por su parte, Elipando se permitió la simetría de condenar por hereje al Santo Padre. Fue uno de los pocos herejes que jamás tuvieron que retractarse. Por lo que en este momento, de forma oficial está en el infierno.
(Hay que hacer notar que en el Toledo musulmán se toleró la práctica del cristianismo y los obispos al parecer podían continuar ejerciendo)
Menos suerte tuvo su discípulo Félix, obispo de Urgell, muy renombrado por su piedad, que acudió valientemente a Regensburg en el 792 a defender el adopcionismo de Elipando nada menos que ante Carlomagno (que estaba considerando la posibilidad de invadir la península con alguna excusa, y el adopcionismo hubiera podido valer). Las discusiones teológicas fueron árduas, pero el tema acabó en tablas y se convocó un nuevo concilio en el 789, al que el valiente Félix acudió por segunda vez, también sin resultado concluyente. Como no hay dos sin tres, Félix se arriesgó a salir de la península el 800 para ir a Aix-la-Chapelle a un nuevo debate, donde como era de esperar fue obligado a retractase y encarcelado hasta su muerte el 815.
Después de haberse retractado ¿salvó su alma el temerario Félix de Urgell? No. Después de muerto Félix, el arzobispo Agobardo de Lyon rebuscó entre sus cosas, y encontró pruebas de que su retractación no había sido sincera.
Algo más de un siglo después de ser oficialmente abolido el arrianismo, el arzobispo Elipando sostuvo una versión propia del adopcionismo, afirmando que Cristo es Hijo de Dios no por naturaleza, sino por adopción del Padre.
Esta desviación de la doctrina era grave y no podía dejarse pasar. Ya dijimos al hablar del deismo que las herejías más plausibles son las más peligrosas. Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia, afirmó que quien confiase en sus experiencias personales y en su razonamiento propio, acabaría por rechazar los dogmas de la ortodoxia. (Como para dar ejemplo, el propio Tertuliano acabó sus días entre los herejes Montanistas).
De modo que como era previsible, el Santo Padre Adriano I condenó la herejía adopcionista y llamó a Elipando al orden. Pero fue en vano, el Santo Padre no podía someter al hereje Elipando más que con la fuerza de la razón, al estar Elipando en Toledo, bajo dominación musulmana. Por su parte, Elipando se permitió la simetría de condenar por hereje al Santo Padre. Fue uno de los pocos herejes que jamás tuvieron que retractarse. Por lo que en este momento, de forma oficial está en el infierno.
(Hay que hacer notar que en el Toledo musulmán se toleró la práctica del cristianismo y los obispos al parecer podían continuar ejerciendo)
Menos suerte tuvo su discípulo Félix, obispo de Urgell, muy renombrado por su piedad, que acudió valientemente a Regensburg en el 792 a defender el adopcionismo de Elipando nada menos que ante Carlomagno (que estaba considerando la posibilidad de invadir la península con alguna excusa, y el adopcionismo hubiera podido valer). Las discusiones teológicas fueron árduas, pero el tema acabó en tablas y se convocó un nuevo concilio en el 789, al que el valiente Félix acudió por segunda vez, también sin resultado concluyente. Como no hay dos sin tres, Félix se arriesgó a salir de la península el 800 para ir a Aix-la-Chapelle a un nuevo debate, donde como era de esperar fue obligado a retractase y encarcelado hasta su muerte el 815.
Después de haberse retractado ¿salvó su alma el temerario Félix de Urgell? No. Después de muerto Félix, el arzobispo Agobardo de Lyon rebuscó entre sus cosas, y encontró pruebas de que su retractación no había sido sincera.
Comentarios
Otra gran duda que quedará para la historia es si la cruz donde murió Cristo estaba barnizada o tratada en autoclave. Qué cosas tiene la teologia!
Gracias, Friko, por desvelarnos tantos misterios.