Ardor guerrero
Hasta donde yo se esta es una Locusta migratoria, un gran saltamontes que vuela casi tan bien como un pájaro. Su obsesión, como la de otros muchos, es dominar el mundo. Si puede, se reúne en grandes bandadas insensibles al dolor, para volar de un país a otro devorando toda la vegetación a su paso, siempre en busca de espacio vital. A veces el destino les lleva a cruzar mares. Cuando llega la noche, exhaustos de tanto volar, algunos individuos tratan de posarse a descansar sobre las aguas, donde mueren ahogados. Sus seguidores se posan sobre ellos y también los seguidores de los seguidores, hasta que los cadáveres forman una masa compacta e impermeable donde el resto puede dormir y reanudar el viaje al amanecer, hasta la siguiente noche. Estos animales, ya lo habrán adivinado, fueron los causantes de alguna plaga bíblica.
Pero este pobrecito llegó a casa de los señores Martínez-Campos una noche a finales de noviembre. Estadisticamente por esas fechas ya hubiera tenido que estar muerto y de hecho su destino no era formar parte de un ejército terrible si no ser devorado por un gato en el jardín, o morir de frío esa misma noche. Pero se apiadaron de él y le pusieron en una caja de zapatos con agujeritos para que pudiera respirar, en el comedor, entre el radiador y la planta. Le daban lechuga fresca y para sorpresa de todos, el animal empezó a comer. Los días fueron pasando, llegó el bullicio de Navidad y después de los turrones el señor Martínez se acercó a mirarlo. Se le veía cansado y sin ánimos para saltar, y ni mucho menos de volar. De hecho ya hacía tiempo que no tapaban la caja de zapatos. Pero estaba vivo y defecaba regularmente.
Pasaron los carnavales y empezó la cuaresma. Un día le dio un arranque, una segunda juventud, y trepó por el visillo buscando horizontes nuevos como para iniciar por ejemplo una cruzada. El señor Martínez le agarró suavemente por el lomo y después de regañarle con cariño volvió a meterlo encima de su lechuga.
Pero a los pocos días, en otro impulso marcial salió andando dispuesto a cruzar pasito a pasito el comedor, grande como una estepa interminable sobre la que él hubiera querido galopar incansablemente al mando de un ejército de tártaros invasores. Esta segunda salida tuvo consecuencias: la señora Campos le pisó, con la enorme suerte de que solamente perdió pata trasera izquierda.
Ya tullido, pasó la Semana Santa muy débil. El jueves le encontraron tumbado de lado como agonizante pero al dejar la caja encima del radiador se recuperó un poco. El domingo de Gloria, cuando me llamaron para que hiciera estas fotos le encontré senil, enormemente viejo pero dispuesto a vivir para siempre.
Pero este pobrecito llegó a casa de los señores Martínez-Campos una noche a finales de noviembre. Estadisticamente por esas fechas ya hubiera tenido que estar muerto y de hecho su destino no era formar parte de un ejército terrible si no ser devorado por un gato en el jardín, o morir de frío esa misma noche. Pero se apiadaron de él y le pusieron en una caja de zapatos con agujeritos para que pudiera respirar, en el comedor, entre el radiador y la planta. Le daban lechuga fresca y para sorpresa de todos, el animal empezó a comer. Los días fueron pasando, llegó el bullicio de Navidad y después de los turrones el señor Martínez se acercó a mirarlo. Se le veía cansado y sin ánimos para saltar, y ni mucho menos de volar. De hecho ya hacía tiempo que no tapaban la caja de zapatos. Pero estaba vivo y defecaba regularmente.
Pasaron los carnavales y empezó la cuaresma. Un día le dio un arranque, una segunda juventud, y trepó por el visillo buscando horizontes nuevos como para iniciar por ejemplo una cruzada. El señor Martínez le agarró suavemente por el lomo y después de regañarle con cariño volvió a meterlo encima de su lechuga.
Pero a los pocos días, en otro impulso marcial salió andando dispuesto a cruzar pasito a pasito el comedor, grande como una estepa interminable sobre la que él hubiera querido galopar incansablemente al mando de un ejército de tártaros invasores. Esta segunda salida tuvo consecuencias: la señora Campos le pisó, con la enorme suerte de que solamente perdió pata trasera izquierda.
Ya tullido, pasó la Semana Santa muy débil. El jueves le encontraron tumbado de lado como agonizante pero al dejar la caja encima del radiador se recuperó un poco. El domingo de Gloria, cuando me llamaron para que hiciera estas fotos le encontré senil, enormemente viejo pero dispuesto a vivir para siempre.
Comentarios
Ayer mismo lo vi en mi jardín.
Lo detecté por el rastro de cera que iba dejando...
Saludos
De siempre ha habido "jaulas de grillos" para estos bichos. Por lo menos le libraría del riesgo de morir de un escobazo, que es su mayor riesgo vital...
Eso sí, las fotos son estupendas, como siempre.
Si me gusta la foto, ojalà fuese mia.
Más de uno se recupera.
;)
Besos
Me ha recordado a una historia mia de hace poco con un gusano de la fresa al que casi engullo -de hecho me comí sus caquitas, puaj- también me compadecí de él y le metí en un botecito. Alimentándolo con fresas creció, hizo su capullo, luego su crisálida y a las semanas salió la esperada polilla, no mariposa como más me hubiera gustado, pero fue espectacular observar dia a dia el cambio. Momento en el cual la solté para que volara y esparciera sus huevos por el mundo.
Ya que había llegado hasta mi boca el pobre, empaquetado en plásticos sufriendo quién sabe qué penurias, le permití completar su ciclo. Me alucina esa metamorfosis. Fue muy curioso.
También se llevó alguna foto, pero claro, ni comparación con las del saltamontes.
Saludos!!
Eso lo explica todo.
Menos mal que existen familias como los Martinez- Campos sino que hubiera sido de su vida???
Besitos y buen finde!!!
Saludossss
JM
No ha mentado usted su nombre y no me refiero a Anacridium aegyptium, cosa que las personas leídas sabemos de siempre, sino al nombre de pila como todas las mascotas, como por ejemplo Chuchi o Rabindranah.
(un abrazo enorme para el GRAN JM)
Saltón, saltamontes, langosta, langosto, amagosto...
Al final lo he puesto en mi blog como un "vaya usted a saber".
http://www.flickr.com/photos/miguelangelortega/3238702779/in/set-72157606817165424/
Su nicho fue los alrededores de una bolsa vieja de fitosanitarios, protegida (es una forma de hablar) del invierno meseteño por el vierteaguas de una ventana y una maceta de plástico.
En marzo empezó a moverse, supongo que tras coger energía con los primeros calores y día a día ampliaba su radio de desplazamiento. Finalmente dejé de verla.
No dispuse de demasiado sitio para hacerle fotografías. Sí para acercarme porque supongo que esas antenas caídas deben de ser signo de agotamiento pero no para encuadrarla en un contexto agradable.
No obstante, creo que no habría conseguido tus resultados.
Saludos
hoy además me ha parecido excelente la asociación del título con la maravillosa foto que abre la historia
"su obsesión, como la de otros muchos, es dominar el mundo, ... viejo, pero dispuesto a vivir para siempre"
eres el rey-analista de los bichos, doctor