El mito del lagarto ocelado

En este cuadernillo ya me he ocupado anteriormente de mis tímidas experiencias con lagartijas, tortugas y serpientes. Ha llegado la hora de contar mi encuentro con el lagarto ocelado. Pero antes, debo explicar por que me gustan tanto los reptiles. Primero tuve que averiguarlo. Después de mucho bucear en mis recuerdos, creo que ya lo se.

Yo nací en una planta baja, en el número 25 de una calle con el nombre de un santo de poca importancia. En esa zona de la ciudad, el urbanismo es especialmente mezquino. Las viviendas son casas autoconstruidas en parcelas de 4.25 metros de ancho por 40 o 50 metros de largo. Son tan largas, paralelas y apretadas que desde el aire (o desde el google earth) parecen lápices en un estuche escolar. Esta disposición unidimensional obliga a una arquitectura tuneliforme. Las casas únicamente pueden tener una ventana en la habitación que da a la calle, seguida de un pasillo de más de 20 metros con habitaciones a un lado. Son salas tenebrosas, húmedas, de luto riguroso. Al final se ve la luz, que suele ser un comedor con un ventanal que da a un patio.

Alli, en ese patio de 4.25 por 10 metros, orientado al sur, entre un palosanto y varios rosales, pasé algunos de los mejores momentos de mi infancia. Normalmente estaba solo, montando en bicicleta, sentado en la escalera leyendo las aventuras de Guillermo Brown, haciendo casas para los caracoles o tirando los gusanos de seda a la morera del vecino, Sr. Sangil. A veces, escuchando los interminables ejercicios de solfeo de mi hermana, trepando por la peligrosa barandilla metálica casi hasta el tendedero del primer piso o hablando con el setter irlandés de los otros vecinos, los Srs. Simón, que languidecía al otro lado de la tapia.

Pero lo mejor, lo que más me gustaba del patio, lo que más he echado de menos, lo que sigo soñando, eran las tortugas. Teníamos dos tortugas moras de nombre Quelo y Beta (creo que entonces eso no era ilegal). Quelo, por los quelonios, era un macho que había estado en la casa desde antes de mi nacimiento. Beta, su partenaire, era algo más joven. Comían tomates y lechuga, a veces de la mano. Tocándoles las escamas de la cabeza con cuidado, casi parecía que les gustara ser acariciadas como si fueran gatos. En invierno se enterraban en algún lugar desconocido, para renacer después en primavera con gran alegría de todos.

Pero cuando yo tenía unos diez años por fin mis padres pudieron comprar un piso en propiedad. Era más grande, sin humedad, con una habitación para mi, más soleado, y sin ratas. Pero sin patio. Me acordaré toda la vida, fuimos mi padre y yo a una tienda de animales y les dimos o malvendimos las dos tortugas. Era imposible tenerlas en el piso. ¡Cuantas veces he soñado que regresaba al patio de mi infancia y las tortugas seguían allí, renacidas después de un larguísimo invierno! Esas escamas de la cabeza de las tortugas, que eran como gatos acariciados, son lo que creo que yo busco en las escamas de todos los reptiles. Por que allí está mi infancia en el patio.

De las ratas hablaré otro día.

Comentarios

Tanhäuser ha dicho que…
Pobres tortugas. Seguro que también se acuerdan de ti.
Qué relato tan entrañable.
Un abrazo
odette farrell ha dicho que…
Qué bonito relato... a mi también me fascinan los reptiles y los insectos y la mayoría de los seres vivientes.

Hay algunos pocos que sí no tolero: las ratas! y al igual arañas y cucarachas.
Anónimo ha dicho que…
¡Así que fuiste tú!
nomesploraria ha dicho que…
Qué historia mi querido Dr.
Me ha encantado y casi emocionado. (bueno sí, emocionado también, lo reconozco)

Odette, si sigues viniendo por aquí, te van a acabar gustando hasta las cucarachas.
Anónimo ha dicho que…
Esos patios encerraban un mundo interior de paz, intimidad y libertad que todos los niños necesitan.

Para mí era un poco claustrofóbico, aunque ahora también lo echo de menos. De más pequeño jugaba en otro patio más grande, con riachelos, arboledas, huertos y cabañas.

Algo de esos recuerdos ha debido quedar en la estructura cerebral, como cuando éramos reptiles.
frikosal ha dicho que…
Tanhäuser,
Gracias, espero por lo menos que sigan vivas.

Odette,
A mi las arañas también me daban asco pero a fuerza de fotografiarlas llegué a superarlo. Si una cosa te da miedo, basta con fotografiarla (¿pintarla?).

Sr. Sangil,
Que alegría!

Nmp,
Se agradece

Ignis,
En efecto, intimidad y tranquilidad, eso era justamente. Ese patio grande debio ser fantástico.
Todo eso en nuestro pueblo se ha convertido en un lujo inimaginable para los mortales.
Bufaforat ha dicho que…
Un palosanto! mi abuela tenia un palosanto. Que maravilla de colores en otoño. Seria mi delicia fotogràfica.
odette farrell ha dicho que…
Nomesploraria,

Parezco Junkie, verdad? Sí creo que ya me hice adicta a Ustedes :))) pero en serio que me dan inspiración! Y yo tengo que mantener a la musa bien alimentada, si no me abandona y qué hago???!!!!

Cómo os fue en tu expo? Espero un día ver en vivo esas fotos.

PS: Aunque no creo que jamás lleguen a entusiasmarme las cucarachas...aghhh

Frikosal,
He visto arañas hermosísimas... pero de niña ví una película llamada Aracnofobia y me afectó sobremanera... les tengo terror!
Le Mosquito ha dicho que…
Cuando relatas así, -y no sabría explicar qué significa "así"-, a mi sólo me entran ganas de lanzarte piropos. Como sé que los piropos abruman a quienes no los pretenden, te lanzo un gracias lento y firme, como un paso de tortuga.
Gracias.
Un flash-back precioso. Me encanta la descripción de la calle y de las casas así como el calorcillo de tu relación con Quelo y Beta.
A mi las ratas tampoco me gustan nada por lo que prefiero esperar a que relates tu encuentro con el lagarto ocelado. Quedo a la espera, tmbien gracias.
frikosal ha dicho que…
Bufaforat,
Si lo viste recordarás como caen las frutas maduras, pegajosas.

Odette,
A mi también me dan miedo las arañas, pero a fuerza de fotografiarlas casi pude con ellas. De todos modos en tu país deben ser mucho más fieras.

Mosquito,
Me alegro que te guste, gracias a ti. Ese paso de tortuga, que bueno.

3a,
Si, a ver si subo las fotos del lagarto. Aunque no salieron como yo quería, me costaron mucho.
Mad Hatter ha dicho que…
Pero ¿Dónde está el lagarto ocelado?
Yo también tuve una tortuga de pequeño y es muy cierto lo de que desaparecían en invierno. Un año creíamos que la habíamos perdido, ya que vivíamos en un 6º piso, y en primavera salió de detrás del armario del salón.
frikosal ha dicho que…
Mad,
Pronto saldrá el lagarto, paciencia.
Marmorlu ha dicho que…
Y el lagarto ocelado ¿cuando aparece en escena?
Je, je.
Belnu ha dicho que…
Me encatnta esta historia... Y las ratas? Conoces ese templo indio donde las alimentan?
frikosal ha dicho que…
Si, me faltan las ratas. No es fácil, tengo que ordenarme los recuerdos.


No sabía esa historia del templo y las ratas.
G & G ha dicho que…
Jo també trobo a faltar aquest pati. Seia a els escales menjant iogurts, dels de veritat, que anaven en pot de vidre i feien cling-cling quan els escuraves amb la cullereta. Perquè serà que recordes les coses de la infància molt millor del que objectivament eren?
G & G ha dicho que…
I te'n recordes quan la Quelo perseguia a la Beta pel pati? I quan pintàvem les rejoles del pati amb els palosantos verds i no marxaven els dibuixos?
I, sobretot, has d'explicar el dia que vam abocar permanganat potàssic del joc de quñimica al safareig i va estar lila durant mesos!!!
Anónimo ha dicho que…
el sueño de mi vida es montar una ong de lagartos:) aora mismo tengo uno como el de tus fotos en el hombro...me lo dieron ace unos dias medio muerto y se esta recuperando genial...me encantan...hacen mas bonita nuestra tierra. la gente que los mata no sabe lo que hace...al igual que aquellos que los repelen. quizas en la mayoria de los casos se trata de gente ignorante. tambien me apasiona la fotografia y mirando tus fotos me e dao cuenta de que quiero una buena camara para perderme por el monte=) un saludo
frikosal ha dicho que…
Avísame cuando montes la ONG que espero por lo menos poder echarte una mano. Me encantaría poder ver a este que tienes en recuperación. Son unos animales fabulosos.

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