El enigma de Polaris Australis
El cielo al sur de la Laguna Verde, cerca de Valparaiso, con algo de contaminación luminosa pero mejor que casi en cualquier lugar de España.
La vida en las ciudades, donde por la noche el cielo es anaranjado e insípido (especialmente si tiene que competir con la telebasura), nos ha privado de la visión de las estrellas. Pero hasta hace unas pocas décadas, casi todo el mundo sabía decir la hora (aproximadamente) mirando la posición de las estrellas respecto de la Polar.
La estrella Polar, que es fácilmente visible incluso en las ciudades, señala el Norte con una precisión tan buena que parece un regalo que Dios hubiera hecho a los hombres. Aunque hace unos siglos, la estrella Polar no estaba exactamente en el norte (debido al cambio de orientación periódico del eje de la Tierra), los navegantes sabían orientarse perfectamente en la noche observando otras estrellas cercanas en la Osa Menor.
Ahora bien, ¿qué les ocurrió a los primeros occidentales que navegaron por el hemisferio Sur, donde la estrella polar no es visible?. A pesar de que tenían brújula, uno casi puede imaginarse el terror que debieron sentir al ver que noche tras noche su guía se iba acercando al horizonte norte, mientras que por el sur aparecían nuevas estrellas dispuestas en extrañas constelaciones. ¿Cual de ellas era Polaris Australis, la estrella que el buen Dios había colocado en el cielo para indicar el polo sur?.
La respuesta no era obvia. La estrella Polar permanece aparentemente inmóvil (o casi) en el cielo, mientras que las demás giran. Pero al acercarnos al centro de rotación el movimiento se hace más y más lento. Y si ustedes lo prueban en una apacible noche de agosto, verán que es muy difícil observar el movimiento de las estrellas, ya no digamos decir cual de ellas está inmóvil (y si lo prueban, déjenme un comentario).
Parece ser que uno de los que ansió realizar este descubrimiento fue Americo Vespuccio, pero fue en vano. Antonio Pigaffeta, cronista del viaje de Magallanes, escribe en su diario: Las constelaciones no están distribuidas en el polo Sur de igual manera que en el Norte, se ven dos grupos de pequeñas estrellas, de luz muy viva que parecen nubecillas, cuyo movimiento es apenas perceptible; ellas determinan el polo S.
Se refiere Pigaffeta a las que hoy se conocen como Nebulosas de Magallanes (marcadas como SMC y LMC en la foto), que deben ser los más preciosos objetos celestiales y de las que ya hablamos en este cuadernillo, pero se equivoca: No están sobre el polo. ¿Cual es pues Polaris Australis? La respuesta es bien clara: No existe tal estrella, ni tampoco ninguna estrella guía brillante que esté cerca del polo sur. No tenía el cielo ninguna obligación de tener una estrella en ese punto. Pero si yo fuera Dios, les aseguro que la hubiera puesto.
Lo más parecido a Polaris Australis es la modestísima Sigma Octantis, que utiliza mi amigo el fotógrafo que fue astrofísico para orientar sus artilugios autoconstruidos (al más puro estilo Muir) y hacer fotos maravillosas del cielo austral. Pero yo esa estrella no supe identificarla a simple vista. Ahora la he marcado en el dibujo con una "X", como los tesoros en los mapas piratas... a pesar de que tampoco está exactamente en el polo.
De todos modos, para orientarse en la noche austral, hay un truco: si ustedes siguen la línea larga de la Cruz del Sur (en verde) y la prolongan y después (reteniendo el anterior dibujo imaginario en la mente), trazan una perpendicular a las espectaculares Alpha y Beta Centauri (en rojo), ambas líneas se cruzan cerca del polo sur, aunque la X de Sigma Octantis es mejor aproximación.
Pero no crean que yo se mucho de estas cosas, yo soy el más ignorante de los aficionados a la astronomía. Solamente a base de paciencia y de Stellarium he ido dibujando las constelaciones australes. Y me lo he pasado muy bien haciéndolo: las estrellas sirven para soñar.
La vida en las ciudades, donde por la noche el cielo es anaranjado e insípido (especialmente si tiene que competir con la telebasura), nos ha privado de la visión de las estrellas. Pero hasta hace unas pocas décadas, casi todo el mundo sabía decir la hora (aproximadamente) mirando la posición de las estrellas respecto de la Polar.
La estrella Polar, que es fácilmente visible incluso en las ciudades, señala el Norte con una precisión tan buena que parece un regalo que Dios hubiera hecho a los hombres. Aunque hace unos siglos, la estrella Polar no estaba exactamente en el norte (debido al cambio de orientación periódico del eje de la Tierra), los navegantes sabían orientarse perfectamente en la noche observando otras estrellas cercanas en la Osa Menor.
Ahora bien, ¿qué les ocurrió a los primeros occidentales que navegaron por el hemisferio Sur, donde la estrella polar no es visible?. A pesar de que tenían brújula, uno casi puede imaginarse el terror que debieron sentir al ver que noche tras noche su guía se iba acercando al horizonte norte, mientras que por el sur aparecían nuevas estrellas dispuestas en extrañas constelaciones. ¿Cual de ellas era Polaris Australis, la estrella que el buen Dios había colocado en el cielo para indicar el polo sur?.
La respuesta no era obvia. La estrella Polar permanece aparentemente inmóvil (o casi) en el cielo, mientras que las demás giran. Pero al acercarnos al centro de rotación el movimiento se hace más y más lento. Y si ustedes lo prueban en una apacible noche de agosto, verán que es muy difícil observar el movimiento de las estrellas, ya no digamos decir cual de ellas está inmóvil (y si lo prueban, déjenme un comentario).
Parece ser que uno de los que ansió realizar este descubrimiento fue Americo Vespuccio, pero fue en vano. Antonio Pigaffeta, cronista del viaje de Magallanes, escribe en su diario: Las constelaciones no están distribuidas en el polo Sur de igual manera que en el Norte, se ven dos grupos de pequeñas estrellas, de luz muy viva que parecen nubecillas, cuyo movimiento es apenas perceptible; ellas determinan el polo S.
Se refiere Pigaffeta a las que hoy se conocen como Nebulosas de Magallanes (marcadas como SMC y LMC en la foto), que deben ser los más preciosos objetos celestiales y de las que ya hablamos en este cuadernillo, pero se equivoca: No están sobre el polo. ¿Cual es pues Polaris Australis? La respuesta es bien clara: No existe tal estrella, ni tampoco ninguna estrella guía brillante que esté cerca del polo sur. No tenía el cielo ninguna obligación de tener una estrella en ese punto. Pero si yo fuera Dios, les aseguro que la hubiera puesto.
Lo más parecido a Polaris Australis es la modestísima Sigma Octantis, que utiliza mi amigo el fotógrafo que fue astrofísico para orientar sus artilugios autoconstruidos (al más puro estilo Muir) y hacer fotos maravillosas del cielo austral. Pero yo esa estrella no supe identificarla a simple vista. Ahora la he marcado en el dibujo con una "X", como los tesoros en los mapas piratas... a pesar de que tampoco está exactamente en el polo.
De todos modos, para orientarse en la noche austral, hay un truco: si ustedes siguen la línea larga de la Cruz del Sur (en verde) y la prolongan y después (reteniendo el anterior dibujo imaginario en la mente), trazan una perpendicular a las espectaculares Alpha y Beta Centauri (en rojo), ambas líneas se cruzan cerca del polo sur, aunque la X de Sigma Octantis es mejor aproximación.
Pero no crean que yo se mucho de estas cosas, yo soy el más ignorante de los aficionados a la astronomía. Solamente a base de paciencia y de Stellarium he ido dibujando las constelaciones australes. Y me lo he pasado muy bien haciéndolo: las estrellas sirven para soñar.
Comentarios
Las constelaciones australes y la aceleración de Coriolis en los desagües son dos de las primeras "obligaciones" del viajero del norte cuando va al hemisferio sur.
Espero tener que utilizar tu explicación lo antes posible.
Estos días de San Lorenzo (aunque lástima de luna) serán una buena ocasión para observar el cielo y, por qué no, también fotografiarlo. Salut.
ay!...
Lo que más me impactó fue la de la casa bajo las estrellas. Es increible que a solo 200km de Santiago haya un cielo tan bueno!
Ojalá tuvieramos algo parecido por aquí.
Je, je, le voy a contratar de agente de publicidad...
Realmente un gran rompecabezas sería el cielo para los primeros navegantes desde la visión burda y tosca de esta Inuit que no sabe distinguir casi nada de lo que habita en el cielo ni en la tierra.
Dios cogió el compás y otros utensilios necesarios y dispuso las estrellas a modo de fichas de juegos infantiles para que pudieran servir, a de más de para soñar, para que los niños grandes que habitan el planeta se sintieran vivos y entretenidos y nos regalaran todos sus descubrimientos como nos
regalan los pequeños sus dibujos, piedras, flores, bichos, ocurrencias, historias...
Yo creo que Dios pensaba en Frikosal, entre tantos, cuando se dedicó al cielo :))
Ante esa inmensidad algo sobrecoge al ser que intuye, siente, cree, pero carece de papel y lápiz para demostrar.
Un placer, la entrada. Volveré a retomarla.
Inuits
Pues no he probado lo del desagüe !
A la Patagonia yo me apunto, si puede ser.. Y a las lágrimas también, aunque este año vienen malas. Luego le mando un correo.
¿Y ya has contado esas cosas en el blog? Igual se me pasó..
Algún cursillo de agrimensura, clases particulares a las chicas de primero de empresariales (que recuerdos!) y poca cosa más he dado, pero gracias.
El cielo de la casa era mejor que el de Atacama, a no ser que me equivoque a causa del mal tiempo. Aquí está muy podrido todo.
Si que sería un rompecabezas, sobretodo por que era algo que miraban todos los días y conocían bien .. no como ahora, yo mismo no conozco casi nada.
Pues no he probado lo del desagüe !"
¡¡¡¡¡ Uy lo que ha dichooooo !!!!
¡¡ Eso no tiene perdón !!
Jamás he tenido ocasión de contemplar el cielo austral y aún no sé qué avatares en mi vida podrían llevarme a hacerlo. Pero espero recordar entonces todo lo que he leído aquí esta noche.
Que no haya esa polaris australis debe de ser la prueba de que dios no existe. ¡Menudo fallo imperdonable si existiera! :P
Un saludo
Si algún día viaja al hemisferio sur y Vd se acuerda aunque solamente sea un poquito de la Cruz del Sur, ya estará justificada esta entrada (también puede imprimirla antes de salir de viaje).
Y, desde luego, ¿por qué el firmamento del inmenso universo debía tener en cuenta a los marineros de un planeta con exceso de materia orgánica? No somos nada en medio de tanta inmensidad, ése es el pensamiento que no me abandona cuando puedo contemplar el cielo estrellado en el monte.
Salud!
Sí sirven para soñar, sí, mi querido y egregio agrimensor de agrimensores.
Las lágrimas de San Lorenzo nos pilló nublado por aquí.