Virus
Ya era previsible, tarde o temprano tenía que tocarme a mi. En la anterior reunión de agrimensores, en Chile, los pendrive pasaban de ordenador a ordenador en una alegre prominscuidad informática que no podía dejar de tener consecuencias para la salud de mi portátil. Los últimos días que pasé en Valparaiso, además, tuve un problema con una tarjeta de memoria que decidió formatearse ella sola justo cuando estaba leyendo unas fotos que a mi me parecían muy interesantes.
Ambos problemas es posible que estén relacionados, ya lo dijo acertadamente Occam con su entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem (pero, a diferencia de un primo que fue alumno aventajado en los jesuitas, yo no hablo latín: dejémoslo en que no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias; la explicación más simple suele ser la correcta. Y eso, dicho sea de paso, esto es un argumento fortísimo en contra de la barroca teología cristiana).
En cualquier caso, aquí me tienen luchando contra los virus, en lugar de estar frikosaleando (y yo se que algunos de los usuarios de excelsos Macs ahora sonríen al leer esto, pero también se que no es una sonrisa malvada ni de superioridad, si no benevolente como la que San Francisco de Asís dedicaba a los infieles o al lobo).
Ahora precisamente que yo tenía tantas cosas que contarles a propósito de mi viaje. Quería decirles, exagerando un poco, que la historia de la Isla de Pascua es tal vez la única historia que debería enseñarse en las escuelas de todo el mundo (eso es exagerando un poco, ya lo admito, pero -parafraseando a Vila Matas- si yo no exagerase entonces ya no tendría un blog). Tengo buenos argumentos para defender mi exageración, y también fotos de los moais de día, con ojos llorosos, y de noche, frente a la impresionanate Vía Láctea austral. Tengo en preparación un artículo de arqueoastronomía, modesto si ustedes quieren, pero basado en los trabajos del Padre Sebastian Englert. Quiero contarles mi historia con el Rayo Verde, y enseñarles la puesta de la luna cenicienta entre la luz zodiacal. Y el enigma de la cruz del sur, y la luz impresionante del salar de Atacama. Ah, y un auténtico zahir que encontré en una cueva de la isla.
Todas esas historias están ahora mismo a medias entre mi mente atareada y los discos, que siguen en cuarentena. Prometo publicarlas, si es que no se me borra todo.
Entre tanto, el próximo domingo viene en El País un artículo nada menos que de mi amigo el fotógrafo que fue astrofísico. No se lo pierdan.
Ambos problemas es posible que estén relacionados, ya lo dijo acertadamente Occam con su entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem (pero, a diferencia de un primo que fue alumno aventajado en los jesuitas, yo no hablo latín: dejémoslo en que no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias; la explicación más simple suele ser la correcta. Y eso, dicho sea de paso, esto es un argumento fortísimo en contra de la barroca teología cristiana).
En cualquier caso, aquí me tienen luchando contra los virus, en lugar de estar frikosaleando (y yo se que algunos de los usuarios de excelsos Macs ahora sonríen al leer esto, pero también se que no es una sonrisa malvada ni de superioridad, si no benevolente como la que San Francisco de Asís dedicaba a los infieles o al lobo).
Ahora precisamente que yo tenía tantas cosas que contarles a propósito de mi viaje. Quería decirles, exagerando un poco, que la historia de la Isla de Pascua es tal vez la única historia que debería enseñarse en las escuelas de todo el mundo (eso es exagerando un poco, ya lo admito, pero -parafraseando a Vila Matas- si yo no exagerase entonces ya no tendría un blog). Tengo buenos argumentos para defender mi exageración, y también fotos de los moais de día, con ojos llorosos, y de noche, frente a la impresionanate Vía Láctea austral. Tengo en preparación un artículo de arqueoastronomía, modesto si ustedes quieren, pero basado en los trabajos del Padre Sebastian Englert. Quiero contarles mi historia con el Rayo Verde, y enseñarles la puesta de la luna cenicienta entre la luz zodiacal. Y el enigma de la cruz del sur, y la luz impresionante del salar de Atacama. Ah, y un auténtico zahir que encontré en una cueva de la isla.
Todas esas historias están ahora mismo a medias entre mi mente atareada y los discos, que siguen en cuarentena. Prometo publicarlas, si es que no se me borra todo.
Entre tanto, el próximo domingo viene en El País un artículo nada menos que de mi amigo el fotógrafo que fue astrofísico. No se lo pierdan.
Comentarios
Espero sus historias australes, y si pueden ser en directo a la luz de las estrellas, pues entonces mejor, que con Vecino ya estuvimos hablando posibles ubicaciones.
Sí que vi el 500 aunque no llegué a utilizarlo, estuve tentado de salir corriendo con la mochila del amigo Vecino, pero el sentimiento de culpabilidad que me inculcaron los marianistas pudo más que el deseo y la lujuria fotográfica. Salut.
saludos.
tenía ganas de que nos hablaras de esa Isla de Pascua y de sus maravillas, la única vez que alguien me habló generosamente, he de reconocer que dudé de si todo aquéllo podía ser cierto o la persona era una ingenua y se la habían camelado,
y ese artículo en arqueoastronomía? para los que no nos vamos a ningún sitio, sus relatos son viajes...
Por otro lado he decirle que ya hace semanas que compré el "bonofrikosal", para no perderme ni una sola de sus entradas...
Espero recupere pronto sus fotografías que "en cierta medida son patrimonio de todos lo que aquí le leemos"...
Abrazos.
Nunca es tarde para que un Mac se le cruce en el camino de la vida.
Espero que los virus de su computador, no sean mutantes contagiosos con Mac.
Regards,
Ha provado con avast? Es muy bueno y puede analizar pendrives en segundos, antes de que los abra.
Por cierto, sepa que estoy trabajando en las primeras entradas de mi futuro blog!! Supongo que si no me canso antes aparecerá en septiembre.
Lucha con fuerza, que no queremos que se pierda nada.
Un abrazo
Mañana me compraré "El País" para leer ese artículo de tu amigo astrofísico.
Buen y saludable finde!
Por fin llueve algo, por lo menos por el Norte!
Ay, sale aquí algo mío o creo reconocerlo aunque no lo digas, VM en su prólogo de mi libro "La plaza del azufaifo" dijo que yo exageraba porque era escritora, y yo concluí: si yo no exagerase, no tendría un blog...
Los virus son una pesadilla. No creas que tengo tantos recursos, ya tengo la paciencia al límite pero me parece que ya veo la luz.
Por cierto que el artículo de Jordi es estupendo. Página 50, dominical de El Pais.
Llegué a empacharme de Linux y me terminó resultando odioso. De hecho lo uso en el trabajo.
A ver si este verano por fin puede ser..
Menos mal que tiene Vd. sentimiento de culpa, que si no.. Yo más de una vez he tenido tentaciones con la cámara del vecino, que siempre es más apetecible que la propia.
Amen.
Si que es cierto, la isla es un lugar extraordinario que todavía no está completamente estropeado. Creo que no será hasta las vacaciones de agosto cuando pueda ponerme a preparar las fotos etc para hacer una entrada. Pero lo haré.
Las recuperé y ahora mismo tengo dos copias !
Si existiera el imatch para mac y si hicieran un modelo pequeño de portatil seguramente ya hubiera caido. De hecho los usé durante años.
El artículo es estupendo. Esperamos su blog !!
Aquí también anda lluvioso. A veces del stress del virus informatico, bajan las defensas y se contrae uno real.
Abrazos
Vaya cárcel, vaya vida (si es que se puede llamar vida), sobretodo para las mujeres parir tantos hijos y cuidarlos en estas condiciones.
Yo viví hasta los 18 años en una casa en el campo sin luz ni agua corriente en las afueras de pueblo y de ciudad. Soy la mayor de 10 hermanos y he visto los apuros y penas que pasaban mis padres en aquellos años.
Esto si, teníamos la posibilidad de ir a escuelas superiores y de enterarnos de lo que pasaba en el mundo.
Pero los hermanos mayores prácticamente no teníamos madre, ya que estaba siempre ocupada con el cuidado de los más pequeños, con lavar y remendar toda la ropa a mano sin agua corriente, hacer milagros para hacer una comida aceptable para llenar nuestros estómagos y muchos etcéteras.
Y no hablemos del trabajo de mi padre que no era menos duro entonces.
Pero…
No estábamos encarcelados física- ni psíquicamente.