El sufrimiento de la salamanquesa
(Atención que esta entrada puede resultar desagradable)
Fue por casualidad. Llevaba la cámara cuando pasé por un jardín de uso público a última hora de la tarde. En un rincón vi una joven Tarentola mauritanica o salamanquesa (o dragonet, dragoncito). Este reptil se ha adaptado a vivir en las paredes de nuestras ciudades. Se alimenta de insectos y es completamente inofensivo, pero tiene que vencer un grave prejuicio: por alguna razón algunas señoras de mediana edad afirman que se comen la ropa de los armarios y los suelen matar a escobazos. No se puede hacer nada para convencerlas de lo contrario. Es una lástima, este es un animal precioso. Gerald Durrell le dedica un capítulo entero en uno de sus libros, donde el reptil mantiene una lucha épica con una gran mantis.
¿Qué más se puede pedir? Un precioso reptil de unos cuatro centímetros, prácticamente recién salido del huevo, en un lugar accesible y con la última luz de la tarde que tanto me gusta. Incluso su sombra me parecía digna de salir en la foto como si fuera otro personaje.
El dragonet parecía muy confiado, tal vez incluso demasiado. Había algo raro en su comportamiento, no se escondía y siempre se giraba para dejarme a su izquierda. Fijándome bien pude ver un pequeño ácaro rojo (se intuye en la foto) al lado del ojo. ¿Era ese su mal?
Me encanta su pupila vertical, que aquí está reducida casi a una línea a causa del fuerte sol de la tarde.
Seguí fotografiándola, pero la sensación de que algo no encajaba en el comportamiento del animal era creciente. Al final pude ver su lado oscuro, la causa de sufrimiento estaba en el otro ojo. La joven salamanquesa era tuerta.
Tenía el ojo derecho destrozado, no quedaba nada de su pupila ondulada de dragón. ¿Tal vez una paloma se lo arrancó de un picotazo? Se puede casi imaginar el sufrimiento del animal, medio ciego y con el humor vítreo desparramado. No tenía ninguna opción, un joven dragón cazador de insectos necesita los dos ojos para poder vivir.
Estuve un buen rato pensando que podía hacer. Es cierto, más de la mitad de mis congéneres se están muriendo de hambre y eso normalmente no me quita el sueño. Pero la visión directa del sufrimiento nos desconcierta. Me tentó llevármela a casa pero no creo que hubiera aceptado comida muerta, y sin poder cazar hubiera muerto de hambre. Además, desde otro punto de vista ¿no hubiera sido una crueldad darle hormigas?. La dejé en un lugar menos visible pero creo que hice mal, simplemente debí prolongar su sufrimiento.
Ya nos previno Lao Tse contra la benevolencia. Ni el cielo ni la tierra muestran benevolencia; tratan a las cosas del mundo como si fueran perros de paja. Tampoco el sabio es benevolente; trata a las personas como si fueran perros de paja. Pero reconozco que me falta la sabiduría suficiente, si hubiera podido la habría curado.
Fue por casualidad. Llevaba la cámara cuando pasé por un jardín de uso público a última hora de la tarde. En un rincón vi una joven Tarentola mauritanica o salamanquesa (o dragonet, dragoncito). Este reptil se ha adaptado a vivir en las paredes de nuestras ciudades. Se alimenta de insectos y es completamente inofensivo, pero tiene que vencer un grave prejuicio: por alguna razón algunas señoras de mediana edad afirman que se comen la ropa de los armarios y los suelen matar a escobazos. No se puede hacer nada para convencerlas de lo contrario. Es una lástima, este es un animal precioso. Gerald Durrell le dedica un capítulo entero en uno de sus libros, donde el reptil mantiene una lucha épica con una gran mantis.
¿Qué más se puede pedir? Un precioso reptil de unos cuatro centímetros, prácticamente recién salido del huevo, en un lugar accesible y con la última luz de la tarde que tanto me gusta. Incluso su sombra me parecía digna de salir en la foto como si fuera otro personaje.
El dragonet parecía muy confiado, tal vez incluso demasiado. Había algo raro en su comportamiento, no se escondía y siempre se giraba para dejarme a su izquierda. Fijándome bien pude ver un pequeño ácaro rojo (se intuye en la foto) al lado del ojo. ¿Era ese su mal?
Me encanta su pupila vertical, que aquí está reducida casi a una línea a causa del fuerte sol de la tarde.
Seguí fotografiándola, pero la sensación de que algo no encajaba en el comportamiento del animal era creciente. Al final pude ver su lado oscuro, la causa de sufrimiento estaba en el otro ojo. La joven salamanquesa era tuerta.
Tenía el ojo derecho destrozado, no quedaba nada de su pupila ondulada de dragón. ¿Tal vez una paloma se lo arrancó de un picotazo? Se puede casi imaginar el sufrimiento del animal, medio ciego y con el humor vítreo desparramado. No tenía ninguna opción, un joven dragón cazador de insectos necesita los dos ojos para poder vivir.
Estuve un buen rato pensando que podía hacer. Es cierto, más de la mitad de mis congéneres se están muriendo de hambre y eso normalmente no me quita el sueño. Pero la visión directa del sufrimiento nos desconcierta. Me tentó llevármela a casa pero no creo que hubiera aceptado comida muerta, y sin poder cazar hubiera muerto de hambre. Además, desde otro punto de vista ¿no hubiera sido una crueldad darle hormigas?. La dejé en un lugar menos visible pero creo que hice mal, simplemente debí prolongar su sufrimiento.
Ya nos previno Lao Tse contra la benevolencia. Ni el cielo ni la tierra muestran benevolencia; tratan a las cosas del mundo como si fueran perros de paja. Tampoco el sabio es benevolente; trata a las personas como si fueran perros de paja. Pero reconozco que me falta la sabiduría suficiente, si hubiera podido la habría curado.
Comentarios
jg
T'entenc, no sé què hagués fet jo...
Matar-lo haria sgut la bona però...
Ya tengo mi boli bic. No pude resistir la tentación de recortar la foto, pero para tu referencia en mi original con el zoom a tope, 5x, la bola del boli salia un poquito mas grande que la tuya. Que traducido en plata significa que yo la tengo mas grande tu.
-th
Un abrazo.
Yo creo que lo que Lao Tse decía, o por lo menos lo que yo quiero decir al citarle, es que alterar el devenir de las cosas obrando con buenos sentimientos es tan perjudicial como hacerlo con mala idea. Por ejemplo, repoblar con eucaliptus.
Albert,
Si em convides vindré a adorarles (be, en realitat ja m'has convidat molts cops).
Matarla hauria sigut molt fort.
Th,
Es cuestión de paciencia, y recordar el método de la gamba: cada uno tiene que buscar su técnica. Enlazado está tu autorretrato en bic, impresionante.
Bloggesa,
Nada, lo mejor suele ser no hacer nada.
No sé si el tamaño que citas (4cm. aprox.) es un tamaño medio. Por aquí las hay más grandes; para no pasarme, diría que de ocho centímetros.
Nosotros tenemos hasta en el dormitorio ¡sí! y hacen muy buen servicio. Ahora que no me oyen, te diré que se zampan unos cuantos de mosquitos.
Abrazos reptantes.
Es que esta era muy jovencita. Por aqui cada año veo ejemplares muy pequeños pero casi nunca adultos. Debe haber una gran mortalidad.
En primera opción, yo lo hubiera sacrificado, pensando en el sufrimiento que le puedes ahorrar.
Agonia gratis no, gracias.
El verano pasado entró una en casa. Medía 4 centímetros... pero de ancho!! Menudo monstruo... era increíble como andaba por el techo y se mantenía pegada, porque debía de pesar bastante...
Y muy triste que sea tuerto...pero los reptiles tienen otra percepción del dolor, me lo explicó una amiga bióloga una vez que un pez beta mio, salto fuera de la pecera y murió en agonía...yo me sentía tan mal pensando en su sufrimiento...pero mi amiga bióloga me explico que obviamente sufren pero no como las especies de sangre caliente cuya culminación somos nosotros que tenemos el sistema nervioso muy desarrollado.
Y pues yo creo que quizás si pueda sobrevivir siendo tuerto.... lo peor hubiese sido matarlo, quien somos nosotros para decidir por la vida de otro? Además el animal no estaba en agonía... no te sientas mal Frikosal, hiciste lo mejor.
Hombredebarro.
Una vez en mi terraza había una pequeña lagartija completamente transparente, entró en casa, corrió por la pared y luego se volvió fuera... cuando regaba las veía, en las tardes de verano, con esas manitas extendidas y esos ojos...
Yo estoy a favor de mi derecho a morir, pero no a favor de que alguien me mate sin antes haberlo decidido yo. Su instinto, el de la salamanquesa, es el de sobrevivir.
"Yo estoy a favor de mi derecho a morir, pero no a favor de que alguien me mate sin antes haberlo decidido yo. Su instinto, el de la salamanquesa, es el de sobrevivir".
Bravo!
A mi no se me pasó por la cabeza matarla, es posible que sea algo lógico pero no lo hubiera hecho. Como comenta Mosquito, otra cosa es una persona que ha manifestado su decisión de morirse.
Roble,
Si, cuando he cogido algún animal siempre lo he pasado fatal. Como yo no se hacerlo, lo mejor en mi caso es no hacer nada.
Macro, Odette,
Yo esto de que los animales sufren menos.. no lo se, espero que asi sea, pero ¿no podría ser que fuera una conclusión que parte de un punto de vista muy antropocéntrico?
Hombre-de-barro,
Me encantará leer esa historia, si se me pasa por favor avísame.
Zbelnu,
Confesaré que yo pensaba hasta hace muy poco que su nombre era salamarquesa, parece más lógico, ¿no? Son una pasada. Si quieres un día te doy unas copias de fotos de lagartijas, lagartos, etc para que las vea tu madre ¿le gustarían?
En el caso de una persona, puede manifestar sus deseos, al contrario que en un animal, que no nos puede decir nada.
Si yo tuviera las siguientes certezas:
1 está sufriendo
2 no tiene arreglo la cosa
Seguramente no me lo pensaria, porque de pensarlo, seguramente miraria a otro lado y lo dejaria como está, pero no quedaría mi conciencia tranquila.
En caso de duda, tampoco haria nada, y pasaría la responsabilidad a la madre naturaleza, y tampoco quedaria con la conciencia tranquila.
Lo explicas muy bien: "Si tengo la certeza", y hay casos en los que se tiene.
Ejemplo:
Una culebra bastarda se deslizó por la tapa de un sumidero en mi casa. Lo hizo después de haber engullido una presa (un ratoncillo supongo). Metió la cabeza por uno de los agujeros del sumidero y después intentó salir por otro. Imposible, la comida se lo impedía. La digestión en estos animales es muy lenta. Intenté sacarla con aceite (qué mordiscos me tiraba la bicha), pero imposible, porque las escamas lo impedían (a "contrapelo", para que nos entendamos). Esperé así tres días, y cuando vi que la digestión era imposible, y que la pobre culebra agonizaba...
Me costó lo mío, pero lo hice de la manera que pensé menos dolorosa.