La extraña aventura de la crisopa
Acabábamos de cenar. Esta crisopa, "neuróptero delicadísmo de un verde no terreno, trasestelar, soñado, con un cuerpo minúsculo y largas alas de maravillosa tracería ... ojos mucho mas bellos que lo que llamamos oro" (Dámaso Alonso), entró volando en el comedor.
Estábamos en un lugar remoto y maravilloso donde todavía son frecuentes estos pequeños prodigios. La pobre crisopa cayó en un vaso de agua y se hubiera ahogado. Metí el dedo para sacarla, pero sus alas mojadas se pegaron a mi piel. Soplando pude secarla y al cabo de un rato empezó andar. La invite a pasar de mi dedo a la mano de mi hijo. Después la bajamos a la calle.
Y cerca del cubo de la leña, se sintio con fuerzas, echo a volar y se paro en una rama. Al verse fuera de peligro lo primero que hizo fue limpiarse de nuestro olor y meditar acerca de su extraña aventura, momento que aproveche para tomarle unas fotos. Pronto se perdió en la oscuridad.
Estábamos en un lugar remoto y maravilloso donde todavía son frecuentes estos pequeños prodigios. La pobre crisopa cayó en un vaso de agua y se hubiera ahogado. Metí el dedo para sacarla, pero sus alas mojadas se pegaron a mi piel. Soplando pude secarla y al cabo de un rato empezó andar. La invite a pasar de mi dedo a la mano de mi hijo. Después la bajamos a la calle.
Y cerca del cubo de la leña, se sintio con fuerzas, echo a volar y se paro en una rama. Al verse fuera de peligro lo primero que hizo fue limpiarse de nuestro olor y meditar acerca de su extraña aventura, momento que aproveche para tomarle unas fotos. Pronto se perdió en la oscuridad.
Comentarios
Es posible que a Dámaso Alonso, de cuerpo y voz quebradiza, le hubiese gustado más vuestra experiencia paterno-filial que su precioso y atrevido texto.