En el metro de Moscú (2003)

Después de que Franco muriera y tal vez hasta el año 81 o asi, el ambiente estaba muy politizado en las ciudades de este país. Aunque yo era un chaval, no era raro oir e incluso participar en acaloradas discusiones políticas. A pesar de la crísis económica, que fue dura, en aquella época había un cierto idealismo y una fe en un futuro mejor. Para mucha gente la referencia era la Unión Soviética, donde (según se decía) los trabajadores eran felices.

Uno de los tópicos que siempre salían en aquellas conversaciones acerca de "los comunistas" era el metro de Moscú. En la Unión Soviética, decían algunos, está todo pensado para los trabajadores. El estado, en lugar de gastar dinero en óperas para los burgueses, ha construido un metro precioso. El mejor del mundo con diferencia. Todo es de mármol y en las paredes hay colgados cuadros fabulosos, para que todo el mundo pueda disfrutar de la cultura mientras se desplaza a la fábrica. A mi la verdad es que siempre me ha dado un poco de rabia la gente que tiene fe en cosas que no ha podido comprobar personalmente.

Esta señora, que según decían sus documentos era profesora de arte en la Universidad, se ganaba la vida vendiendo cuadros a los turistas. Le compre el de la izquierda.

Las utopías, aunque sean falsas, sirven para que el mundo progrese. Ahora se han terminado las utopías, al menos en Europa.

Muchos años más tarde, cuando yo estuve en Moscú, el espejismo comunista ya se había disipado completamente. Pero lo primero que hice fue ir a comprobar como era el famoso metro.

Que, en efecto, es impresionante, con mármol y fabulosos murales, pero absurdo al mismo tiempo: el sistema radial, alrededor de un kilómetro cero en la plaza roja (que se puede ver en la foto, en el plano encima de la cabeza del señor que duerme) lo hace muy inoperante.