Devorado en vida por incontables parásitos y otros tormentos

Algunos insectos tienen la mala suerte de ser víctimas de unos ácaros parásitos de color rojo que les devoran lentamente. Como si fueran gigantéscos piojos, van sorbiendoles la enegía y muntiplicandose. Al final, bajo el peso de esta pesada hipoteca, el insecto languidece y muere.

Pero si alguna vez veis un saltamontes en este amargo trance, no debeis mostrar misericordia. El maestro Lao Tse ya nos previno contra la benevolencia: Los ácaros rojos tambien tienen que alimentarse. Y no son menos importantes que los majestuosos leones.

Este caso del saltamontes me recuerda a Prometeo, que robó el fuego a los dioses y fue castigado por ello. Se le dejó atado a merced de un águila que le comía el hígado lentamente. Pero al ser inmortal, de noche la víscera volvía a crecerle y asi el día siguiente podía continuar el suplicio.

O a Sísifo, "obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio" (de la wikipedia)

O a Rusticante, personaje de la mitología Ibera, sometido día y noche a las molestias de las obras perpetuas en la ciudad infinita de Simplonia.

Para los aficionados a las fotos, están tiradas con una D70 y un Sigma 180 macro. La de abajo es un recorte al 100% (es decir, a la resolución real de la cámara). Cuando vi a este pobre bicho no llevaba equipo para sacar una foto a un ratio de aumento suficiente como para que se apreciasen bien los ácaros, de manera que me tengo que conformar con el recorte. Además, justo hoy me preguntaban que tal salen las fotos con el sigma 180 (y tal vez) este 100% le sea útil a alguien.