Poder volar
Mi amigo Giancarlo Falcone está completando, por fin, su tesis doctoral en filología clásica China. A finales de los 90, cuando ya había empezado su trabajo, aparecieron unos interesantes textos Taoístas del siglo 4 AC que se atribuyen a Zhuangzi.
Por varias razones, entre ellas desairar a su director, Giancarlo decidió estudiarlos y traducirlos. Se marchó del departamento de sinología y ahora, con una meticulosidad casi religiosa, dedica a la traducción las pocas horas que le deja libres su trabajo de camarero en el restaurante Ni-Hao de Lloret de Mar. Me pide si puedo publicar su traducción del cuento "Poder volar". Quien tenga paciencia para llegar al final, encontrará una traducción más o menos literal.
PODER VOLAR
Como todo el mundo sabe, el día más corto del año el viento se materializa ante uno de los habitantes del Delta del Xiang y le concede un deseo. De modo que cuando Qui-Wong notó una brisa fría y tangible a su espalda, dejó a un lado el hatillo de arroz y, sin volverse para no romper el encantamiento, dijo alto y claro:
-Poder volar como los pájaros
Avefrías delante del monte Han
No tuvo que pararse a pensar, había estado esperando ese momento toda su vida. Mientras se partía el espinazo sembrando arroz, nunca dejó de mirar de reojo las desbandadas de flamencos al otro lado de la laguna, el vuelo de los patos de cuello verde, las acrobacias de las avefrías delante de las cumbres nevadas, los aguiluchos cazando... Y por la noche, escuchaba embelesado las historias de los pájaros gigantes que vuelan impulsados por el sol entre las altas cumbres del norte. Lo que más quería Qui-Wong era poder volar como los pájaros.
El pájaro gigante que vuela impulsado por el sol, tambien llamado buitre leonado.
-Dentro de siete días podrás volar como los pájaros, respondió el viento.
1-El primer día, Qui-Wong perdió el interés por la cosecha y dejó a su familia.
2-El segundo día, su vista se aguzó y su voz se volvió estridente.
3-El tercer día perdió las manos, sus brazos se convirtieron en alas y sus pies en garras.
4-El cuarto día sus huesos se llenaron de aire.
5-El quinto día su tamaño y su peso se redujeron.
6-El sexto día, Qui-Wong tenía la forma, peso y fuerza de un pájaro. Y hubiera podido volar. Pero recordaba haber sido Qui-Wong y sabía que no volvería a serlo. Este pensamiento, impropio de un pájaro, le llenaba de temor y le impedía volar.
7-El séptimo día, Qui-Wong dejó de recordar que había sido Qui-Wong.
Y entonces pudo volar.
Con total naturalidad, como los demás pájaros, se levantó sobre la laguna, aleteó distraídamente entre los campos de arroz, vio con indiferencia como trabajaban los que habían sido sus hermanos y se fue a posarse en el lomo de un caballo negro buscando garrapatas para alimentarse. Era una garceta bueyera, de color blanco radiante como todas las demás.
Cuando Qui-Wong pudo volar era exactamente igual que cualquier otra garceta bueyera, y no recordaba haber sido Qui-Wong
NOTA DEL TRADUCTOR (Giancarlo Falcone)
El texto original dice:
El solsticio de invierno encontró a Qui-Wong. Su espíritu [el del viento] le había elegido. El pidió poder volar como los pájaros. Cuando su forma ya era la de un pájaro, todavía no pudo alzarse por el peso de haber sido Qui-Wong. Cuando al fin fue pájaro alzó el vuelo con los demás, con indiferencia.
Por varias razones, entre ellas desairar a su director, Giancarlo decidió estudiarlos y traducirlos. Se marchó del departamento de sinología y ahora, con una meticulosidad casi religiosa, dedica a la traducción las pocas horas que le deja libres su trabajo de camarero en el restaurante Ni-Hao de Lloret de Mar. Me pide si puedo publicar su traducción del cuento "Poder volar". Quien tenga paciencia para llegar al final, encontrará una traducción más o menos literal.
PODER VOLAR
Como todo el mundo sabe, el día más corto del año el viento se materializa ante uno de los habitantes del Delta del Xiang y le concede un deseo. De modo que cuando Qui-Wong notó una brisa fría y tangible a su espalda, dejó a un lado el hatillo de arroz y, sin volverse para no romper el encantamiento, dijo alto y claro:
-Poder volar como los pájaros
Avefrías delante del monte Han
No tuvo que pararse a pensar, había estado esperando ese momento toda su vida. Mientras se partía el espinazo sembrando arroz, nunca dejó de mirar de reojo las desbandadas de flamencos al otro lado de la laguna, el vuelo de los patos de cuello verde, las acrobacias de las avefrías delante de las cumbres nevadas, los aguiluchos cazando... Y por la noche, escuchaba embelesado las historias de los pájaros gigantes que vuelan impulsados por el sol entre las altas cumbres del norte. Lo que más quería Qui-Wong era poder volar como los pájaros.
El pájaro gigante que vuela impulsado por el sol, tambien llamado buitre leonado.
-Dentro de siete días podrás volar como los pájaros, respondió el viento.
1-El primer día, Qui-Wong perdió el interés por la cosecha y dejó a su familia.
2-El segundo día, su vista se aguzó y su voz se volvió estridente.
3-El tercer día perdió las manos, sus brazos se convirtieron en alas y sus pies en garras.
4-El cuarto día sus huesos se llenaron de aire.
5-El quinto día su tamaño y su peso se redujeron.
6-El sexto día, Qui-Wong tenía la forma, peso y fuerza de un pájaro. Y hubiera podido volar. Pero recordaba haber sido Qui-Wong y sabía que no volvería a serlo. Este pensamiento, impropio de un pájaro, le llenaba de temor y le impedía volar.
7-El séptimo día, Qui-Wong dejó de recordar que había sido Qui-Wong.
Y entonces pudo volar.
Con total naturalidad, como los demás pájaros, se levantó sobre la laguna, aleteó distraídamente entre los campos de arroz, vio con indiferencia como trabajaban los que habían sido sus hermanos y se fue a posarse en el lomo de un caballo negro buscando garrapatas para alimentarse. Era una garceta bueyera, de color blanco radiante como todas las demás.
Cuando Qui-Wong pudo volar era exactamente igual que cualquier otra garceta bueyera, y no recordaba haber sido Qui-Wong
NOTA DEL TRADUCTOR (Giancarlo Falcone)
El texto original dice:
El solsticio de invierno encontró a Qui-Wong. Su espíritu [el del viento] le había elegido. El pidió poder volar como los pájaros. Cuando su forma ya era la de un pájaro, todavía no pudo alzarse por el peso de haber sido Qui-Wong. Cuando al fin fue pájaro alzó el vuelo con los demás, con indiferencia.
Comentarios
Muy bueno el cuento y estoy de acuerdo que el taoismo, el zen y esas filosofias de oriente superan en mucho a las crueles religiones teistas. Por una parte está la sabiduria y por otra la estupidez. Ni más ni menos ni menos ni más.
Buen fin de semana.
Lo que sí que no está en peligro de extinción es la fiesta del consumo, es decir, la navidad, en la que por cierto, lo más bonito que tiene es gratis; me refiero a la ilusión de los niños. Lo más triste es que en el fondo todo el montaje es falso. Qué pena. Yo también quisiera ser una ave para olvidarme de que soy humano, pero, a ser posible, preferiria no convertirme en pavo. (pos si acaso)
Me gusta mucho ese juego entre el peso de la memoria y la ligereza del olvido, la indiferencia, que le permiten volar
un abrazo y feliz verano!!