Teología-ficción: El joven Dios y su primer universo
Foto: Atarceder en el salar de Atacama, con rayo de luz que no es de orígen divino si no físico.
Esto tan solo es Teología-Ficción, pero según se dice, cuando el joven Dios tan solo contaba con unos eones de vida, y por tanto no era más que un niño, en cierta ocasión fue tan grande su aburrimiento que decidió crear un mundo y poblarlo de habitantes.
Le salió perfecto, pero al poco tiempo de haberlo creado decidió que algunos detalles no le gustaban y que lo encontraba tedioso. Entonces, como un niño que desmonta su juguete preferido, hizo que en ocasiones la lluvia cayera hacia arriba, desde los lagos hasta el cielo, y que las piedras a veces levantaran el vuelo en llamas para convertirse en estrellas fugaces. Las setas más sabrosas resultaban ser tóxicas, pero solamente cuando a El se le antojaba. Los planetas describían extrañas trayectorias en el cielo, completamente impredecibles, y la forma de las constelaciones variaba día a día. La propia mecánica del amor y de la vida era errática: algunas mujeres quedaban embarazadas con solo exponerse al viento del norte. Siendo Dios juguetón como era, no podía evitar cambiar la matemática, y algunos días incluso los números primos eran divisibles por dos. Ciertos años las cosechas eran abundantísimas, pese a no haber sembrado, y otros el trigo se negaba a crecer.
No faltaron quienes se dieron cuenta de lo absurdo del mundo, pero Él en persona borraba los libros que escribían y los sustituía por otros, autocomplacientes, que predicaban que el universo no era indiferente a los anhelos de las personas. Puesto que no tenía sentido practicar la agricultura, ni la medicina, ni la zoología, ni la literatura, ni las matemáticas, ni ninguna otra cosa excepto la religión o la lotería, los hombres se tumbaron a rezar y a esperar que su destino fuera aconteciendo según la voluntad diaria del joven Dios.
Pero El terminó por hacerse adulto y se cansó de ese mundo de seres indolentes, que solamente sabían implorar al altísimo, acostumbrados a que todo dependiera del capricho momentáneo de un ser impredecible. Profundamente avergonzado de lo que había hecho, tomó un alfiler y pinchó su primer universo, que se desvaneció sin dejar rastro (como los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles de Machado).
Entonces decidió crear un segundo universo, donde todo funcionara siempre de la misma manera, según unas reglas complejas pero inalterables y por tanto, predecibles. A pesar de ser un Dios, le costó mucho idearlas de modo que fueran tan interesantes como para que el universo fuera un lugar bello y habitable en algunas regiones. Pero cuando finalmente hubieron sido establecidas, entonces lo puso en marcha (algunos dicen que con una explosión) y se retiró a meditar, sin intervenir ya nunca más en las cosas, que por si solas crearon las sustancias condensadas, la vida y la inteligencia.
De modo que cuando algunos opinan que en realidad el Dios creador no existe, por que jamás interviene en las cosas del mundo, o por lo menos no hay ninguna evidencia de ello, Dios sonríe y piensa que su segunda obra fue definitivamente buena. Y que algunos de su habitantes también se han hecho adultos.
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Yo sigo desconectado. Hagan el amor y no jueguen al golf.
Esto tan solo es Teología-Ficción, pero según se dice, cuando el joven Dios tan solo contaba con unos eones de vida, y por tanto no era más que un niño, en cierta ocasión fue tan grande su aburrimiento que decidió crear un mundo y poblarlo de habitantes.
Le salió perfecto, pero al poco tiempo de haberlo creado decidió que algunos detalles no le gustaban y que lo encontraba tedioso. Entonces, como un niño que desmonta su juguete preferido, hizo que en ocasiones la lluvia cayera hacia arriba, desde los lagos hasta el cielo, y que las piedras a veces levantaran el vuelo en llamas para convertirse en estrellas fugaces. Las setas más sabrosas resultaban ser tóxicas, pero solamente cuando a El se le antojaba. Los planetas describían extrañas trayectorias en el cielo, completamente impredecibles, y la forma de las constelaciones variaba día a día. La propia mecánica del amor y de la vida era errática: algunas mujeres quedaban embarazadas con solo exponerse al viento del norte. Siendo Dios juguetón como era, no podía evitar cambiar la matemática, y algunos días incluso los números primos eran divisibles por dos. Ciertos años las cosechas eran abundantísimas, pese a no haber sembrado, y otros el trigo se negaba a crecer.
No faltaron quienes se dieron cuenta de lo absurdo del mundo, pero Él en persona borraba los libros que escribían y los sustituía por otros, autocomplacientes, que predicaban que el universo no era indiferente a los anhelos de las personas. Puesto que no tenía sentido practicar la agricultura, ni la medicina, ni la zoología, ni la literatura, ni las matemáticas, ni ninguna otra cosa excepto la religión o la lotería, los hombres se tumbaron a rezar y a esperar que su destino fuera aconteciendo según la voluntad diaria del joven Dios.
Pero El terminó por hacerse adulto y se cansó de ese mundo de seres indolentes, que solamente sabían implorar al altísimo, acostumbrados a que todo dependiera del capricho momentáneo de un ser impredecible. Profundamente avergonzado de lo que había hecho, tomó un alfiler y pinchó su primer universo, que se desvaneció sin dejar rastro (como los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles de Machado).
Entonces decidió crear un segundo universo, donde todo funcionara siempre de la misma manera, según unas reglas complejas pero inalterables y por tanto, predecibles. A pesar de ser un Dios, le costó mucho idearlas de modo que fueran tan interesantes como para que el universo fuera un lugar bello y habitable en algunas regiones. Pero cuando finalmente hubieron sido establecidas, entonces lo puso en marcha (algunos dicen que con una explosión) y se retiró a meditar, sin intervenir ya nunca más en las cosas, que por si solas crearon las sustancias condensadas, la vida y la inteligencia.
De modo que cuando algunos opinan que en realidad el Dios creador no existe, por que jamás interviene en las cosas del mundo, o por lo menos no hay ninguna evidencia de ello, Dios sonríe y piensa que su segunda obra fue definitivamente buena. Y que algunos de su habitantes también se han hecho adultos.
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Yo sigo desconectado. Hagan el amor y no jueguen al golf.
Comentarios
Yo sigo desconectado
¿De Dios?
Sigue, sigue desconectado, que te da mucho de sí.
(Qué bueno, por dios)
Saludos
Dios que lo puede todo puede por supuesto crear leyes tan Leyes que ni El pueda violarlas, pero como lo puede todo, sí puede violarlas, asi que se crea una paradoja en la que queda atrapado, un singularidad en el espacio-tiempo, un imposible, y para los dioses todopoderosos, los imposibles y que la gente lea más de un libro son cosas letales...
Yo creo que Dios murió hace eones víctima de su propio poder, como le pasará al Hombre, infatigable creador de dioses a su imagen y semejanza...
Creer en un dios o unos dioses es una cuestión de fé.
La fé mueve montañas. Cuidado con las montañas que se mueven.!
Me encanta su relato...
ocurrente, creativo, inocente, crítico.....de todo un poco, incluso humorístico... muchas de sus habituales e interesantes pinceladas, pero de una manera u otra, sale esa necesidad trascendente de usted.
Qué bien que el niño dios creciera y de sus errores aprendiera.
En fin, que acaba usted salvando a ese dios que tanto quebraderos de cabeza da a algunos. Las imágenes de película sobrenatural en cinemascope(recuerdo los diez mandamientos).
Seguiremos sus consejos.
Una sonrisa
Salud!
Deu de l'Univeeeeeers.
La oblea me continúa pareciendo plana.
Un saludo.
Talvez el buen dios lo tiene castigado (al robot) por ser tan impersonal... :-)