Andrómeda, Job y el enigma del sufrimiento
A los pocos días de regresar de vacaciones, Andrómeda saltó de la mesa del comedor al respaldo de la silla, con la intención de saltar después al suelo sin dejar de correr, para poder capturar un ratón de plástico atado a un cordel. Cegada por la pasión de la caza, midió mal su impulso y derribó la pesada silla de madera. No hubiera pasado nada, de no ser que quedó atrapada entre el respaldo y el suelo. El fuerte maullido y sobretodo la posición antinatural de su pata derecha no presagiaban nada bueno. No obstante, a las pocas horas parecía algo mejor y si la llevamos al veterinario fue casi por precaución. Todo el mundo sabe que los gatos pueden caer desde gran altura sin sufrir ningún mal. Pero no siempre: Andrómeda tenía dos fracturas en los metatarsos de la pata trasera izquierda y la cadera de la derecha rota. Al verse dolorida, cubierta de vendas y sobretodo con la campana en la cabeza, que le impide limpiarse el pelo, no la deja pasar por lugares estrechos ni frotar su c...