La iniciación
Era por las tardes, con las últimas luces, a la salida del colegio de los Padres Escolapios. Consistía, una de las iniciaciones, en ir en moto hasta un pueblo cercano.
La carretera es infernal, como para hacer un rally, pero realmente el peligro no estaba en la carretera. Los guerreros tenían normalmente un vespino, y al recibir sus nuevas armas debían participar en la carrera ritual. El grupo de iniciados salía bajo la mirada expectante de las vírgenes y acompañaba al joven caballero hasta la salida. Solamente con gran dificultad podía seguirles sorteando el tráfico de forma demencial hasta después del último semáforo. Pero ese no era el peligro.
Las primeras rectas son largas y las curvas son abiertas y rápidas. Allí es donde el aspirante perdía la pista del grupo de cabeza, pero no del todo. Casi parecía posible por lo menos alcanzarles y confirmarse.
Entonces es cuando se llega la curva, en un estado completamente alterado de consciencia, que supongo que debe ser como el del combate, en el que ya es únicamente la adrenalina la que gobierna las acciones de lo que había sido una persona.
La curva es a la izquierda y ciega. Empieza rápida y después de una recta pero después se cierra súbitamente para pasar sobre un pequeño puente que da un torrente algunos metros más abajo. Allí -si se conoce la carretera- dicen que hay que soltar el acelerador para poder girar. Un casco hubiera ayudado algo pero entonces eso estaba mal visto. Muchos cayeron en esa curva, y uno murió en aquella carretera en los años que estuve allí. Como en aquella película de James Dean.
Naturalmente yo miraba todo esto desde fuera. Completamente desde fuera, a hurtadillas incluso. Nunca me he integrado en ninguna parte y jamás tuve una moto, por suerte. Cuando en "Un hombre llamado caballo" el protagonista quiere casarse con la bella india, el jefe le dice que de acuerdo, pero que antes debe pasar el terrible ritual de la adoración del sol. Y el amigo loco, el que en realidad se hace pasar por loco (los locos son apreciados por su capacidad de mediums) le dice que nada bueno puede llegar sin dolor. Por lo menos, allí la iniciación estaba regulada. Es un asco el ser humano, una criatura problemática, mitad ángel y mitad cabra.
Después yo tuve que inventar mis propios rituales de iniciación, por que todos tenemos dentro por lo menos un pequeño guerrero y un pequeño santo. Pero eso ya sería otra historia.
La carretera es infernal, como para hacer un rally, pero realmente el peligro no estaba en la carretera. Los guerreros tenían normalmente un vespino, y al recibir sus nuevas armas debían participar en la carrera ritual. El grupo de iniciados salía bajo la mirada expectante de las vírgenes y acompañaba al joven caballero hasta la salida. Solamente con gran dificultad podía seguirles sorteando el tráfico de forma demencial hasta después del último semáforo. Pero ese no era el peligro.
Las primeras rectas son largas y las curvas son abiertas y rápidas. Allí es donde el aspirante perdía la pista del grupo de cabeza, pero no del todo. Casi parecía posible por lo menos alcanzarles y confirmarse.
Entonces es cuando se llega la curva, en un estado completamente alterado de consciencia, que supongo que debe ser como el del combate, en el que ya es únicamente la adrenalina la que gobierna las acciones de lo que había sido una persona.
La curva es a la izquierda y ciega. Empieza rápida y después de una recta pero después se cierra súbitamente para pasar sobre un pequeño puente que da un torrente algunos metros más abajo. Allí -si se conoce la carretera- dicen que hay que soltar el acelerador para poder girar. Un casco hubiera ayudado algo pero entonces eso estaba mal visto. Muchos cayeron en esa curva, y uno murió en aquella carretera en los años que estuve allí. Como en aquella película de James Dean.
Naturalmente yo miraba todo esto desde fuera. Completamente desde fuera, a hurtadillas incluso. Nunca me he integrado en ninguna parte y jamás tuve una moto, por suerte. Cuando en "Un hombre llamado caballo" el protagonista quiere casarse con la bella india, el jefe le dice que de acuerdo, pero que antes debe pasar el terrible ritual de la adoración del sol. Y el amigo loco, el que en realidad se hace pasar por loco (los locos son apreciados por su capacidad de mediums) le dice que nada bueno puede llegar sin dolor. Por lo menos, allí la iniciación estaba regulada. Es un asco el ser humano, una criatura problemática, mitad ángel y mitad cabra.
Después yo tuve que inventar mis propios rituales de iniciación, por que todos tenemos dentro por lo menos un pequeño guerrero y un pequeño santo. Pero eso ya sería otra historia.
Comentarios
Estaba extrañado, tanto tiempo sin entradas.
DB.
Usted cree que Santa Jénifer nos puede salvar?
No se preocupe que el fin de los tiempos está próximo y esto no va a tener cojones de arreglarlo ni el Pulpo Ernesto, bendito sea.
('La iniciación de Un hombre llamado caballo', es una de las imágenes que desde que la vi, forma parte de las de mi 'archivo de memoria',...inolvidable)
Besos.
B.N.C.M.
Por favor avísame si la comentas.
He leído varias veces "la iniciación" y esa es la palabra que me sale. Yo fui uno de esos jóvenes caballeros y también sufrí unos años escolapios. Aunque el escenario era otro y la curva estaba en la misma ciudad... aunque ahora que lo pienso nunca logré conmover a ninguna princesa. También eran tiempos sin casco... por suerte sobreviví a esta y otras tonterías.
Intentaré acercarme al Malda.
Un saludo