Una insensata vindicación del paganismo
Poseidón, propiamente divino, dios del mar que ocasionalmente agita la tierra. Fotografiado por este humilde agrimensor con una diapositiva (con su dominante) en el Museo de Atenas, en 1998. Esto de que el mundo ha sido obra de un Dios único, omnipotente, omnipresente e infinitamente bondadoso, a mi que me perdonen, pero ya se ve que no puede ser. ¿No les parecería más lógico pensar en diversos dioses, cada uno de ellos (y ellas) con unas capacidades sobrehumanas pero limitadas? El mundo sensible sería el resultado de sus conflictos. Allí están Afrodita, Atenea, Eos (la aurora, de dedos de rosa). Esto no será cierto, pero es verosímil, que es lo mínimo que se le puede exigir a un buen guión. La hipótesis monoteísta obliga a retorcer tremendamente las cosas para explicar por ejemplo como es que un rayo ha matado a una familia entera (o que el planchista más honrado del planeta muriera dos días después de su jubiliación sin haber llegado a cobrar la primera paga). Zeus lo hace todo