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Mostrando entradas de marzo, 2009

La colleja Europea

Ya son tres las veces que el Parlamento Europeo ha clamado contra la corrupción urbanística en España. En esta ocasión, el informe aprobado dice que en España se "ha generado una forma endémica de corrupción". Responsabiliza a todos los niveles de la administración de un modelo de "desarrollo insostenible" y (¡sorpresa!) asegura que las autoridades judiciales han demostrado que "no están debidamente preparadas" para responder a los abusos. Todo ello es vox populi aquí en la península del ladrillo pero los ciudadanos de nuestro país, con una sabiduría a la siciliana, optamos por callar. Quien más quien menos sabe de algún abuso, de algún campo de golf corrupto, de alguna horterada en primera línea de mar, de algún pequeño propietario al que le han quitado su finca por dos duros mientras el alcalde miraba a otro lado... pero ya se sabe que quejarse no sirve de nada, excepto tener problemas. De modo que para gran vergüenza nuestra, han sido los europeos resi

La primera orquídea

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El fin de semana ha sido lluvioso y repleto de compromisos. Pero a última hora del domingo pude escaparme a mi descampado , donde el olor a hinojo húmedo me pareció embriagador. A menos de tres metros de una porquería especialmente repugnante, vi la primera orquídea silvestre de esta temporada. Es una florecita sensual y carnosa, que ha evolucionado para despertar la lujuria de alguna especie concreta de insectos ... hasta el punto de que al verla tratarán de copular con ella. Como consecuencia de esos roces del insecto promiscuo (que tal vez algunos considerarían contranatura), el polen de otra flor podrá fecundarla. Pero podría estar equivocado, cada especie de orquídea tiene su propia estrategia de seducción. El mismo Darwin escribió un difícil libro contando los pormenores de este complicado asunto. La evolución, si se sabe mirar, puede verse en cada brizna de hierba.

La fiebre del oro

Todo el mundo tiene un pasado: yo también hice experimentos con una cámara de vídeo. Esto son 22 segundos del 2002, en plena fiebre del ladrillo. A la izquierda, un telescopio abandonado.

Grandes placeres solitarios. Hoy: la paella

Uno de los mayores placeres solitarios es la preparación de una paella individual. Sin ánimo de ofender a nadie, y asumiendo el riesgo de equivocarme (ya me perdonarán los entendidos) hoy esto va de arroces. Algunos de mis antepasados vivieron en Valencia. Tal vez por eso en mi infancia pude valorar la importante ceremonia de la paella, que vendría a ser como la preparación del te para los budistas zen en Japón. Mi abuela, que ahora tiene 99 años, después de sobrevivir a la posguerra podía preparar unos arroces extraordinarios para seis personas con dos trozos de pollo, medio pimiento rojo, un poco de tomate y dos ajos. Mi madre ya no llegó al mismo grado de perfección (lo siento mamá) y yo me emancipé del domicilio familiar siendo un iletrado absoluto: jamás me fue revelada la tradición. Pero un día decidí aprender el sagrado arte de preparación de la paella. Empecé cocinando yo solo, y como soy un terco autodidacta, en lugar de consultar un libro de cocina, llamar por teléfono a casa

Astrofotografía y proceso de datos

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Nebulosas de Magallanes, pinchen para ampliarlas . Con trabajosa humildad asciendo muy lentamente por la cuesta de la astrofotografía, que es un asunto complicado. No se trata solamente de capturar las luces sutilísimas de los astros en movimiento, si no además de procesar las fotos (inevitable pensar en el pobre K. y su trágico destino). Versión anteriormente publicada de la misma fotografía, con contaminación luminosa. Cuando yo pensaba que sabía algo de fotografía digital, me doy cuenta de que en las fotos del cielo nocturno todo es completamente diferente y mucho más difícil. En las fotos normales yo trato de que las escenas se vean interesantes pero no diferentes a lo que veían nuestros ojos. En astrofotografía no se cuenta con la referencia visual y además lo que se pretende en primer lugar (¿con un cierto platonismo?) es eliminar la contaminación luminosa y en segundo que los objetos celestes se vean con claridad. Nuestra percepción visual no está hecha para discernir galaxia

Muerte en la cascada y los medios de comunicación

Ahora que ya han pasado unos días, quisiera contar lo que ocurrió el sábado de la semana pasada. Fuimos con la familia a visitar un salto de agua. Hay que andar como cuarenta minutos desde el coche, bajando por un sendero. Es un lugar precioso pero muy concurrido, había por lo menos 40 o 50 personas, familias con niños y gente de todas las edades. Tomé un par de fotos con la intención de regresar por la tarde, con mejor luz, menos gente y menos ruido. Pero ya de regreso oímos un golpe a lo lejos, como si cayera una piedra, seguido de unos gritos, todo ello amortiguado por el sonido del salto de agua. Al principio no pareció especialmente grave, tal vez alguien que había caído al agua.. pero al llegar arriba dejamos a los niños unos metros atrás y al asomarnos al barranco vimos una persona boca arriba, al pie de la cascada, vestida con ropa de calle, a la que trataban de reanimar con un masaje cardíaco. Llamamos a emergencias -por si desde abajo no había cobertura- pero nos dijeron que

Los cometas y yo

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El Lulin, fotografiado como si fuera una libélula. Cometa Halley, 1986 El año 1986, la agrupación astronómica de mi ciudad-dormitorio organizó una salida nocturna para ver el cometa Halley. Yo entonces -aunque parezca mentira- ya era un triste estudiante de COU en las Escuelas Pías (de las que no puedo decir absolutamente nada bueno). Mi padre era muy protector, pero contra todo pronóstico me permitió subir al Renault Once de unos generosos desconocidos que condujeron durante casi tres horas hasta alejarse lo suficiente de la contaminación luminosa. Cuando llegamos ya estaban montando los telescopios. Es un arte incierto este de apuntar a las estrellas, y todavía más a los cometas: los preparativos duraron horas y horas. Para amenizarlos, otro de los telescopios se dirigió al planeta Saturno que me pareció realmente maravilloso con sus enormes anillos. Uno de los asistentes, un chico norteamericano al que después todo el mundo negó conocer, optó por traer una muy poco científica botel

Blanco sobre blanco

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Un poco confuso, este año ya se me pasaba el ritual del almendro . Sin tener la certeza absoluta de nada, fui a un campo de cultivo abandonado que hay más allá del vertedero de basuras. El cielo era plomizo y fotografié los almendros en flor, blanco sobre blanco, tal y como salen en la esquina de un grabado japonés con geishas que ahora no consigo encontrar. Pero no se que tal habrán quedado. Creo que ha llegado el momento de empezar a celebrar la Navidad .

Las luces azules y la culpa

Fue hace unos meses, por la noche. Yo regresaba cansado de hacer unas fotos cuando vi la luz azul de los controles de policía. Mucha sangre de herejes y maleantes debe de correr por mis venas, por que al ver a la autoridad yo siempre me alarmo. Procuro conducir respetando todas las señales, incluyendo los abundantes límites de velocidad. Pero en esa carretera las señales de 80, 40, 70 y 60 parece que hayan sido sembradas como dando de comer a los peces. Y yo nunca puedo estar seguro de haberlas visto todas. Esa noche llevaba puesto el cinturón de seguridad. A mi lado, se suponía, estaba el chaleco reflectante y en el maletero las bombillas de recambio que nadie sabe cambiar. También pasé revista mentalmente a toda la documentación: Ficha técnica, seguro obligatorio al corriente de pago, carnet de conducir, permiso de circulación, comprobante de haber pasado la ITV. De todo eso, solamente tenía la certeza de llevar el carnet. Todo lo demás me daba sudores, empezando por el coche que era

Caos y corrupción en el mundo sublunar

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Medusa, de Caravaggio. Hasta donde yo se, se debe a Aristóteles la doctrina de la separación entre el mundo sublunar y el celestial. El primero, el nuestro, estaría sujeto a la corrupción y el caos mientras que el segundo sería el de las esferas celestes, perfecto e imperecedero. Dijo Russell que Aristóteles tuvo la desgracia de ser el último gran pensador en muchos siglos, de modo que su sistema pasó a ser un dogma de fe que no podía ser criticado sin riesgo. Galileo fue de los primeros que se atrevió, ahora hace 400 años, y ya saben ustedes como terminó el asunto. En este modesto cuadernillo ya nos hemos entretenido varias veces en burlarnos de Aristóteles (ahora que supongo que ya se puede sin miedo a la hoguera, a la que yo siempre he tenido un gran respeto). Pero en esta entrada de hoy yo quisiera homenajear al sabio griego. Y a tal efecto, el sábado pasado subí al tejado con el telescopio. No es un asunto sencillo. Tuve que hacer cuatro viajes con la montura, el trípode, el ord

La siesta

Yo -siempre que las circunstancias me lo permiten- me tumbo a dormir después de comer. A veces duermo en el tren, dentro del coche aparcado o en un prado. Pero si puedo, me meto en la cama y al esconder la cabeza en la almohada, tengo la certeza de estar disfrutando de uno de los sentimientos más sinceros que existen: el amor a uno mismo. De noche se duerme por obligación, para poder estar despierto al día siguiente y trabajar para pagar la hipoteca. Las personas honradas y trabajadoras, como los grandes banqueros, madrugan y por consiguiente deben pasar la noche durmiendo. De este modo a primera hora de la mañana ya están despiertas y preparadas para poder invertir en la bolsa. Pero la siesta se hace por el vicio de la pereza, para darse el placer de descansar. ¿Cuál de los dos sueños debe ser más gozoso? ¿El obligatorio de la noche o el robado al mediodía? La mejor de las siestas, la más perfecta, es la de 10 minutos. Cuando el cuerpo y la mente están en plena forma, con este tiempo

El retorno de la primavera

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Parece que la primavera ya empieza a asomar. Los insectos más audaces ya están empezando a correr por el monte y yo, que estoy ensimismado con la contemplación de las galaxias, estuve a punto de perderme este acontecimiento. El otro día, a la hora de comer pude salir de la ciudad-dormitorio apenas una hora. Conduciendo con el bocadillo en la mano llegué en menos de quince minutos al descampado donde he hecho tantas y tantas fotos. Es un lugar cercano y fácilmente accesible en coche, por lo que hay que andar con cuidado: persiguiendo mariposas y abejorros, es fácil caer encima de botellas rotas, preservativos usados o quien sabe que (y al llegar aquí siempre me viene a la memoria Suzanne de Leonhard Cohen, cuando dice And she shows you where to look // Among the garbage and the flowers ) Antes esta suciedad me escandalizaba, pero ahora ya se que no es casual, ni mucho menos. Se trata de que parezca un lugar asqueroso. De este modo, cuando ellos decidan que ya es el momento de recalific

Verde Rubianes

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Ya se murió Rubianes. Yo me lo temía desde que dijo que estaba enfermo y desapareció sin dejar rastro mediático ni pasar por Huston. Yo se que muchos le odiaban sin haber asistido nunca a uno de sus espectáculos, tal vez a causa de algunas campañas de prensa, y que tal vez ahora alguien me acuse de quien sabe que solamente por haber escrito esto. Decía que cuando la tristeza asomaba había que marcharse a África. Criticaba a las cajas de ahorros, a las hipotecas y se burlaba de los planes de pensiones, entre otras cosas. A mi me hizo reír y no me hubiera importado compartir mesa con él. Ahora sería imperdonable no dedicarle ni una sola de mis humildes entradas. La mitad de sus cenizas las han mandado a Cuba. Y la otra, a África. Yo no he estado en ninguno de los dos lugares. Pero si la doctrina de la salvación inversa fuera cierta, espero que nos veamos en el cielo. Entretanto, un brazo amigo Rubianes.

El blanco y el negro

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(Pinchen, se lo ruego, para ampliar la foto). De pequeñito yo entendí que las fotos en blanco y negro no tenían grises. A causa de este lamentable error de interpretación, toda mi posterior trayectoria fotográfica ha sufrido una desviación irreversible: en lugar de preservar los nueve sutiles tonos grises entre el blanco y el negro que nos mostró el maestro Ansel Adams, y dejar las fotos tal y como manda la doctrina católica y apostólica de la fotografía digital correcta y de alta calidad, yo a veces tiro por el lado más bestia de la vida y me sale todo blanco o negro. Pero esta foto no es en blanco y negro, si no que es en color. Simplemente es que allí casi no había color: esta es una inolvidable playa de arena volcánica en Tenerife. En algunos lugares de Tenerife parace que el negro-negro tampoco gusta y han traído arena dorada, de calidad, para que los turistas estén más a gusto.

Edwin Hubble y la galáxia de Andrómeda

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Esta es mi modesta (por no decir mala) primera foto de la Galaxia de Andrómeda. Está tirada con un 50-500 a 500mm. La galaxia se ve más o menos igual de grande que el cuerpo de un pato asustado que se aleja volando. Aquí hay una foto buena. Yo no se si la noche del 5 al 6 de octubre de 1923 hubo algún importante partido de fútbol, pero pasará a la historia por la foto que hizo Edwin Hubble de la galaxia de Andrómeda. Hubble, antes de ser un famoso robot telescopio, era un astrónomo. No se si nos hubiéramos llevado bien. Por una parte, Hubble me cae simpático por que se interesó por la astronomía a escondidas de su padre, que pretendía que fuera un próspero abogado. Pero por otra, me parece que debía de ser un poco repelente: se dice que tenía un carácter más parecido al de un artista de cine que al de un astrónomo (*) y se empeñaba en hablar con acento de Oxford (donde solamente estuvo tres años) a pesar de ser de Missouri. Hubble, frente al telescopio de Monte Palomar, entonces el m

Huellas en la nieve

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(¿Un zorro?) Que gran placer, para quien pueda hacerlo, salir al monte por la mañana a primera hora después de una nevada y encontrar las preciosas huellas de los animales nocturnos. La noche había sido de luna llena, y me sorprendió no ver algún jabalí en la claridad de los campos nevados, ni tampoco los ojos resplandecientes de un zorro. Es que nos temen, nos temen enormemente. A pesar de que en el pueblo casi nunca hay más de diez o quince personas, esa noche tan sumanente clara los habitantes del bosque prefirieron no acercarse más de la cuenta. Pero por la mañana bastó con alejarnos un poco para encontrar sus rastros, y me hubiera gustado seguirlos para saber por donde se mueven. Los animales también tienen sus carreteras, pequeños caminos por los que avanzan más fácilmente que campo a través, y que a veces coinciden con los nuestros. Nada me gustaría más que poder fotografiar sus vidas secretas, pero hasta el momento he fracasado por completo. (¿un conejo?) (¿un duende?)