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Mostrando entradas de agosto, 2011

Ejercicios espirituales para ateos: bañarse en un ibón

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"Ibón" es la palabra aragonesa (y creo que vasca) que se usa para referirse a los lagos de origen glaciar que hay en el Pirineo. En catalán se llaman "estanys" y en francés, "lacs". Yo  utilizo la palabra "ibón" que me parece la más bonita. Se forman en depresiones que hay entre las montañas, a partir de unos 2000 metros de altura, cuando se deshiela la nieve. Algunos son accesibles muy fácilmente, pero a otros solamente van a poder llegar los escaladores. Incluso en verano, el agua está fría, pero no tanto como se podría pensar. El sol de agosto es fuerte y la va calentando. Sin necesidad de heroicidades, uno puede razonablemente entrar y salir del ibón, meter la cabeza dentro del agua, abrir los ojos y ver un mundo gélido, azulado y lleno de misterios: es la patria de las náyades . Podremos incluso nadar unas brazadas. Todo eso hay que hacerlo en silencio, procurando no mover el agua más de lo estrictamente necesario, como si el ibón fue

Respeto por los rayos

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En fin, que ya estoy de regreso, con muchas fotos para revelar y alguna cosita para contarles. Un afectuoso saludo a todo el mundo y gracias por sus comentarios. Buenas noches.

Sufrimiento y eutanasia

Hace algún tiempo recibí en este cuadernillo comentarios anónimos de alguien que se definía a si mismo como cristiano. Me recordaba, seguramente escandalizado por mi ateísmo, que en el momento de la muerte, entre miedo y dolores atroces, son muchos los que solicitan a un confesor para poner su alma en paz, poder retornar al seno de la Iglesia y de este modo evitar el infierno. Puso además esta afirmación en manos de una amiga enfermera y afirmó que tal vez fuera ese mi caso, que tal vez yo (se sobreentendía, asistido por una enfermera tan cristiana como él) también en el último momento claudicaría ante un confesor. Recuerdo la angustia y el dolor de mi padre moribundo, que no pidió a ningún confesor, y recuerdo como si pedía por favor algunos calmantes más, aunque fuera a costa de acortar su vida. Calmantes que sistemáticamente le eran escatimados por las enfermeras, como si fueran medicinas preciosas y carísimas. Ahora me explican el caso de una persona que se encuentra en circuns

La noche del lirón

Estoy convirtiendo mis sesiones de fotografía de estrellas en una especie de ceremonias de una religión personal, sin dioses ni elementos sobrenaturales. Ya no son las fotos en si, si no las cosas que veo y las dificultades para llegar de noche y en solitario hasta los lugares elegidos. Sigo mal de las piernas y tengo que calcular con regla y compás mis desplazamientos por el monte para no excederme. Procurando llevar lo mínimo imprescindible (el saco de dormir, un anorak, la D700 con el 14-24, el trípode, pastillas para potabilizar agua y algo de comer), el peso de la mochila es tolerable. De todos modos esa tarde la subida me costó. El cielo parecía que quería taparse y pensé que en todas las liturgias, por modestas que sean, tiene que haber dolor, miedo e incertidumbre hasta llegar al desenlace. En efecto, llegué al lugar que había elegido, el cielo estaba sereno y pude hacer las primeras fotos de la noche. Respiré con alivio. Era el momento de comer algo y dormir unas horas hasta