Una historia sentimental de las calculadoras: HP-35
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Hace años, muchos años, el objetivo fundacional de algunas empresas no era ganar la máxima cantidad de dinero posible con la mínima inversión, incluso a costa de engañar a los clientes. Naturalmente, se trataba de empresas rentables, y que debían seguir siéndolo. Pero había algo más: un orgullo por la calidad y el trabajo bien hecho. Cuenta la leyenda que Bill Hewlett, uno de los fundadores de Hewlett-Packard, se planteó en 1970 la posibilidad de construir un aparato de bolsillo capaz de calcular funciones trigonométricas y logaritmos. Es decir, una calculadora científica. Entonces no existía nada parecido, la única alternativa eran aparatos enormes y carísimos como el HP-9100. Incluso los astronautas que por aquel entonces seguían viajando a la luna debían usar las engorrosas reglas de cálculo para realizar operaciones vitales. No obstante, los estudios iniciales de mercado mostraron que no habría demanda para el nuevo producto. Hewlett, indiferente a los malos augurios, dio máxim