Una historia sentimental de las calculadoras: HP-35

Hace años, muchos años, el objetivo fundacional de algunas empresas no era ganar la máxima cantidad de dinero posible con la mínima inversión, incluso a costa de engañar a los clientes. Naturalmente, se trataba de empresas rentables, y que debían seguir siéndolo. Pero había algo más: un orgullo por la calidad y el trabajo bien hecho.

Cuenta la leyenda que Bill Hewlett, uno de los fundadores de Hewlett-Packard, se planteó en 1970 la posibilidad de construir un aparato de bolsillo capaz de calcular funciones trigonométricas y logaritmos. Es decir, una calculadora científica. Entonces no existía nada parecido, la única alternativa eran aparatos enormes y carísimos como el HP-9100. Incluso los astronautas que por aquel entonces seguían viajando a la luna debían usar las engorrosas reglas de cálculo para realizar operaciones vitales. No obstante, los estudios iniciales de mercado mostraron que no habría demanda para el nuevo producto. Hewlett, indiferente a los malos augurios, dio máxima prioridad al proyecto.

Dos años después, el resultado fue la mítica HP-35, la primera calculadora científica, con innovaciones como la notación exponencial , el stack y la notación RPN, que permitían realizar operaciones realmente complicadas sin tener que anotar los resultados intermedios.

Pero la HP-35 no era en absoluto barata: costaba (en dinero de 2017) algo así como 2500 dólares. Mientras el departamento de márqueting todavía estaba estudiando como anunciar el nuevo producto, ya se había recibido una cantidad enorme de pedidos, hasta el punto de que durante muchos meses fue difícil conseguir una.

Cuando ya se habían vendido nada menos que 25.000 unidades sucedió algo inesperado: la calculadora tenía un error en el firmware que se manifestaba al calcular el logaritmo de algunos números (no todos). Por ejemplo, al teclear "2.02 ln exp" se obtenía 2.0  en lugar de 2.02. Siempre según la leyenda, Packard preguntó a los ejecutivos cual era su consejo. Alguien dijo: ignorarlo. Casi puedo imaginar la cara de Packard mientras respondía: "De eso nada. Las arreglaremos todas aunque perdamos dinero".
 
Ahora, 45 años más tarde ¿donde están las HP-35?. Bien, las que no han sufrido algún percance siguen funcionando perfectamente, a excepción de las baterías. Pero la calculadora tenía un alimentador, de modo que sigue siendo perfectamente utilizable. La enorme calidad del producto no está solamente en la precisión de los cálculos (basados en el algoritmo CORDIC, del que algún día les hablaré), si no en el teclado, la disposición de los botones, la fiabilidad e incluso el diseño. Las versiones con el bug 2.02 cuestan una fortuna, pero con un poco de paciencia puede encontrarse una HP-35 normal en Ebay.

Si les gusta la tecnología informática, les animo a que rebusquen en la red. Está llena de artículos y vídeos sobre la 35, incluyendo listados completos de la ROM y emuladores.

Algunas veces llevo mi HP-35 a la clase y les pregunto a los futuros ingenieros aeronáuticos si creen que un aparato con casi medio siglo a cuestas seguirá funcionando. Si han llegado hasta aquí ya imaginan cual es la respuesta.



 



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