Viaje de Gulliver a Simplonia. Detallada memoria de la religión de los Simplones. Muerte de Gulliver



Poco después de zarpar, como ya era de suponer, se desató un fuerte temporal que hizo zozobrar el buque. Agarrado al mástil, me mantuve a la deriva durante siete días y siete noches hasta llegar a Simplonia, de donde ahora se que nunca podré regresar.




Lo primero que me llamó la atención en Simplonia fue su religión. Su principal precepto es la obligación de erigir unos extraños tótems metálicos amarillos de considerable altura. Hay gran numero de ellos, mirando en cualquier dirección es posible ver uno o mas. Los Simplones les llaman "grúas". Desde lo alto de una loma, hasta donde me alcanzaba la vista, pude contar mas de mil grúas en Simplonia.


Se encargan de erigir los tótems grúa unos joviales sacerdotes, que alternan esta tarea con alegres desayunos y meriendas en los bares anexos. Aparentemente, tienen libre acceso al trato sexual con las mujeres, y es por ello que gritan procacidades desde lo alto de las grúas.

Una vez erigido el tótem grúa, se utiliza ( blasfemia ? ) para levantar unos curiosas construcciones. Son descomunales bloques, repletos de viviendas de pequeñas dimensiones, llamado "cubículos". La religión de los Simplones exige disponer de un cubículo.




Al cabo de un tiempo en Simplonia, pude observar otra casta de sacerdotes. Son menos joviales, y están continuamente comunicándose telepáticamente entre ellos y con el pueblo llano. A tal efecto utilizan unos artilugios que sostienen al lado de su oreja. En Simplonia se llaman "comerciales". Los sacerdotes comerciales habitan en templetes enmoquetados, con iconos de nuevos cubículos en las paredes.




Comparada con otras religiones, la de los Simplones, que no exige sacrificios humanos, no prohíbe ningún alimento o bebida, ni obliga a la castidad, parece mas llevadera. Craso error: para poder adquirir un cubículo, los Simplones deben vender su alma.



La venta del alma es un ritual complicado. Inicialmente, los sacerdotes comerciales convencen a los Simplones de la necesidad de adquirir un cubículo. Años atrás, esta fase exigía visitar varios cubículos, pero actualmente los Simplones venden su alma a cambio de un icono del futuro cubículo, antes incluso de haber levantado el tótem grúa.





Finalmente, la firma del contrato de venta del alma se realiza en unos cubículos-templo, decorados con cuadros de famosos pintores. Se llaman templos-gnotaria. Los sacerdotes gnotarios leen a gran velocidad unas formulas rituales que sumen a los participantes en un estado de trance o mantra, que es lo que al parecer produce la perdida del alma. También intervienen unos sacerdotes empleados de banca, sospecho que son en realidad intermediarios de la casta sacerdotal máxima, pero esto yo ya no lo se.



El contrato de venta del alma exige a los Simplones trabajar largas horas en cubículos oficina. Los mas infelices que no han podido realizar el ritual de venta de alma, son menospreciados por los demás Simplones, que les reprochan lo mucho que están gastando en alquiler, y pasan la vida suspirando por poder vender su alma.

Realizado el ritual de venta, los Simplones se desplazan por las calles como embrujados, desprovistos de alma, mirando los tótems grúa con reverencia y expresión ausente.




De noche, al llegar a sus cubículos, realizan unos largos ejercicios espirituales con un aparato llamado "televisor", que les recuerda todos los preceptos de su religión, y lo desgraciados que son por no tener cubículos mejores, por estar gordos o viejos, o por carecer de otros tótems de culto menor en Simplonia (coches, relojes, cámaras fotográficas, etc).

Cuando finalmente se acuestan ya no tienen fuerzas para gozar de los placeres de la carne. Mientras, durante la noche, los tótems grúa observan en silencio que todo siga en orden en Simplonia.




Algunos Simplones afortunados disponen de dos almas y pueden firmar otro contrato para poder disfrutar de unos cubículos, algo mayores, llamados "adosados", que son en realidad muy parecidos a los normales. Los sacerdotes de las castas mas elevadas, al poder disponer de un gran numero de almas de otros Simplones, pueden acceder a los llamados "campos de golf", donde se realizan extrañas practicas de las que no os puedo informar por que la entrada me fue vedada.



Lo mas sorprendente es que en general los Simplones no están privados de buen sentido y, en privado, siempre comentan que su religión es absurda y se lamentan amargamente del ritual de la venta del alma, y de los muchos sacrificios que les impone. No obstante, no pueden evitar observar los iconos de nuevos cubículos. Yo mismo estuve tentado por un cubículo ático..



Esta triste situación me llevó a contactar con un grupo de Simplones, para intentar una quijotesca rebelión. A cambio de un cubículo, algún Simplón me debió delatar, y me detuvieron una noche mientras escribía con tiza "No entreguéis vuestra alma a las grúas".



Aquí estoy en el cubículo presidio narrando la memoria de mi ultimo viaje. Después de haber sobrevivido a enanos, gigantes y filósofos, la religión de Simplonia acabara conmigo.






Esconderé este escrito donde se suelen esconder las cosas en la cárcel y me abstendré de comer hasta que me llegue la muerte. No se donde voy a ser enterrado, pero tarde o temprano el cementerio será desplazado para levantar nuevos tótems-grúa y entonces, entre mis huesos, encontraran la historia. A no ser que estos cabrones me incineren para ahorrar espacio, claro...
Atentamente,

Gulliver el anteriormente viajero.

Notas:

1-Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
2-Cualquier intento de cambiar la realidad es pura ilusión

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No sé si reir o llorar...mejor me río que son dos días :-D
Anónimo ha dicho que…
Simplemente genial. Me ha encantado. :)
Erna Ehlert ha dicho que…
Siiiii......
exactamente así es....


Un saludo

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